Profetas narcisistas

Se dedican a meter miedo, acobardar, condenar. Causan desesperanza.

24 DE MAYO DE 2024 · 10:00

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Imagen de Olivia Anne Snyder, Unsplash.

Con el título de esta reflexión afirmo que, si bien en los tiempos bíblicos no se conocía este concepto como tal, hoy día podemos decir que el narcisismo se da en los profetas, en los falsos profetas. Quienes poseen este trastorno de la personalidad, miran por encima del hombro con aires de superioridad, se autoproclaman mejores que los demás y clavan dardos en los verdaderos enviados para hacerlos desaparecer de la escena. 

Tanto al levantarse como al acostarse, lo hacen con la idea fija de ser admirados. El trastorno les impide centrarse en su propia realidad, por eso no aceptan críticas y son crueles con las personas se atreven a ponerlos en el verdadero lugar que les corresponde. En el fondo, muy en el fondo, ocultan sus propios sentimientos, sufren de falta de autoestima e inseguridad, y se sienten bien haciendo daño. 

Los profetas narcisistas usan la falsa profecía para presumir de un don inexistente. Y ¡cuidado!, no hacen nada gratis. Más pronto que tarde y con cualquier pretexto con presupuesto, cobrarán sus favores a la congregación a nombre de la supuesta encomienda que Dios les ha dado. 

Para lograr esto que comento buscan a esas personas generosas y empáticas que suelen asistir a las iglesias. De ellas se surten, a ellas castigan para sentirse bien. Si no consiguen lo que quieren, se vengan de cualquier manera, ya sea a través de las críticas, ya sea retirándoles la palabra, ya sea colocando trampas en su camino, ya sea poniéndolas en disciplina, prácticas abusivas que todavía se llevan a cabo en algunos lugares de culto. 

Por esa inquietud que provocan, a pesar de que en primera instancia dan el pego, se les teme al verlos venir. Se dedican a meter miedo, acobardar, condenar. Causan desesperanza. En definitiva, al no ser verdaderos, traen la ruina al lugar donde se encuentran y, lo peor de todo es que, como no ven su maldad, como se creen sus propias mentiras, no sienten ninguna necesidad de cambio. 

Si usted alberga dudas, si desea saber cómo distinguirlos, observe las ojeras, la sequedad en los labios y el temblor de manos en el profeta verdadero cuando da un mensaje, y fíjense en el talante de arrogancia del profeta narcisista. Es más, si da la casualidad de que le conoce desde su adolescencia recordará que, ya entonces, apuntaba maneras. Compruebe cómo se las da de víctima, cómo exige reconocimiento en comparación con el profeta verdadero que lamenta su suerte porque le ha caído encima un marrón que no ha pedido. Recuerden que en los textos bíblicos al profeta verdadero se le asesinaba y en la actualidad se le aparta porque sus críticas contra la injusticia no suelen gustar. 

Estas personas narcisistas actúan de la misma manera dondequiera que se encuentren, pero buscan lugares especiales, por ejemplo iglesias, donde poder explayarse al contar con el buen corazón y la inocencia de los que acuden a ellas convencidos de que Dios habla por cualquier boca, o que toda boca es inocente al hablar. Por eso, si te culpan, si te infunden miedo, si nada más verlos aparecer se te descompone el cuerpo, huye.

Concluyo. Hay profetas, falsos profetas, incluso profetas psicópatas narcisistas, globos hinchados con el aire viciado de sus pulmones, profetas camuflados entre los verdaderos. Que no te engañen. Que no te seduzcan. Sembrarán en tu mente dudas inconsistentes sobre la fe. Se surten, además, de un séquito de monos voladores. Que no te usen para dar mensajes negativos a otros miembros de la congregación, no entres en su juego, es pura artimaña. Ahogarán tus días desproveyéndolos de esperanza y te obligarán a ejecutar, en nombre de Dios, lo que ellos no son capaces de hacer. Que no te lleven a su terreno, crearán en ti un malestar y una negrura que no proviene del Señor.

Por eso me declaro contra esos profetas que se roban unos a otros mis palabras. Yo, el Señor, lo afirmo. Me declaro contra esos profetas que hacen pasar por mensaje mío cosas que ellos inventan. Me declaro contra esos profetas que cuentan falsos sueños y extravían a mi pueblo con mentiras y habladurías. Yo no los he enviado ni les he dado orden alguna, y ellos son incapaces de ayudar a este pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Jeremías 23:30-32

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Profetas narcisistas