Los ejércitos del Altísimo
Las langostas son frecuentemente mencionadas en la Biblia.
28 DE MAYO DE 2020 · 20:20
Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto,
y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día
y toda aquella noche;
y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. (Ex. 10:13)
En Israel, y en general en las tierras bíblicas, existen varias especies de langosta, por lo que se trata de un insecto bien conocido y frecuentemente mencionado en la Biblia.
Hay varios términos hebreos para referirse a ellas así como a las diversas fases de su desarrollo hasta la madurez. Los principales son: arbeh, para la langosta adulta (Jue. 6:5; 7:12; Job 39:20; Jer. 46:26), aunque también se citan otras especies y fases, tal como se refleja en Levítico 11:22: “estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie.”
Y también en Joel (1:4): “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado”.
Otro término bíblico para referirse a este insecto alado es geb, que también indica la langosta en general (Am. 7:1; Nah. 3:17). Asimismo, como decimos, figura jagab o hagab (Lv. 11:22; Nm. 13:33; 2 Cr. 7:13; Ecl. 12:5; Is. 11:22).
Y en el Nuevo Testamento aparece akrís, como el tipo de langostas que entraban en la dieta austera, aunque nutritiva, que seguía Juan el Bautista en el desierto (Mt. 3:4 y Mc. 1:6).
La octava de las diez plagas bíblicas, que contribuyeron a que el faraón egipcio dejara marchar al pueblo hebreo, fue precisamente la de la langosta. El libro de Éxodo (10:15) lo relata así:
“y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto”.
Este fenómeno suele repetirse eventualmente hasta el día de hoy. Las langostas son insectos ortópteros de la familia Acrididae, de los que se conocen unas 7000 especies diferentes por todo el mundo. Poseen una gran capacidad para migrar en masa de un sitio a otro.
Cuando el alimento vegetal escasea, liberan unas sustancias químicas (feromonas) que activan el agrupamiento de millones de individuos así como la conducta migratoria.
Entonces se reproducen muy rápidamente, les crecen un poco más las alas y vuelan a otros lugares en busca de alimento.
Estas plagas son capaces de acabar con la vegetación y los cultivos humanos en grandes extensiones de terreno. Tal comportamiento tiene como finalidad evitar la competencia por la comida dentro de la misma especie.
La Biblia describe bien esta conducta destructiva de las langostas sobre los cultivos, con el fin de poner de relieve la incapacidad del hombre ante tales fenómenos naturales.
En ocasiones, se las compara con ejércitos bien organizados: “las langostas, que no tienen rey, y salen todas por cuadrillas” (Pr. 30:27) y también: “tus príncipes serán como langostas, y tus grandes como nubes de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido el sol se van, y no se conoce el lugar donde están” (Nah. 3:16-17).
Son capaces de formar nubes de hasta veinte kilómetros de largo por unos diez de anchura, tan espesas que ocultan la luz del sol.
En el libro de Joel se describe la acción de tales ejércitos de Dios así:
“día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape. Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correrán” (Jl. 2:2-4).
El profeta usa la metáfora de los ejércitos para referirse a la plaga de la langosta y establece que tales insectos actuarán bajo la dirección de Dios. Quizás la plaga es solo un pequeño anticipo de lo que pudiera ocurrir en el futuro con auténticos ejércitos humanos.
En el libro de Apocalipsis se usa también la imagen de la langosta para hablar metafóricamente de monstruos feroces que son instrumentos divinos:
“Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Ap. 9:1-11).
No obstante, a pesar de tales connotaciones negativas, algunas especies de estos insectos eran consumidas por los pueblos orientales.
Los judíos los consideraban animales limpios (Lv. 11:21-22) y, tal como se ha señalado, Juan el Bautista se nutría de ellos (Mt. 3:4). Solían consumirse, después de retirarles las alas y los intestinos, asadas y saladas. Esta costumbre se continúa practicando actualmente en algunas partes del mundo.
Los insectos ortópteros suelen dividirse en dos grandes grupos: el de los ensíferos, que presentan largas antenas, en ocasiones más largas que el cuerpo del animal, y el de los celíferos, que tienen las antenas cortas.
A los primeros pertenecen los grillos, saltamontes, chicharras y el singular alacrán cebollero, mientras que las langostas se agrupan entre los segundos.
Ejemplo típico de los de antenas largas es el saltamontes verde común (Tettigonia viridissima), presente en Israel, y que puede alcanzar los 42 mm de longitud.
Mientras que entre las langostas de antenas cortas que habitan en Oriente Próximo, destacarían por su abundancia: la langosta egipcia (Anacridium aegyptium); la langosta de alas rojas (Oedipoda miniata); la langosta migratoria (Locusta migratoria) que ocasionalmente produce importantes explosiones demográficas o plagas; y la langosta del desierto (Schistocerca gregaria), cuyas plagas han venido amenazando los cultivos humanos desde los tiempos bíblicos.
Muchos de estos insectos, tanto los celíferos como los ensíferos, tienen la facultad de emitir sonidos rítmicos que constituyen su canto típico y sirven fundamentalmente para atraer al sexo opuesto y realizar la reproducción.
Tal estridulación puede realizarse de diversas maneras, aunque la más frecuente se hace por medio del fregamiento de la cara interna del fémur, que lleva unas púas minúsculas, contra la tegmina o primer par de alas protector de las verdaderas alas.
Las plagas de langosta pueden volar a una velocidad media de hasta 20 km/h y, por tanto, en un solo día son capaces de desplazarse unos 130 km.
Cada ejemplar adulto suele consumir su propio peso en vegetales cada día, por lo que un millón de estos insectos come en total alrededor de una tonelada de alimento.
Esto indica la importancia que tiene para los ministerios de agricultura de ciertos países el poder observar continuamente su comportamiento, con el fin de prevenir plagas que pueden llegar a ser devastadoras.
El clérigo y predicador inglés del siglo XVII, Thomas Adams, comentando el salmo 80 escribió estas frases:
“(… Dios) en la tierra, no solo cuenta con hombres a su servicio, pues a Israel se le denomina “escuadrones del Dios vivo”; sino que las bestias salvajes se alinean a su mandato en formación de batalla, como cuando mandó contra los egipcios escuadrones de moscas que los flagelaran, y un ejército de ranas que penetró hasta sus dormitorios. Cuenta con escuadrones de langostas, y ejércitos de pulgones, saltones y orugas. Y no solo tiene carros y jinetes del cielo con los que defender a su profeta, sino que utiliza incluso las criaturas más humildes e indómitas para confundir a sus enemigos si lo estima oportuno.”[1]
En efecto, el Creador diseñó escrupulosamente cada detalle de su creación y puede servirse de cualquier ser vivo o no vivo como los virus, llegado el momento oportuno, para llevar a cabo sus planes eternos.
[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1337.
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