La inmortalidad de la vida
El término lino (en hebreo, pistah, פִּשְׁתָּה) aparece más de 80 veces en la Biblia ya que en Israel y Egipto se cultivaba desde la más remota antigüedad.
20 DE AGOSTO DE 2020 · 15:00

El lino, pues, y la cebada fueron destrozados,
porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña.
(Ex. 9:31)
El término lino (en hebreo, pistah, פִּשְׁתָּה) aparece más de 80 veces en la Biblia ya que en Israel y Egipto se cultivaba desde la más remota antigüedad. Es una planta herbácea de la familia de las lináceas, de cuyo tallo se obtienen hilos para hacer tejidos y de su semilla (linaza) se hace harina y aceite de linaza, que es rico en ácidos grasos de las series omega 3, omega 6 y omega 9. De ahí su importancia para la alimentación humana.
El lino (Linum usitatissimun) es una hierba anual que alcanza los 80 cm de altura y posee un tallo erecto, estriado, alto, delgado y que sólo se ramifica a partir de su mitad superior. De este tallo se extraen unos hilos finos y largos que sirven para la fabricación de tejidos caros, ligeros, algo transparentes y muy suaves (batistas, telas finas, encajes de Flandes, etc.), usados por las clases pudientes desde la antigüedad. Las hojas son alternas, pequeñas (de 1 a 7 mm) y lanceoladas, mientras que los frutos forman cápsulas globosas llenas de semillas amarillentas o marrones con aspecto de pepitas aplastadas de unos 6 mm. Es una planta oriunda de las regiones de los ríos Nilo, Tigris y Éufrates, que fue introducida en el resto del mundo en tiempos remotos. De ahí que los sacerdotes de las religiones paganas antiguas, propias de estas tierras, vistieran casi exclusivamente con tejidos de lino fino.
La Biblia indica cómo los hebreos cultivaban el lino (Is. 19:9), ponían los tallos al sol para que se secaran (Jos. 2:6) y después lo trabajaban con las manos (Pr. 31:13). Existen en el texto inspirado varias palabras (por lo menos, siete) que se refieren a otros tantos aspectos relacionados con esta planta y su uso. Una es shesh, שֵׁשׁ, que significa “lino blanco” y probablemente deriva del egipcio sheush (lino). Aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento (Gn. 41:42; ex. 25:4; 26:1, 31, 36; 27:9, 16, 18; 28:5, 6, 8, 15, 39; 35:6, 23, 25, 35; 36:8, 35, 37; 38:9, 16, 18, 23; 39:2, 3, 5, 8, 27, 28, 29; Prov. 31:22; Ez. 16:10, 13; 27:7) y parece referirse al lino proveniente de Egipto, famoso por su especial blancura, y que se importaba a través de Tiro (Ez. 27:7). Era un lino diferente al de Siria, probablemente algo más oscuro y que se llamaba buts, בּוּץ (Ez. 27:16). El lino fino o finísimo se menciona a propósito de la vestidura con que el Faraón vistió a José (Gn. 41:42); en relación a las cortinas y velos del Tabernáculo (Ex. 26:1, 31, 36; 27:9, 16, 18; 36:8, 35, 37; 38:9, 16, 18); a las vestiduras del sumo sacerdote y de los cantores levitas (Ex. 28:4-5, 39; 39:27-29); también los sacerdotes de Mesopotamia lo empleaban en sus vestimentas. En el Nuevo Testamento, el lino fino junto con la púrpura se menciona como los elementos de que estaban hechos los vestidos elegantes de los ricos (Lc. 16:19) y, simbólicamente, de la “esposa del Cordero”, es decir, la Iglesia triunfante (Ap. 19:8), en la que el lino fino representa “las acciones justas de los santos”.
El segundo término hebreo que se refiere a este vegetal es pishteh, פִּשְׁתֶּה, y significa literalmente “hilo cardado”. Se tradujo al griego por linon, λίνον, en relación a la planta o el material de lino y así es como aparece en el Nuevo Testamento. El pábilo que humea era la mecha que estaba hecha de lino y éste constituía simbólicamente la vestidura resplandeciente de los ángeles (Mt. 12:20; Ap. 15:6).
En tercer lugar, está la palabra bad, בַּד, referida la hilo bruto obtenido a partir del tallo de la planta del lino. Suele aplicarse a las vestiduras de carácter religioso como las túnicas sacerdotales (Ex. 28:42; 39:28; Lv. 6:10; 16:4, 23, 32; 1 S. 2:18) o las de los propios ángeles (Ez. 9:2, 3, 11; 10:2, 6, 7; Dn. 10:5; 12:6, 7; Jn. 20:12; Hch. 1:20).
También está el término jur, חוּר, que significa “blancura” y aparece en relación a los lienzos de lino blanco y azul del palacio real de Susa (Est. 1:6; 8:15; cf. Is. 19:9). O etún, אֵטוּן, que se usaba para “atar” con cuerdas de lino o cordoncillo de Egipto (Pr. 7:16). Esta misma palabra, que se tradujo al griego por othoníois, ὀθονίοις, (“vendas de lino”) se utiliza en el Nuevo Testamento para referirse a los lienzos en los que se envolvió el cuerpo de Cristo (Jn. 19:40). También vuelve a aparecer en la visión de Pedro acerca de un gran lienzo repleto de cuadrúpedos terrestres, reptiles y aves (Hch. 10:11-12).
La sexta palabra hebrea relacionada con el lino es sadín, סָדִין, y significa “velo fino” (Jue. 14:12, 13; Pr. 31:24; Is. 3:23). Se refiere al tejido de que se hacía cierta ropa interior como las actuales camisas, camisones de dormir o visos. Era una ropa fina y fresca con la que se solía también amortajar a los cadáveres. Y, finalmente, la palabra shaatnez, שַׁעַטְנֵז, se usaba para indicar las vestimentas hechas mediante una mezcla de lino y lana. Este tipo de tejidos estaba prohibido a los hebreos (Lv. 19:19; Dt. 22:11) por considerarlos mezclas antinaturales ya que se habían hecho con productos vegetales y animales. Según el médico judío y filósofo cordobés del siglo XII d. C., Maimónides, la finalidad de tal prohibición era distinguir el judaísmo del paganismo, en el que los sacerdotes sí usaban vestiduras con fibras mezcladas. Esta ley del Shaatnez la siguen respetando los judíos religiosos hasta el día de hoy.
Los tejidos de lino tienen una resistencia a la rotura que es casi el doble que la del algodón y proporcionan sensación de frescura porque el lino es un buen conductor del calor. / Antonio Cruz
El teólogo católico, Pier Giordano, en su delicioso librito, El lenguaje de las plantas y las flores en la Biblia, en el que hace hablar a los vegetales como si fueran personas, pone en boca del lino las siguientes reflexiones:
“Con todo, nunca he conseguido estar completamente orgulloso de mis prestaciones. Con frecuencia me he avergonzado de haber contribuido a dar prestigio a los que tenían dinero y poder, por haber revestido de candor cuerpos hartos y a menudo viciosos, de haber cubierto con la elegancia el vacío de los vanidosos, de haber favorecido la ilusión de no ser mortales, de haber sido inútilmente deseado por pobres y por desnudos. He sido aliado de las vanidades y me he sentido engullido por la vanidad.”
Sin embargo, algunas líneas después, termina con estas palabras:
“He envuelto en mi tejido el cuerpo del más bello entre los hijos de los hombres, torturado y desfigurado, y me parecía envolver a esa humanidad que sufre, degradada por la miseria y por el desprecio, que yo no había conseguido vestir. Protegí ese cuerpo del frío en la oscuridad de la tumba, (…) Pero sentí de inmediato que ese cuerpo era un cuerpo que había que conservar, no para la inmortalidad de la muerte, como el de los faraones, sino que había que preparar para la inmortalidad de la vida.” [1] Y, eso es precisamente lo que espera a quienes confiaron en Jesús, la inmortalidad de la vida.
[1] Giordano, P., 2017, El lenguaje de las plantas y las flores en la Biblia, Sal Terrae, Maliaño, Cantabria, España, p. 114-116.
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