Jonás y los abismos del mar

Que Dios salvara a Jonás, lo cierto es que fue de puro milagro. 

20 DE OCTUBRE DE 2016 · 19:20

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

El junta como montón las aguas del mar; El pone en depósitos los abismos (Sal. 33:7). Los antiguos hebreos relacionaban los abismos del mar con las tinieblas primigenias que lo envolvían todo. Allí no llegaba nunca la luz.

De ahí que la palabra hebrea tehôm (abismo) se asociara también con el Seol donde estaban los muertos. De la misma manera, el libro de Apocalipsis se refiere casi siempre al abismo como el lugar donde los poderes satánicos están encerrados hasta que llegue su castigo en el lago de fuego (Ap. 9: 1, 2; 20:10).

Actualmente, gracias a los estudios zoológicos, sabemos que en los oscuros abismos marinos ocurren silenciosos dramas naturales, como éste que se representa en el American Museum of Natural History de Nueva York. La semana pasada fotografié esta impresionante escultura en la que un cachalote intenta tragarse a un calamar gigante.

Tales cefalópodos, llamados científicamente Architeuthis dux, son animales bastante insólitos. Pueden alcanzar los 20 metros de longitud. Poseen tres corazones y su sangre es de color azul. Sus ojos son los mayores que se conocen en el reino animal ya que llegan a medir hasta 25 centímetros de diámetro.

Estos calamares gigantes se han encontrado en el Cañón de Avilés, un abismo submarino que llega a los 5.000 metros de profundidad y está situado a unas millas al este del Cabo Peñas (Asturias). A ese oscuro talud que se produce cuando se acaba la plataforma continental llegan los cachalotes hambrientos para cazar calamares gigantes.

Se me ocurre una cuestión. Si uno de estos enormes cachalotes es capaz de tragar diariamente más de 400 kilos de calamares y otros animales, ¿no podría haberse tragado también a un hombre testarudo como Jonás que pesaba seis veces menos?

En el Mediterráneo se han citado tales cetáceos desde la más remota antigüedad. Sólo con que dicho animal no se hubiera sumergido demasiado, quizás un ser humano podría haber sobrevivido algún tiempo en su boca sin ser tragado.

El zoólogo alemán, Vitrus B. Dröscher, escribe al respecto: “la abertura bucal del cachalote, con sus tres metros de largo y sus dos metros de altura, es verdaderamente un notable espacio interior en el cual Jonás pudo mantenerse durante algún tiempo, siempre y cuando el animal no se sumergiera profundamente y hubiera ayunado durante tres días y tres noche. El vómito en tierra, como final feliz de la historia, podría también haber sido como un estornudo. Ese altruista gigante puede llenar sus pulmones con dos mil litros de aire. El surtidor con el que arroja el aire alcanza normalmente los ocho metros de altura. Un hombre entre esas fauces apenas si es algo más que un chicle” (…y la ballena devolvió a Jonás a la playa, Planeta, Barcelona, 1988, p. 122). En fin, sea como fuere que Dios salvara a Jonás, lo cierto es que fue de puro milagro. 

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