El jueves pasado fue el Koningsdag anual en Holanda, el cumpleaños de Guillermo Alejandro. No se trataba tanto del rey en sí, cuya popularidad ha disminuido un 20% durante el periodo de la corona. Se trataba más bien de celebrar una fiesta nacional en todas las ciudades y pueblos, con las calles, los edificios y la gente engalanados de naranja.

Los niños de todas partes han podido montar puestos para vender juguetes viejos, joyas caseras, gofres o lo que fuera. La fiebre de lo naranja se desata en Países Bajos cada Koningsdag y durante los acontecimientos deportivos internacionales, sobre todo el fútbol, el patinaje sobre hielo y, últimamente, la Fórmula Uno. 

¿Por qué el naranja? Las raíces de la familia real holandesa, la Casa de Orange-Nassau, se remontan, a través del alemán Guillermo de Orange, al principado medieval de Orange, en el sur de Francia, al norte de Aviñón.

Si se supone que la familia real neerlandesa es la personificación de lo neerlandés, lo irónico es que por sus venas no corre ni una gota de auténtica sangre neerlandesa. Willem-Alexander es aproximadamente nueve décimas partes alemán y una décima parte ruso (Pedro el Grande es un antepasado). Su esposa es totalmente argentina, o más bien italo-española-vasca. Todo ello demuestra lo interrelacionadas que están las naciones europeas.

“Aceite sagrado”

Este sábado 6 de mayo es la coronación de Carlos III en Gran Bretaña, la primera que viven la mayoría de los británicos. Una celebración totalmente distinta al Koningsdag, como sólo los británicos saben hacer.

El rey será el centro de atención. Al fin y al cabo, se trata de ponerle una corona en la cabeza con la pompa y la ceremonia, religiosa y legal, propias de una larga tradición británica que se remonta al legendario Rey Arturo de los siglos V o VI.

En realidad, la tradición se remonta incluso más atrás. La imagen veterotestamentaria del sacerdote Sadoc, sumo sacerdote durante los reinados de David y Salomón, es la pieza central del himno de coronación de Handel, compuesto para la coronación del gobernante alemán de Hannover que se convirtió en el rey Jorge II de Gran Bretaña en 1727.

El himno de Handel volverá a sonar en la coronación. Sin duda, muchos lo asociarán con el himno de la Liga de Campeones, que en realidad inspiró.

Otra vez la conexión alemana. Y eso también viene de lejos. La familia real británica cambió su nombre de Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha a Windsor en 1917, debido al sentimiento antialemán durante la Gran Guerra.

La princesa Isabel (Windsor) adoptó el apellido Mountbatten-Windsor tras casarse con Felipe, príncipe de Grecia y Dinamarca, cuya madre era una Battenberg (más tarde anglicismo Mountbatten), y cuyo padre era un Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.

Complejo, ¿verdad?

Para añadir una capa adicional de “autoridad espiritual” a los procedimientos, Carlos será ungido con “aceite sagrado” que ya ha sido consagrado en una ceremonia en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Esta tradición “sagrada” se ocultó al público durante la unción de la reina Isabel. Al parecer, la ceremonia de unción de Carlos -el Acto de Consagración- también será dirigida por el arzobispo Welby en privado antes de la coronación.

Todo parece muy oficial y cristiano e impregnado de tradición autoritaria. Entonces, ¿qué deberían pensar los seguidores del Rey de reyes de estos procedimientos? Bueno, “pensar” es un buen comienzo. Resistirse a dejarse arrastrar por el bombo mediático que en el pasado ha promovido una especie de excepcionalismo británico.

Domesticados

A lo largo de los siglos han surgido teorías descabelladas según las cuales los habitantes de Gran Bretaña son “genética, racial y lingüísticamente descendientes directos” de las Diez Tribus Perdidas del antiguo Israel. Afortunadamente, esas ideas han sido ampliamente desacreditadas en Gran Bretaña.

La Biblia no respalda explícitamente ninguna forma de gobierno en particular, excepto la que es justa, pacífica, veraz y recta. La monarquía es la única forma contra la que advierte específicamente, pero al mismo tiempo exhorta a los creyentes a honrar a los reyes y a orar por ellos.

Podemos dar gracias a Dios de que la mayoría de las monarquías modernas occidentales hayan sido “domesticadas” por el cristianismo, en particular a través de la historia británica que comienza con la Carta Magna, un esfuerzo de la Iglesia para dominar al loco rey Juan de la época.

Por desgracia, teorías igualmente espurias aún no han sido desacreditadas en Rusia, donde el autócrata reinante se aferra a una especie de excepcionalismo ruso, russky mir.

Mientras miles de millones de personas de todo el mundo siguen la colorida investidura de Carlos este sábado, yo estaré con participantes de toda Europa en el Foro sobre el Estado de Europa en Estocolmo explorando qué contribución puede ofrecer el pueblo de Dios para la libertad y la paz en todo el continente. Puedes unirte a nuestra conexión en directo el viernes por la tarde a las 18:00, y a las plenarias del sábado a las 9:00 y 11:00.

Si te apetece, puedes seguir en directo el sábado por la noche el Coronation Prom presentado por la All Souls Orchestra en el Royal Albert Hall, que pretende “honrar el reinado de nuestro nuevo Rey y celebrar al ‘Rey de reyes’”.

Jeff Fountain, director del Centro Schuman de Estudios Europeos. Este artículo se publicó por primera vez en el blog del autor, Weekly Word.