Sauces de los arroyos
Los sauces requieren mucha agua para su crecimiento. De sus abundantes ramas solían construirse enramadas para la Fiesta de los Tabernáculos.
30 DE DICIEMBRE DE 2021 · 19:20
Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso,
ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos,
y sauces de los arroyos,
y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días. (Lv. 23:40)
La palabra hebrea arab, עָרָב, que figura en la Biblia sólo en la forma plural arabim, עֲרָבִים, se refiere en términos generales al sauce (Lv. 23:40; Job 40:22; Sal. 137:2; Is. 15:7; 44:4; Ez. 17:5).
Fue traducida al griego como itea, ἰτέα, y agnos, ἄγνος, palabras que significan también “sauces” sin especificar la especie. Según la Escritura, se trata de arbustos o árboles que requieren mucha agua para su crecimiento (Is. 44:4; Ez. 17:5).
De sus abundantes ramas solían construirse enramadas para la Fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:40). Algunas especies de sauces debían ser muy frondosos y altos, ya que bajo sus hojas se podían ocultar grandes animales como el misterioso behemot (Job 40:17).
También se dice en la Biblia que los hebreos exiliados a Babilonia colgaban sobre los sauces sus instrumentos musicales (Sal. 137:2).
El “torrente de los sauces” mencionado en Isaías (15:7) podría corresponder, según algunos autores, con el wadi El Hesa localizado en la actual Jordania, que actualmente se encuentra entre las gobernaciones de Karak y Tafilah, pero que en tiempos bíblicos marcaba el límite entre Moab y Edom.
La familia a la que pertenecen todos los sauces, las salicáceas, comprenden cuatro géneros y alrededor de 300 especies diferentes. Se trata de árboles caducifolios de hojas alargadas en forma de lanza.
Es difícil saber exactamente a qué especie concreta de sauce se refieren todos estos textos bíblicos pues en Tierra Santa se dan actualmente cinco especies distintas.
Una de las más abundantes es el Salix acmophylla, un arbusto o árbol pequeño que suele crecer a la orilla de los ríos y que posee hojas lanceoladas agudas de 5 a 16 cm de largo, de color verde por el haz y pálidas por el envés.
Se le encuentra por todo Israel ya que su área de distribución abarca desde Turquía hasta el Asia Central, pasando por Siria, Sinaí, Irak, Irán y la India.
La segunda especie presente en Tierra Santa es el sauce blanco (Salix alba), que sólo se da en Galilea y es capaz de alcanzar los 25 metros de altura. Su área de distribución va desde la península Ibérica y el norte de África hasta Asia central, abarcando casi toda Europa, Turquía e Israel.
Las hojas son aserradas, grises, de unos 12 cm y con el envés sedoso. La corteza presenta también un color grisáceo. Al ser su madera poco pesada y flexible, se usa actualmente para hacer cerillas u otros utensilios ligeros.
Hipócrates ya descubrió, en el siglo V a. C., una sustancia amarga que se extraía del sauce blanco y que tenía la cualidad de rebajar la fiebre.
Mucho más tarde, en 1763, el reverendo Edward Stone corroboró que realmente esto era así, y hoy sabemos que la corteza de este sauce contiene “salicina”, producto precursor del ácido salicílico, que dio origen a la famosa aspirina. Efectivamente, como es sabido, calma el dolor, es analgésica, antinflamatoria y baja la fiebre.
La tercera especie que vive en Israel es el sauce llorón (Salix babylonica), que probablemente fue importado del norte de China y sólo se encuentra en estado natural en los altos del Golán.
Es el típico sauce de ramas largas, delgadas y flexibles que cuelgan casi hasta el suelo. Su tronco es fisurado y las hojas lanceoladas alcanzan los 15 cm de longitud. El nombre específico alude a Babilonia porque antiguamente se creía que era oriundo de dicha región mesopotámica.
De ahí que los judíos deportados, tal como refleja el salmo 137, se lamentaran, junto a los sauces llorones de los ríos de Babilonia, de que sus opresores les pidiesen que cantaran alegres los cantos de Sion. ¿Cómo podían cantar en tierra extraña? ¿Acaso no sería eso como profanar dichos cantos y empezar a olvidarse de Jerusalén?
Otra especie de sauce rara y adaptada a la sequedad del desierto israelí es el Salix pseudosafsaf, que únicamente se localiza junto al mar Muerto y al sur del mismo.
Por último, la quinta especie es el sauce negro (Salix triandra) propia de la región euroasiática y que en Israel sólo se encuentra al norte, en la región de Hula. El nombre específico hace alusión a que las flores poseen tres estambres nada más.
Las hermanas Mary Kirby y Elizabeth Kirby, escritoras e ilustradoras inglesas de libros para niños, en el siglo XIX, relataron la siguiente historia acerca de cómo fueron introducidos los sauces en Inglaterra:
“Hay una leyenda curiosa acerca de cómo el sauce llorón llegó a Inglaterra. Hace muchos años, el conocido poeta Alexander Pope, que residía en Twickenham, recibió desde Turquía una cesta de higos como regalo. La canasta estaba confeccionada con ramas flexibles de sauce llorón, de la misma especies de los que había cerca de los ríos y canales de Babilonia cuando los judíos lloraban en sus orillas diciendo: “Colgábamos nuestras arpas en los sauces que hay en medio de ella”. Al poeta le llamaron la atención las ramas tan delgadas con que estaba confeccionada la cesta, y las asoció con tantas cosas útiles e interesantes, que decidió deshacer la canasta y plantar una de las ramas en el suelo. La rama tenía algunos brotes y pensó que posiblemente quizás todavía sería capaz de arraigar, dado que en Inglaterra no se conocía ninguna de las especies de sauce. Afortunadamente, el sauce es muy rápido en echar raíces y crecer. La diminuta rama pronto se convirtió en árbol, y comenzó a inclinarse con elegancia sobre el río, en la misma forma en que otros de su misma raza habían hecho sobre los ríos de Babilonia muchos siglos atrás. De esta grácil ramita llegada en una cesta de higos descienden todos los sauces llorones en Inglaterra.” 1
Sin embargo, el propio Carlos Spurgeon reconoció posteriormente que este curioso relato de las hermanas Kirby no era más que una leyenda bella pero falsa, pues los sauces llorones eran ya conocidos en Inglaterra muchos años antes de la época de Alexander Pope.
1. Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 2156.
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