Amantes del sincericidio
No hay que ofender a nadie. Se trata de transmitir al prójimo el amor que recibimos del Señor.
07 DE FEBRERO DE 2025 · 15:50

El ser humano miente desde que nace, no una sola vez al día sino muchas. Sin embargo, cuántos de nosotros vivimos queriendo demostrar que tenemos la obligación, nos consulten o no, de decir siempre la verdad y nada más que la verdad.
Si no lo hacemos, nos sentimos condenados y afirmamos que el Señor nos rechaza. ¡Qué escrupulosa acostumbra ser nuestra conciencia cuando le parece!
Evitar esa culpabilidad nos lleva a enrarecer la convivencia. Caemos, sin darnos cuenta, en el error de creer que entendemos de cualquier asunto, por lo tanto, damos nuestra opinión rotunda y sobre todo nuestros buenos consejos, utilizando versículos para apoyar esa verdad de la que estamos convencidos.
Cada vez que abrimos la boca sube el pan, la carne y el pescado. Esta actitud abre heridas ya que hacemos críticas destructivas que no aportan salidas beneficiosas para el asunto en cuestión.
En el libro titulado “Corazones Inteligentes” escrito por Pablo Fernández Berrocal y Natalia Ramos Días, dos profesores de la universidad de Málaga, leí que esa actitud tiene un nombre: “Sincericidio”, muy acertado por cierto.
Me gustaría aportar otra palabra: “Ahinsa”, término utilizado por Gandhi. Significa “Negarse a causar daño a los demás”. Los cristianos estamos en contra de la mentira, es cierto. Podemos decir la verdad con tacto, o no decirla si eso va a suponer un daño injusto para otra persona.
No hay que ofender a nadie. Se trata de transmitir al prójimo el amor que recibimos del Señor. Y más, si no deseamos quedarnos solos dentro o fuera de la iglesia, sin perrito siquiera que nos ladre.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Amantes del sincericidio