Adán y Eva frente a Darwin
La creencia tradicional en un Adán y una Eva reales no queda impedida por la ciencia contemporánea, como algunos piensan.
17 DE JULIO DE 2025 · 19:40

En el 2022, Publicaciones Kerigma, con sede en Salem, Oregón (Estados Unidos), editó mi libro de más de 300 páginas: “Adán y Eva frente a Darwin. ¿Puede la humanidad descender de una sola pareja?”.
En esta obra se concluye que los conocimientos actuales de la genética no impiden la afirmación bíblica de que toda la raza humana desciende de una pareja original.
Este tema fue planteado por algunos genetistas, que creían que la actual diversidad genética de la humanidad hacía imposible que todos descendiéramos de una única pareja primitiva. No obstante, posteriormente, se retractaron de algunos de sus planteamientos iniciales.
En el prólogo del libro, puede leerse: “La teoría de la evolución biológica, propuesta por Charles Darwin hace más de 150 años, podría compararse a un taburete que se apoya sobre tres patas o soportes.
El primero es el hecho en sí de la evolución. Es decir, la comprobación de que las especies cambian a lo largo del tiempo y que, además, estarían emparentadas entre sí por descender de antepasados comunes.
El segundo soporte viene constituido por la historia de las relaciones entre el hipotético ancestro y sus descendientes. En el caso humano, por ejemplo, determinar el grado de parentesco existente entre chimpancés, gorilas u orangutanes y el propio hombre sería un ejercicio de dicha historia biológica que podría contribuir a descubrir las características del supuesto ancestro común.
Otra tarea podría ser también -tal como intenta hacer la paleontología humana- el correcto ordenamiento de los numerosos fósiles de simios y humanos del pasado que se han encontrado, en una filogenia, o desarrollo evolutivo gradual, que condujera ininterrumpidamente hasta el ser humano.
Mientras que el tercer soporte consistiría en averiguar las causas que determinan el cambio o la evolución. De manera que, hecho, historia y causa, supondrían los tres sustentos fundamentales del asiento evolucionista.
En esta obra intentaremos demostrar que semejante taburete no es suficientemente sólido ni estable como para soportar el peso de la hipótesis que pretende y que, por tanto, cabe otra posible interpretación de los mismos hechos conocidos hasta el presente.
Después de siglo y medio de investigaciones evolucionistas, sobre todo en el tema de la evolución humana, así como también en el de la biología evolutiva en general, se ha descubierto cierta peligrosa carcoma en cada una de estas tres patas.
La primera cuestión es la más básica. Nadie pone en duda el hecho de que los seres vivos cambian en el tiempo. No obstante, el problema es saber si dicho cambio es indefinido, general y sin limitaciones (como asume el neodarwinismo) o bien está limitado dentro de determinados grupos taxonómicos, como pueden ser los géneros o las familias.
Hasta ahora, todas las evidencias aportadas por las diferentes disciplinas científicas pueden interpretarse tanto en un sentido como en el otro.
Cuando se dice, por ejemplo, que la evolución ha sido establecida con un grado de certeza comparable al de otros conceptos científicos, como la redondez de la Tierra, su rotación alrededor del Sol o la composición molecular de la materia, se olvida esta matización anterior.
Es evidente que hay evolución en las especies, pero no lo es que ésta sea indefinida. Extrapolar la microevolución observable a la macroevolución imaginable no es un ejercicio tan evidente en sí mismo, como la esfericidad terrestre, el heliocentrismo o la estructura molecular de la materia.
El grado de certeza entre ambos conceptos no es comparable porque uno, al no poder observarse directamente en la naturaleza por ser un proceso de cambio lento, supuestamente acaecido a lo largo de millones de años, permite generar dudas razonables, mientras que el otro no, por estar perfectamente establecido ya que se ha comprobado de manera directa.
Por lo tanto, esta primera pata referente al hecho mismo de la evolución flaquea o no es tan segura como generalmente suele creerse. ¿Qué hay de la segunda?
La historia de la evolución está condicionada también por ideas preconcebidas. Si se asume el principio indemostrado de que las especies se parecen entre sí por descender del mismo antepasado, se tenderá a encajar los fósiles descubiertos en series que conduzcan desde dicho antecesor común hasta los seres vivos actuales.
Las múltiples filogenias elaboradas, anuladas, modificadas con cada nuevo hallazgo y reelaboradas incesantemente hasta el presente, son un claro indicativo de que esta tarea no resulta fácil y depende no sólo del material fósil disponible sino también de múltiples concepciones previas subjetivas.
De la misma manera, si se parte de la idea de que la evolución ocurre dentro de los grupos biológicos principales, pero no entre ellos, se pueden interpretar los hallazgos fósiles humanos, por ejemplo, en filogenias que evidencian esta separación fundamental entre especies de simios y diversos grupos humanos. Con lo cual, la segunda pata histórica queda asimismo alterada.
Por último, los recientes descubrimientos sobre el papel de las mutaciones y la selección natural en la evolución de las especies rompen la tercera pata, que tiene que ver con las causas del cambio en los organismos.
A finales del año 2016, se celebró en el Reino Unido una de las reuniones científicas más prestigiosas del mundo, dentro del ámbito de la biología evolutiva. En la Royal Society de Londres se trató durante tres días acerca de las nuevas tendencias en esta área. 1
En realidad, lo que se puso de manifiesto por parte de los diferentes especialistas que intervinieron -todos partidarios de la evolución- fueron los graves problemas que presenta hoy la explicación darwinista, así como el abismo que separa la opinión especializada de los científicos que discuten tales problemas en foros selectos y la idea mayoritaria que impera entre los laicos o la gente común.
Algo que durante años han venido denunciando también los partidarios de la creación y del Diseño inteligente.
Pues bien, el primero de los cinco grandes problemas de la evolución que se trataron fue el del mecanismo de mutación y selección natural.
Se concluyó que, después de muchos años de estudio, se ha podido comprobar que tal mecanismo es incapaz de generar la complejidad de los rasgos anatómicos de las nuevas formas de vida que han ido apareciendo a lo largo de las eras y, sobre todo, durante las diversas explosiones ocurridas, como la del Cámbrico.
La genética ha puesto de manifiesto que la selección natural no es una fuerza creativa sino únicamente estabilizadora y preservadora de las especies biológicas.
Sirve para eliminar individuos, poblaciones y especies deficientes o peor adaptadas a un determinado medio ambiente, pero no crea información nueva. Por lo que la selección natural de las mutaciones al azar no puede ser la causa de la maravillosa biodiversidad existente en el mundo.
Los otros cuatro problemas actuales de la evolución que se analizaron en dicho congreso fueron: el desconocimiento del origen de la información biológica, las enormes lagunas o discontinuidades que evidencia el registro fósil, el origen de la información epigenética (o influencia del medio ambiente sobre la expresión del ADN) y la intuición de diseño universal que existe en la naturaleza.
El taburete de la evolución, sin ningún sustento sólido, no puede sostenerse de manera estable, segura y permanente.
Quienes insisten en seguir sentándose sobre él, lo hacen más por creencias y convicciones personales que por lo que indican los últimos descubrimientos o las evidencias científicas.
Suelen hacerlo tanto científicos agnósticos o ateos como creyentes. Unos defienden la cosmovisión materialista y suponen que el Homo sapiens es sólo el producto de la casualidad.
En este sentido, algunos científicos enseñan que el estudio de la evolución humana no pretende aclarar la aparición de nuestra especie como si se tratase de un acontecimiento especial sino solamente explicar que el ser humano es una especie biológica más entre las muchas especies que supuestamente formarían nuestro linaje, desde que nos separamos, hace unos siete millones de años, del linaje de los chimpancés. 2
Otros, los evolucionistas teístas, opinan desde la fe que Dios pudo hacer surgir al ser humano a partir de simios comparables a los australopitecos.
En este libro, analizaremos aquellos aspectos paleontológicos y genéticos relacionados con el origen del hombre, desde una perspectiva diferente a esta concepción evolucionista habitual.
Veremos cómo todos los huesos fósiles descubiertos hasta ahora, desde aquellos que son claramente humanos hasta los que pertenecieron a determinados simios africanos, pasando por los famosos Australopithecus, pueden interpretarse perfectamente desde la idea de la creación y de un designio divino inteligente.
La creencia tradicional en un Adán y una Eva reales no queda impedida por la ciencia contemporánea, como algunos piensan.
Si esto es así, la aparición del ser humano en el mundo no es un proceso vulgar y azaroso de la naturaleza sino algo especial y extraordinario con implicaciones éticas determinantes para toda persona.
Las imágenes, dibujos y esquemas que acompañan la presente obra son en su gran mayoría del propio autor”.
1. https://royalsociety.org/science-events-and-lectures/2016/11/evolutionary-biology/
2, Cela, C. J. y Ayala, F. J., 2013, Evolución humana, el camino hacia nuestra especie, Alianza Editorial, Madrid, p. 687.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - Adán y Eva frente a Darwin