La madera olorosa

La “madera olorosa”, citada en el libro de Apocalipsis (8:12), parece referirse a la madera de una especie de ciprés.

10 DE SEPTIEMBRE DE 2020 · 19:20

Las hojas de las cupresáceas, como las del ciprés de Cartagena, son perennes y muy resistentes. / Antonio Cruz. ,
Las hojas de las cupresáceas, como las del ciprés de Cartagena, son perennes y muy resistentes. / Antonio Cruz.

Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa. (Ap. 18:11-12)

El término “madera” se conoce en el hebreo del Antiguo Testamento por ets, עֵץ, que significa literalmente “árbol”. Fue traducido al griego del Nuevo Testamento, por xylon, ξῦλον, o “madera” para cualquier tipo de uso (1 Co. 3:12; Ap. 8:12).

Como en las tierras bíblicas la madera era un bien escaso, debido a la pobreza de los bosques, ésta se importaba de otras regiones, como el Líbano o incluso África.

Para calentarse en invierno, los hebreos no solían quemar madera en los hogares sino paja, hierba seca o, en ocasiones, excremento seco de los animales herbívoros (cf. Ez. 4:12-15). La madera se reservaba para alimentar el fuego de los sacrificios.

La “madera olorosa”, citada en el libro de Apocalipsis (8:12), parece referirse a la madera de una especie de ciprés (llamada antiguamente “madera de tuya” (Thuja sp.) pero que pertenece en realidad a la especie moderna, Tetraclinis articulata) procedente del sur de España, norte de África y las islas de Malta (donde se le considera el árbol nacional) y Chipre.

La madera olorosa

El tronco del ciprés de Cartagena es recto, con la corteza estriada verticalmente, de color gris ceniciento y puede alcanzar casi un metro de diámetro en los mayores ejemplares. Esta podría ser la “madera olorosa” que se menciona en la Biblia. / Antonio Cruz.
 

Se trata de una conífera de la familia de los cipreses (Cupressaceae) originaria de las regiones templadas del Hemisferio Norte. Vulgarmente se conoce a este árbol como “ciprés de Cartagena”, “alerce africano” y “araar”.

Es de reducido tamaño ya que, en general, no suele superar los diez metros de altura. Su copa es más o menos cónica, el tronco recto, la corteza grisácea y fisurada longitudinalmente, mientras que las ramas ascienden en forma de candelabro.

De su resina se obtienen barnices, pinturas y lacas, así como medicinas para combatir hemorroides y flujos vaginales. Los egipcios la usaron también para embalsamar las momias.

La madera huele bien y era usada ya en la antigüedad para realizar trabajos decorativos, mesas o cajas lujosas que podían costar verdaderas fortunas.

En el tercer siglo de la era cristiana, Orígenes escribió:

“Diversos y preciosos son los materiales y vestiduras que adornan la Iglesia: la fe, que es oro puro; la palabra predicada, plata de ley; la paciencia, resistente bronce; la pureza, madera noble, incorruptible (…); todos, materiales preciados con los que hemos de construir nuestro tabernáculo (…) ¡Éstas son las vestiduras con las que se ha de adornar la Iglesia y vestirse los creyentes!”.[1]

 [1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 2089.

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