Amantes del sincericidio

No hay que ofender a nadie. Se trata de transmitir al prójimo el amor que recibimos del Señor.

07 DE FEBRERO DE 2025 · 15:50

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@benwhitephotography">Ben White</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Ben White, Unsplash CC0.

El ser humano miente desde que nace, no una sola vez al día sino muchas. Sin embargo, cuántos de nosotros vivimos queriendo demostrar que tenemos la obligación, nos consulten o no, de decir siempre la verdad y nada más que la verdad.

Si no lo hacemos, nos sentimos condenados y afirmamos que el Señor nos rechaza. ¡Qué escrupulosa acostumbra ser nuestra conciencia cuando le parece!

Evitar esa culpabilidad nos lleva a enrarecer la convivencia. Caemos, sin darnos cuenta, en el error de creer que entendemos de cualquier asunto, por lo tanto, damos nuestra opinión rotunda y sobre todo nuestros buenos consejos, utilizando versículos para apoyar esa verdad de la que estamos convencidos.

Cada vez que abrimos la boca sube el pan, la carne y el pescado. Esta actitud abre heridas ya que hacemos críticas destructivas que no aportan salidas beneficiosas para el asunto en cuestión.

En el libro titulado “Corazones Inteligentes” escrito por Pablo Fernández Berrocal y Natalia Ramos Días, dos profesores de la universidad de Málaga, leí que esa actitud tiene un nombre: “Sincericidio”, muy acertado por cierto.

Me gustaría aportar otra palabra: “Ahinsa”, término utilizado por Gandhi. Significa “Negarse a causar daño a los demás”. Los cristianos estamos en contra de la mentira, es cierto. Podemos decir la verdad con tacto, o no decirla si eso va a suponer un daño injusto para otra persona.

No hay que ofender a nadie. Se trata de transmitir al prójimo el amor que recibimos del Señor. Y más, si no deseamos quedarnos solos dentro o fuera de la iglesia, sin perrito siquiera que nos ladre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Amantes del sincericidio