El cultivo del champiñón

Dos vocaciones bien distintas marcadas prematuramente. A Álvaro le bastó la exclamación de su padre “¡vete a cultivar champiñones!” para dedicarse a ello de por vida. Mientras que su hermano Jarco tuvo claro que sería misionero...

30 DE OCTUBRE DE 2014 · 22:50

Foto: Mellow-stuff mie (Flickr),champiñones
Foto: Mellow-stuff mie (Flickr)

Dos vocaciones bien distintas marcadas prematuramente. A Álvaro le bastó la exclamación de su padre “¡vete a cultivar champiñones!” para dedicarse a ello de por vida. Mientras que su hermano Jarco tuvo claro que sería misionero.

Ya de joven, por ordenanza divina, Jarco fue avisado que debía desplazarse a Guinea Ecuatorial. Nada más instalarse allí solicitó en oración por la misión del día siguiente. Al instante recibió una comunicación que le enviaba a los pigmeos del Congo. Nada más llegar allí volvió a solicitar la misión del día siguiente que le llevó a los esquimales del Polo Norte. Apenas pasó un poco de frío que ya tenía una nueva misión en Dinamarca.

Así pasó dos años, recorriendo todas las naciones del planeta. Un poco receloso de nuevas “revelaciones” se preguntaba ¿y ahora dónde me enviarán? Hasta que la última comunicación, extrañamente, le devolvía a casa de sus padres.

Allí llegó ligero de equipaje donde descubrió que su hermano seguía dedicándose al cultivo del champiñón. Mientras esperaba la inspiración habitual, entabló conversación con él.

— ¿Y no has dejado de hacer el mismo trabajo desde que me fui de casa?—dijo Jarco.

—Pues sí, no he estado desocupado ni un solo día. Pero ¿qué te trae ahora por aquí?

—Al parecer aquí recibiré una decisiva instrucción que cambiará mi destino.

—Si te puedo ayudar en algo cuenta conmigo—dijo Álvaro.

—Gracias. No quiero meterme en tu vida, pero ¿cómo has podido vivir todo este tiempo sin la orientación de una misión divina? Ya me entiendes… cultivar champiñones…

—Yo no sé qué haré mañana, ni sé qué será de mí, pero tengo clara una cosa, que misión no es lo que haré mañana, es lo que hago hoy.

—Igual al final vas a tener razón. Por cierto, ¿qué tenemos hoy de cena?—dijo Jarco.

— ¿A ti qué te parece?

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