No hay palabra mal dicha

La palabra que acusa es la chispa arrojada en un polvorín.Concepción Arenal.

03 DE ABRIL DE 2014 · 22:00

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	Monumento / Roberto Verzo (Flickr CC BY 2.0)</p>
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Monumento / Roberto Verzo (Flickr CC BY 2.0)

Un día oímos decir: "No hay palabra mal dicha sino mal interpretada". Insistía el predicador en demostrar que lo que se dice desde el púlpito es palabra de Dios auténtica y quien la malinterpreta es porque tiene prejuicios. Fue así como acusaba de ignorantes a los oyentes y de ilustrado a quien se colocaba en la tarima. De esta manera a todo pastor le otorgaba el pleno poder y la gran infalibilidad que rechazamos en otras creencias. Se ensalzaba como Dios y se transfiguraba de persona en Cristo que habla al pueblo. Creo que hay oradores que, por la inseguridad y la falta de preparación que padecen, tienen miedo a ser juzgados, a perder el mando y cuando quieren manipular (domar) para protegerse se curan en salud con alguna frase como la mencionada, o sea, con palabras mal empleadas tras las que se esconde una doble intención, una amenaza, una maldición, un rechazo, una disposición a retirar bendiciones, una coacción al creyente. Nos dio pena que, con ese absurdo toque de atención, quisiera disimular su pobre autoridad espiritual e intentara hacer desaparecer del Cuerpo de Cristo el indispensable y a la vez escaso don de discernimiento.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - No hay palabra mal dicha