Los papiros del Nilo
Tres palabras hebreas en la Biblia que se han traducido por “junco”, aunque probablemente indican especies vegetales diferentes.
07 DE MAYO DE 2020 · 20:20
Pero no pudiendo ocultarle más tiempo,
tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea,
y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. (Ex. 2:3)
Hay tres palabras hebreas en la Biblia que se han traducido por “junco”, aunque probablemente indican especies vegetales diferentes.
La primera es agmón, y se refiere a una planta con numerosos tallos erectos, delgados, largos y cilíndricos, unidos en la base, que crece junto a los ríos o embalses de agua dulce.
Es el típico junco (Juncus sp.) perteneciente a la familia de las juncáceas con numerosas especies conocidas. Algunas de las más abundantes en Israel son Juncus acutus, J. maritimus, J. articulatus, etc. La Biblia lo usa como símbolo de fragilidad y humillación (Is. 58:5-6), así como de pequeñez o insignificancia (Is. 9:14-15).
El segundo término bíblico, traducido también como “junco”, es gomé, que viene de gamá, y significa “beber”, en relación a su naturaleza porosa o capacidad absorbente del agua.
Es un vegetal de mayor tamaño que el anterior, que también crece junto a los ríos y de cuyos gruesos tallos fue fabricada la arquilla que salvó a Moisés, cuando era un bebé (Ex. 2:3).
También se construían con tales juncos otras embarcaciones de mayor tamaño capaces de adentrarse en el mar (Is. 18:2), así como sandalias y otros objetos de uso cotidiano.
Se trata del famoso papiro egipcio (Cyperus papyrus) del que asimismo se realizaban láminas, a modo de papel, para escribir sobre ellas. Antiguamente era muy abundante a orillas del Nilo pero hoy prácticamente ha desaparecido.
Sin embargo, sobrevive todavía alrededor del mar de Galilea y otras zonas húmedas de Israel. Los tallos de esta planta son de sección triangular y en su extremo superior llevan finas hojas dispuestas en estrella. El término hebreo gomé fue traducido al griego como pápyros, (Job 8:11); biblos, (Is. 18:2) y elos, (Is. 35:7).
El tercer término hebreo del Antiguo Testamento que, en ocasiones, se ha traducido por “junco” es suph (Is. 19:6). Aunque, en realidad, corresponde mejor al “carrizo” o a la “espadaña”.
En un comentario a las palabras “borra mis rebeliones” del salmo 51:1, el teólogo inglés del siglo XIX, Adam Clarke, escribió:
“Este término guarda relación con la idea de imputación o acusación formal, cuyos cargos el salmista conocía muy bien. En consecuencia, se declara culpable de todos los cargos que se le imputan, pero suplica, a su vez, que el escrito de acusación sea mutilado; que se aplique fluido sobre el papiro para desfigurar la tinta, borrarla completamente, hacerla desaparecer, de modo que no quede registro de acusación alguna contra él. Y esto es algo que únicamente la misericordia, compasión, bondad y piedad de Dios puede obrar.”[1]
Esto es lo que hace definitivamente la sangre de Cristo.
[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1162.
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