A pata coja

— Pero… ¿por qué ha permanecido el pastor los cinco minutos de su predicación a pata coja? Un cuento de Antonio Cárdenas.

18 DE FEBRERO DE 2016 · 20:10

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Las excursiones mentales de los fieles mientras el pastor sermoneaba se habían incrementado considerablemente en todas las franjas de edad.

Los que no se ausentaban virtualmente, dormían plácidamente con el runrún de fondo. Otros consultaban móviles, tabletas, juegos, etc. En fin, un ejemplo penoso de iglesia.

Los ancianos se plantearon este problema seriamente y propusieron al pastor que redujese el tiempo de su participación oral.

Lo intentó, pero su imperiosa locuacidad le hacía traspasar la hora de exposición verbal. ¿Cómo hacer callar al pastor?

—Ya está, sé cómo resolver el problema —dijo un diácono—, podemos tomar el ejemplo de una tribu del África que cuando se reúnen a parlamentar los varones bajo los árboles, limitan el tiempo de participación individual de un modo muy particular.

A todos les pareció demasiado primitiva la solución propuesta, pero convinieron en intentarlo.

— ¡Caramba! Hoy la reunión ha durado tan solo diez minutos— decían al salir de la iglesia.

—He estado atento todo el tiempo, me he enterado de todo el sermón.

—Qué pasada, un sermón de cinco minutos, toda la tarde libre para nosotros— decían los jóvenes más inconstantes.

— Pero… ¿por qué ha permanecido el pastor los cinco minutos de su predicación a pata coja?

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