Dallas Willard: una teología para la vida

Javier Carlo Ramos

08 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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Como se publicó recientemente en un artículo en este medio, “Dallas Willard, filósofo, profesor y autor de estudios sobre la formación espiritual cristiana, murió la madrugada del miércoles 8 de mayo en California luego de batallar contra el cáncer. Lo que más me llama la atención y me conmueve fueron sus últimas palabras: gracias”. Así resumía este prolífico escritor y profesor la jornada ya terminada;con una palabra de siete letras. En su libroEl Espíritu de las Disciplinas, Willard nos escribiólo siguiente: “No debemos temerle a la palabra teología. Admitamos que podemos encontrar su compañía bastante aburrida y lóbrega, y podemos ser tentados a dejársela a los “expertos”. Pero representa algo demasiado importante para nuestra vida y para las comunidades en las cuales vivimos para que la descuidemos. La teología es parte de nuestras vidas. Es inevitable. Y como hemos dicho antes, una teología irreflexiva guía nuestra vida con igual fuerza que una pensada e informada” (El Espíritu de las Disciplinas,pág. 25). El testimonio de vidade Willard confirma lo antes escrito en su libro. El haber tenido una teología bien informada le condujo a estar agradecidoa Dios y a lavida al final de sus días. Necesitamos una teología para la vida. Una que no se limite a ser discutida en los círculos académicos. Como señala Willard, es inevitable que en cierta manera todos seamos teólogos. El problema consiste en que muchos profesan una teología irreflexiva, defectuosa. Tomando prestadas las palabras de Willard, una “teología irreflexiva” nos llevará a vivir vidas irreflexivas. Un estudio realizado recientemente por LifeWay Research sobre “posiciones doctrinales”, muestra que mientras la mayoría de los evangélicos “tienen una buena comprensión de las enseñanzas doctrinales de sus iglesias, muchos de ellos tienen dificultades para explicar su fe”. La investigación muestra que, en promedio, el 15% de los miembros ignoran las verdades bíblicas. Dentro de las respuestas dadas sobre la creenciaen la vida después de la muerte, se encuentra:“No hay vida después de la muerte”, yel1 por ciento dijo que sí. El 12% de los encuestados no sabía si había diferencias entre Diosy los dioses descritos por otras religiones. Cuando se le preguntó sobre el pecado, el 13% de los evangélicos no pudo decir si se necesita castigar a los pecadores. “Esta encuesta entrevistó a 2.930 adultos miembros de iglesias evangélicas que asisten a servicios religiosos al menos una vez al mes. El margen de error es de más o menos 1.8 por ciento”. Los hallazgos de este estudio implican que un ampliosector de la iglesia de hoy sufre de un analfabetismo bíblico y teológico. Esto, a su vez, tiene un impacto en la cosmovisión y los estilos de vida de los creyentes. Por esa razón a muchos se les dificulta diferenciar “la fe que ha sido una vez dada a los santos(Judas 1:3)de los errores que se aceptan como si fueran verdades alternas a la fe cristiana. Muchos son presa fácil de individuos inescrupulosos quese beneficiande las aportaciones provenientes de la fe irreflexiva. Estas teologías defectuosas, al no cumplirlas falsas expectativas que han creado, han conducido a muchos al deterioro espiritual, a la desilusiónconla iglesiay al abandono dela fe. Cuando estudiaba mi grado de bachillerato, conocí a un profesor que comenzaba el primer día de clases apagando la luz del salón de clases diciendo: “Si Dios existe, que encienda la luz”. Obviamente nada ocurría y entonces el profesor añadía: “Ven, Dios no existe”. Y tenía mucha razón el viejo profesor. Esa clase de dios no existe. El dios con minúscula que yo puedo manipular a mi antojo e inclusive dictarle órdenes cual si fuera un obrero a mi servicio, no existe. No podemos imponerle a Dios nuestra voluntad. Más bien, nuestras voluntades deben alinearse con la voluntad de Dios. El problema del viejo profesor no era uno de ateísmo, sino de una teología defectuosa; irreflexiva y en su caso particular, burlesca. Era una pena que un hombre de su calibre intelectual cayera en semejante error. R.C. Sproul dice lo siguiente ensu libroKnowing Scripture: Ningún cristiano puede evitar la teología. Cada cristiano es un teólogo. Tal vez no es un teólogo en el sentido técnico o profesional, pero sin embargo un teólogo. El problema para los cristianos no es si vamos a ser teólogos, sino si vamos a ser teólogos buenos o malos.” Este mismo autor escribió:“La teología es la reina de las Ciencias y todas las otras disciplinas son sus vasallos”. No olvidemos que por mucho tiempo se consideró a la teología“la reina de las ciencias”. Cuando echamos un vistazo a las generaciones pasadas, vemos como las mentes más brillantesde la historia se dieron al estudio de la teología con la convicción de que en esta ciencia el intelecto y la razón alcanzarían su más alto nivel de pensamiento. Hoy día a esta disciplina ni siquiera se le llama ciencia y, en muchos casos, ha sido marginadaa algunas escuelas especializadas en ese campo, o a ciertos departamentos académicos, privándole del prestigio del que una vez gozaba. Eso mismo está ocurriendo en el plano personal. Hemos marginado la teología en nuestro pensamiento y de nuestras vidas. Ha sido sustituida por otras corrientes de pensamiento, por la influencia cultural. Dejamos que los medios nos adoctrinen, ignorando así “la palabra profética más segura(2 Pedro 1:19). Me pregunto si esa es una de las razones por las cuales vemos tantas vidas irreflexivas y defectuosas a pesar de hacer alarde de una fe sincera y genuina. Se necesita una teología para la vida que nos ayude a vivir de tal manera que, al final de nuestro breve transitar por este mundo, podamos decir: gracias. Javier Carlo Ramos - Pastor y Consejero Profesional - Puerto Rico

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