Worms: Monumento a la Reforma Luterana
Está ubicado en lo que se conoce como Lutherdenkmal, en el centro de la ciudad. Lutero está en el centro y, alrededor suyo, cuatro personajes “pioneros” de la Reforma en Europa: Valdo, Hus, Wicliffe y Savonarola.
04 DE MARZO DE 2016 · 10:12
A menos que se me convenza con las Escrituras y la mera razón —no acepto la autoridad de papas y concilios pues se han contradicho entre sí—, mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios. No puedo retractarme y no me retractaré de nada, pues ir contra la conciencia no es justo ni seguro. Dios me ayude. Amén.[1]
M. Lutero
Las famosas palabras de Martín Lutero citadas aquí fueron pronunciadas en la Dieta de Worms, una localidad alemana de la región de Renania-Palatinado, a orillas del río Rhin, situada a poco más de 70 km de Frankfurt, en abril de 1521. Fue una reunión presidida por el emperador Carlos V con la presencia de los príncipes, llevada a cabo para convencerlo de renunciar a sus posturas reformistas tal como las había expuesto en los documentos mayores de 1520 (La libertad del cristiano, Discurso a la nobleza alemana y La cautividad babilónica de la iglesia), la cual implicó arduas negociaciones y compromisos previos. Habiendo comparecido antes en las Disputas de Heidelberg (abril de 1518, entre agustinos) y Leipzig (julio de 1519), y excomulgado desde enero, el traslado para llegar allí fue, según algunos historiadores, algo así como una marcha triunfal, puesto que dondequiera que pasaba (Erfurt, Gotha y Eisenach), además de predicar, era recibido con vítores y exclamaciones populares de apoyo. La suerte estaba echada: el ahora o nunca de la Reforma estaba por pronunciarse sin posibilidad de retorno. Ya era un asunto de vida o muerte.[2]
Electo en 1519, el emperador, refiere Heiko Oberman, “había dudado mucho tiempo en dar su consentimiento a este interrogatorio”, y hasta el 6 de marzo de 1521 firmó la citación.[3] “Lutero debía considerarse como hereje notorio y reincidente y automáticamente desposeído de los derechos ante la Iglesia y el Imperio”.[4] Teófanes Egido resume así la importancia del encuentro: “Era una Dieta solemnísima, concurrida, puesto que se trataba del primer contacto de Carlos V con su Imperio”.[5] Las palabras del emperador en tal ocasión fueron extremadamente fuertes lo mismo que el edicto con que concluyó la Dieta. Así se expresó el monarca en un primer momento: “Este sujeto no hará nunca de mí un hereje”. Luego de escuchar al monje agustino defender sus creencias y de varias rondas en las que se esperaba su retractación, pero en las que una y otra vez manifestó su negativa, exclamó, en un texto que él mismo redactó en francés, una especie de solemne y amenazante confesión de fe:
Desciendo de una larga línea de emperadores cristianos de esta noble nación alemana, de los Reyes Católicos de España, de archiduques de Austria y de duques de Borgoña. Todos ellos fueron fieles hasta la muerte a la Iglesia de Roma y defendieron la fe católica, las ceremonias sagradas, decretos, decretales y costumbres sagradas en honor de Dios. He resuelto seguir sus pasos. Un solo fraile que se opone a la cristiandad milenaria debe de estar equivocado. Por lo tanto estoy resuelto a arriesgar mis tierras, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma. No sólo yo, sino vosotros, de esta noble nación alemana, os cubriríais para siempre de deshonra si por nuestra negligencia se nos imputara no digo herejía, sino aunque sólo fuera la menor sospecha de herejía. Después de haber escuchado ayer la obstinada defensa de Lutero, lamento haber demorado tan largo tiempo el proceder contra él y su falsa doctrina. No quiero tener nada más que hacer con él. Puede volver bajo salvoconducto, pero sin predicar ni provocar tumultos. Procederé contra él como contra un hereje notorio y os pido que os pronunciéis según me habéis prometido.[6]
Como se ve, Carlos V había decidido el destino de Lutero, sin contar todavía con que Federico, el príncipe de Sajonia, lo protegería para salvar su vida, a pesar del anuncio de que se respetaría su vida. Es admirable la claridad con que el emperador advierte el peligro que representaba Lutero para la cristiandad antigua. El reformador estaba condenado, pues el edicto, a su vez, afirmaba, con muy escasas muestras de piedad cristiana:
Este demonio con hábito de monje ha unido antiguos errores para formar un solo charco pestilente y ha inventado otros nuevos. Niega el poder de las llaves y alienta a los laicos a lavarse las manos en la sangre del clero. Su enseñanza promueve la rebelión, la división, la guerra, el asesinato, el robo, el incendio y el derrumbe de la cristiandad. Vive una vida de bestia. Ha quemado las decretales, desprecia por igual la excomunión y la espada. Hace más daño al poder civil que al eclesiástico. Hemos trabajado con él, pero sólo reconoce la autoridad de las Escrituras, a las que interpreta según su propio sentir. […] Ahora hemos reunido a los estados del imperio. Lutero debe ser considerado como un hereje convicto. Sus seguidores también serán condenados. Sus libros serán arrancados de la memoria del hombre.[7]
El edicto afirmaba, también con gran clarividencia el enorme daño que la Reforma, al avanzar, causaría al poder civil. Episodio digno de una novela épica de gran aliento, la cita en Worms representó para Lutero la certeza de que le resultaría imposible dar marcha atrás en su labor renovadora del rostro religioso de su época, algo que, sin duda, no alcanzaba a vislumbrar en su justa dimensión. Pues bien, allí, en Worms se levanta desde 1868 uno de los mayores monumentos a la Reforma luterana, el cual consta de doce estatuas y ocho medallones de las figuras más importantes de la Reforma.[8] El monumento está ubicado en lo que se conoce como Lutherdenkmal, en el centro de la ciudad. En un sitio web sobre esculturas europeas (www.vanderkrogt.net/statues/object.php?webpage=ST&record=derp073) es posible pasar revista al conjunto escultórico que colocó a Lutero en el centro (obra de E. Rietschel), y abajo, alrededor suyo, las estatuas de cuatro personajes considerados como “pioneros” de la Reforma en Europa: Pedro Valdo (A. Donndorf), Jan Hus (G. Kietz), Wiclif y Girolamo Savonarola (A. Donndorf).
En las esquinas, enfrente de Lutero, aparecen dos poderosos príncipes que desempeñaron un enorme papel en el éxito político de la Reforma: Federico III de Sajonia (A. Donndorf) y Felipe I, de Hessen (G. Kietz). En las esquinas detrás de Lutero, están dos importantes eruditos protestantes: Johannes Reuchlin (1455-1522, A. Donndorf) y Felipe Melanchton (1497-1560, G. Kietz). Tres mujeres sentadas representan las primeras ciudades alemanas que adoptaron el protestantismo: Augsburgo (1555, G. Kietz), Spira (1529, I. Schilling) y Magdeburgo (1631, A. Donndorf). En el pedestal de Lutero aparecen inscripciones que hacen referencia a diferentes afirmaciones de Lutero.
El conjunto incluye ocho retratos: Johann Friedrich I, elector de Sajonia, dirigente de la Liga de Esmalcalda; Johann der Beständige, elector de Sajonia; Johannes Bugenhagen, también llamado Doctor Pomeranus por Lutero, quien introdujo la Reforma en el Ducado de Pomerania y Dinamarca; Justus Jonas, reformador luterano; Franz von Sickingen, caballero alemán, notable figura de la Reforma en sus inicios; Ulrich von Hutten, acervo crítico de la iglesia católica y un puente entre los humanistas y la Reforma luterana; Ulrico Zwinglio, líder de la Reforma en Suiza, iniciador de la tradición reformada; y Juan Calvino, teólogo francés y pastor.
Finalmente, hay cuatro bajorrelieves que representan momentos importantes del avance de la Reforma. Además, siete escudos de armas y otros 27 escudos de ciudades importantes para el movimiento en orden alfabético. El plan del monumento fue de Ernst Rietschel.
[1] Cit. por Roland Bainton, Lutero. [1950] 3ª ed. México, Casa Unida de Publicaciones, 1989, p. 204.
[2] Sobre los entretelones de la Dieta de Worms, véase la serie de César Vidal Manzanares en Protestante Digital: http://protestantedigital.com/l/tag/dieta_de_Worms.
[3] H. Oberman, Lutero: un hombre entre Dios y el diablo. [1982] Madrid, Alianza Editorial (Alianza Universidad, 730), 1992, p. 53.
[4] Ibíd., p. 54.
[5] T. Egido, Las claves de la Reforma y la Contrarreforma, 1517-1648. Barcelona, Planeta, 1991 (Las claves de la historia, 16), p. 28.
[6] Ibíd., p. 205.
[7] Ibíd., p. 208.
[8] Véase el sitio Reformation Cities (Ciudades de la Reforma): http://reformation-cities.org que incluye 52 ciudades de 12 países. Un folleto sobre la Reforma en Worms puede descargarse en: www.worms.de/de-wAssets/docs/tourismus/broschueren/spanisch/flyer_Luther_sp.pdf.
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