Barro del Paraíso
Las primeras cinco centurias de Teresa de Jesús merecen un tributo hermanado en el Cristo. Aquí la primera entrega de este nuevo Blog cultural.
14 DE MAYO DE 2015 · 20:55
Las primeras cinco centurias de Teresa de Jesús merecen un tributo hermanado en el Cristo. Aquí la primera entrega de este nuevo Blog cultural
DE LO SIEMPRE AMADO
(Homenaje a Teresa de Cepeda y Ahumada)
De por vida nos une un reino fuera del tiempo,
un reino que transfiere palabras contra la desesperanza,
alas para nosotros mismos
y para sobrevolar las cicatrices del Diluvio
y ventear aires sin veneno
a los pulmones del albañil que moldeará más barro
del palomar que es dialéctico templo
porque está en nuestro pecho sin coágulos ni fronteras,
fundando moradas humildes, silabeando
el porvenir, albergando al Espíritu invulnerable.
:: (Abre tu boca / la Vida está en la LLAGA / lejos
de los prelados / lejos del óbolo / a las estatuas) ::
Henos aquí, por aires donde aúllan verdades
relampagueadas en la comunión con el Cielo
de la memoria, verdades emparentadas
al terral de la vieja Castilla que aún busca su contento
celebrando con vino casi alado
la muerte con resurrección.
Oh, poderosa realidad
de lo siempre Amado en el horizonte impar
de esta Babel que poco trasuda la sangre del Dios
que nos escarba la salida con átomos salvajes
y palomarcicos
y palomas
que enseñan a volar leguas arriba
picoteando raíces de páramo como pan de cada día
volviéndose plegarias
hasta hallar cobijo en el nidal del retorno,
adobe y tapial contra el exterminio.
:: (Viola los estatutos de la muertE / húrgale
su nariz / y meteorízala hasta que diga ay, ay, ay) ::
Del palomar del pueblo salen latidos que nos relajan,
no porque tengamos astilladas las alas
sino por el oleaje de revelaciones
de la sangre iluminada en cánticos para el Cielo
que destella cuando Teresa, nuestra hermana, tan alta vida
espera apoyada en sus últimas lágrimas
y en las manos del destierro.
Ay, palomita de las oraciones
que más cuentan, paloma pieldivina
deleitosamente prisionera nidificando la llama que no quema,
aléjate de las aves agoreras
y camina por zonas de tolerancia o vuela con el peso neto
de tu declaración de ardiente fe
y aléjate siguiendo la medialuna de tu temblor,
aléjate de las aves de rapiña
y no mudes los Evangelios por peste de idolatrías,
por corazones que palpitan a medias,
por escenificaciones de amor deshabitado, insipidez
tras insipidez tras insipidez.
:: (Apasionada travesía por tierras del Tormes y el Adaja /
Guardiana / danos tu sonrisa / para esta Reconciliación) ::
Pronunciamos la Palabra
alquimiándola en el sistema solar del éxtasis, en las arterias
de la perduración antítesis del mundo,
en el mimbral de las ternezas a la intemperie,
en la relojería de Enigmas / Misterios / Milagros
mordedura del Hacedor a precio de rescate soltando perdón
contra historietas de brujas hechizándonos las venas.
No más inquisiciones.
Henos aquí para dar 67 besos a la Dueña de los palomarcitos
místicamente prendada del nazareno,
a quien alimenta de su puchero, mientras transita sures
o Reforma uno y otro palomar, como el mantenido
desde de la infancia, muriendo sin morir
en el connubio que se le volvió eterno.
:: (Deshuesada tu carne / Espíritu eres = Espíritu serás /
Cepeda & Ahumada / Ávila + Alba de Tormes) ::
(*) Poema leído durante el VII Encuentro Anual de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (Adece), cuya primera jornada, el viernes 8, se dedicó a rendir un tributo evangélico a Teresa de Ávila, a cargo de la escritoras Asun Quintana, Isabel Pavón, Beatriz Garrido y Olga Moros. Alencart leyó su texto el sábado 9, durante la presentación del libro “La muralla invisible. Justas literarias con motivo del V centenario de Teresa de Ávila”, donde se recoge su homenaje, escrito en 2009 y publicado por vez primera en su libro “Cartografía de las Revelaciones” (Verbum, Madrid, 2011).
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