Metamorfosis espiritual

En la Biblia, las orugas de las mariposas son los “gusanos” que atacan a las plantas verdes y destruyen las cosechas.

25 DE MARZO DE 2021 · 20:20

Orugas negras de la mariposa doncella de ondas, posadas sobre una madreselva de la que se alimentan. Se distribuyen por la mayor parte del continente euroasiático. / Antonio Cruz.,
Orugas negras de la mariposa doncella de ondas, posadas sobre una madreselva de la que se alimentan. Se distribuyen por la mayor parte del continente euroasiático. / Antonio Cruz.

Os herí con viento solano y con oruga;

la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas,

y vuestros higuerales y vuestros olivares;

pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová. (Am. 4:9)

 

 El término “oruga” corresponde a una de las posibles traducciones de la palabra hebrea jasil, חָסִיל, aunque también puede tener otros significados relacionados, como “langosta”, “devastador”, “insecto devorador” y “saltón o cría de langosta” (1 R. 8:37; 2 Cr. 6:28; Sal. 78:46; Is. 23:4; Jl. 1:4; 2:25).

Hoy sabemos que existen diferentes metamorfosis en los insectos y que, por ejemplo, el término “oruga” corresponde solo a una fase del desarrollo de las mariposas.

Sin embargo, las langostas o saltamontes no poseen esta fase de oruga sino que las larvas que nacen del huevo ya tienen el mismo aspecto que los adultos, aunque más pequeñas y sin alas.

Por tanto, su desarrollo pasa del estado de huevo al de larva, ninfa o saltón y adulto, con idéntico parecido. No obstante, para el hombre de la Biblia, la palabra jasil podía significar indistintamente: “oruga” de mariposa que consumía sus cosechas o “saltón” de langosta que se dedicaba a lo mismo.

Ambos eran igualmente perjudiciales. Este término, jasil, se tradujo al griego de la Septuaginta por brukhos, βροῦχος, que significa “animal voraz” y al latín de la Vulgata por rubigo, bruchus o cerugo, conceptos que se refieren a la larva de la langosta.

En la Biblia, las orugas de las mariposas son los “gusanos” que atacan a las plantas verdes y destruyen las cosechas, que tanto esfuerzo y sacrificios costaban a los labradores, constituyendo auténticas plagas o maldiciones divinas.

No obstante, también las larvas o saltones de la langosta podían ser consideradas como agentes de esta devastación y llamadas con la misma palabra hebrea (jasil) ya que atacaban todo tipo de los cultivos.

En tales casos, lo único que se podía hacer era recoger las orugas una a una de cada planta para evitar su completa destrucción y la consiguiente hambruna del pueblo (Is. 33:4). 

Metamorfosis espiritual

Los “saltones” constituyen una fase del desarrollo de los saltamontes o langostas. La palabra hebrea jasil, que aparece en el Antiguo Testamento, solía emplearse también para denominar esta fase voraz del saltón de la langosta. / Antonio Cruz.
 

Hasta el día de hoy, las orugas de diferentes especies de mariposas, tanto diurnas como nocturnas, suelen constituir plagas perjudiciales para los cultivos humanos. Así, lechugas, coles, espinacas, patatas, tomates y un largo etcétera son vegetales atacados todavía por las orugas de distintas especies.

Algunas de las más destacadas, que se combaten en los invernaderos actuales, son: el medidor del tomate (Chrysodeixis chalcites), pequeña oruga de color verde claro; la oruga del tomate (Lacanobia oleracea), también verdosa y con una raya amarilla que le recorre todo el cuerpo; la oruga de la col (Mamestra brassicae) de tonalidad pardusca o la rosquilla verde (Spodoptera exigua), entre otras muchas.

Antes se trataban con productos fitosanitarios sintéticos que podían resultar tóxicos para los ecosistemas. Sin embargo, cada vez se tiende más a usar mecanismos biológicos y productos naturales que no afecten negativamente al entorno.

El clérigo inglés del siglo XVII, Thomas Adams, en su comentario al salmo 80, dice que Dios

“cuenta con escuadrones de langostas, y ejércitos de pulgones, saltones y orugas. Y no solo tiene carros y jinetes del cielo con los que defender a su profeta, sino que utiliza incluso las criaturas más humildes e indómitas para confundir a sus enemigos si lo estima oportuno. Si un Goliat se atreve a desafiar al Dios de Israel, se le derrota con un guijarro. Si Herodes se hincha de soberbia y pretende considerarse un dios, Dios envía a gusanos que le devoren, y de los cuales no pueden defenderlo sus guardias. Dios tiene muchas maneras de castigar. “Jehová, Dios de los ejércitos”, no es un título divino que resalte propiamente su acción creadora, sino más bien su Providencia (…). Tenemos razones sobradas para sentirnos preocupados cuando leemos que el Señor, “el Señor de los ejércitos”, puede indignarse con nosotros en el sentido que el salmista describe en este versículo: “Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?[1]

Sin embargo, el apóstol Pablo les dijo a los cristianos de Roma: "no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento". ¿Cómo es posible dicha transformación?

El mundo natural nos provee ejemplos evidentes. Las cuatro orugas negras de la mariposa doncella de ondas, que aparecen en la imagen anterior, poseen un marcada coloración oscura. ¿Están condenadas a ser siempre de ese color?

Si se busca en Google su nombre científico (Euphydryas aurinia) se descubrirá cómo es en realidad la mariposa. Si este pequeño insecto puede cambiar así, en su propio ciclo vital, ¿por qué no íbamos a poder nosotros?

Jesucristo es el único que puede establecer la paz, anulando la distancia entre el ser humano y su creador.

[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1337-1338.

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