Los parecidos

¿Cómo es que Dios permite que las filas cristianas estén ocupadas también por legalistas, hipócritas y mangantes?

27 DE MAYO DE 2016 · 08:00

,conchas, caracolas

En los inicios de su juventud todavía le quedaban muchas cosas por aprender. Hacía poco que había entregado su corazón a Dios.

De pronto el mundo se dividió en dos para él: los creyentes y los no creyentes.

Lógicamente, los creyentes debían poblar las iglesias y los incrédulos estarían fuera de ellas.

Además pensó que la categoría moral de los primeros superaría con creces la de los segundos.

Pasado el tiempo comenzó a observar los comportamientos de sus seres cercanos. Algunos de los hermanos que estaban registrados en la iglesia como él, los consideró más bien contrarios a la gracia evangélica.

Por el contrario, gentes que llamaba del “mundo” se conducían según una ética que se podría reputar de cristiana.

Frustrado solicitó entrevista con el pastor de la iglesia para transmitirle su preocupación.

— ¿Cómo es que Dios permite que las filas cristianas estén ocupadas también por legalistas, hipócritas y mangantes?—dijo el joven.

— ¿Estás poniendo puertas al mundo? En este sentido la iglesia física es parte del mundo, y en lo que llamamos mundo se puede encontrar iglesia— le contestó.

—Pero es intolerable que tengamos que hacer teatro llamando hermanos a personas que lo niegan con sus hechos— insistió el joven.

—No hay que teatralizar nada, hay que amar con sencillez intentando librarse del mal.

—Entonces, ¿no hay frontera donde podemos decir aquí acaban unos y empiezan otros?

—No debes ser tan tajante, el mundo más que dividido entre creyentes e incrédulos, en realidad hay en él quien parece que cree y hay quien parece que no cree.

El joven salió de la cita satisfecho diciendo para sí: este pastor parece que cree.

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