El cristiano y la manipulación estatal (II): ejemplos de la Biblia
No por vivir en el siglo XXI bajo sistemas democráticos, nos libraremos automáticamente de la manipulación estatal, porque manipular a una población en su conjunto es muy fácil.
19 DE MARZO DE 2025 · 12:45

En nuestro mundo digital, la verdad es difícil de encontrar. Esto es particularmente cierto en todo lo que tiene que ver con la política. De hecho, parece que estamos en una campaña electoral constante, donde lo último que importa es la verdad. Cualquier opinión se está politizando hoy. Se impone una clasificación rígida de los individuos según sus ideas políticas y se les etiqueta con el estigma correspondiente. Tanto en los medios de comunicación tradicionales como en las plataformas sociales reina la desinformación. Las diversas corrientes se han apoderado de Instagram, X y TikTok, donde todo importa menos una presentación objetiva de los hechos. Los bots en estas plataformas manipulan, tergiversan y distorsionan la verdad de tal manera que Goebbels y Stalin parecen aficionados en comparación. Esta manipulación constante se intensifica aún más por todo tipo de vídeos que parecen reales, pero que en realidad son creados por aplicaciones de IA cada vez más sofisticadas. El grado de manipulación diaria no solo afecta a la política, sino que tiene un impacto profundo en todos los aspectos de la vida, afectando nuestra salud mental y nuestro bienestar.
En este mundo moderno, donde los bots, los influencers y los medios de comunicación de masas moldean la opinión pública a su gusto, la teoría de la estupidez de Bonhoeffer (véase último artículo) cobra cada vez más relevancia. Psicológicamente, las personas tienden a buscar autoridades que les ofrezcan respuestas sencillas y una sensación de seguridad. Desde una perspectiva filosófica, sin embargo, este comportamiento conduce al estancamiento mental e intelectual. Desde una visión bíblica, lleva al infierno mismo.
La manipulación de las masas no es un fenómeno nuevo, como se demostró en el artículo anterior. La Biblia está llena de ejemplos de este fenómeno. Veamos algunos.
El faraón y Moisés: el poder de la verdad
El libro de Éxodo nos presenta al faraón egipcio como un ejemplo clásico de manipulación estatal en acción. No solo rechazó la verdad que Moisés le presentaba, sino que la distorsionó para mantener a los israelitas encadenados en la esclavitud, protegiendo así su poder y su sistema de explotación. Negó las señales, ignoró las plagas y manipuló a su pueblo para que viera su autoridad como incuestionable. Sin embargo, en su soberanía, Dios demostró que ninguna estrategia humana puede sofocar la verdad divina. A través de poderosas intervenciones, el Señor reveló que su propósito siempre prevalece. Para un cristiano, este relato refleja una verdad importante: aunque los gobiernos terrenales intenten distorsionar la verdad creando su propia realidad, la verdad de Dios siempre prevalecerá.
Jezabel y Nabot: la ley como instrumento de mal
La historia de Jezabel y Nabot, narrada en 1 Reyes 21, nos proporciona otro sombrío ejemplo bíblico de cómo el poder estatal puede pervertir la ley, en este caso para expropiar a los dueños legítimos de una propiedad. Jezabel, en su afán por complacer al rey Acab —que quería apoderarse de la viña de Nabot—, manipula el sistema con total impunidad: orquesta falsos testigos, tergiversa las leyes de Israel y convierte un proceso legal en una herramienta de robo y asesinato. Este abuso descarado evidencia cómo las estructuras humanas, incluso las diseñadas para la justicia, pueden ser corrompidas por un poder político que persigue objetivos siniestros.
Sin embargo, este relato también señala una solución esperanzadora: cuando la justicia terrenal se tuerce a favor de los malvados, Dios se ríe el último. La caída brutal de Jezabel y el juicio de Dios sobre Acab nos aseguran que, aunque los manipuladores prosperen por un tiempo, la verdad y la justicia divina siempre prevalecen. Es imperativo que tanto el creyente individual como la iglesia denuncien la violación de la justicia divina por parte del Estado en vez de de evitar conflictos para quedar bien con el poder de turno. No debemos olvidar que el abuso de poder tiene fecha de caducidad, a diferencia de la justicia divina.
Los fariseos: la manipulación de la fe
En Mateo 23, Jesús se enfrenta cara a cara con los fariseos, desenmascarando su habilidad para convertir la Escritura en una herramienta de opresión. Estos líderes religiosos manipulaban la Palabra de Dios, retorciendo su significado para cargar pesadas cargas sobre el pueblo mientras se aferraban a su propia autoridad y prestigio. Con palabras cortantes, Jesús expone su hipocresía, revelando cómo las interpretaciones interesadas pueden desvirtuar incluso lo más sagrado para mantener el poder.
La Diana de Éfeso
El último ejemplo que quiero mencionar encontramos en Hechos 19:23-41, donde se expone el arte de la manipulación y la propaganda al servicio de intereses egoístas, casi como en un libro de texto. Este episodio, que tuvo lugar en una de las ciudades más importantes del Imperio Romano, nos muestra cómo las masas pueden ser manipuladas astutamente para proteger agendas ocultas, una lección que resuena tanto en la historia bíblica como en nuestro mundo actual. Lo que nos cuenta Lucas es un recordatorio poderoso de cómo el evangelio desafía los poderes terrenales y cómo estos responden con estrategias que no han cambiado a lo largo de los siglos.
Éfeso y los plateros
Éfeso, una de las ciudades más prósperas del Imperio Romano, era un bastión de devoción a Artemisa (equivalente a la diosa romana Diana), cuyo majestuoso templo —una de las siete maravillas del mundo— atraía multitudes y generaba suculentas ganancias a mucha gente en la ciudad.
En este escenario, Pablo predicaba el evangelio con tal convicción que muchos abandonaban sus ídolos, poniendo en riesgo el lucrativo negocio de los plateros, liderados por un hombre llamado Demetrio. Estos artesanos —organizados en un tipo de sindicato— fabricaban imágenes de Diana, y al ver peligrar sus ganancias, no dudaron en organizar una revuelta. Bajo la fachada de un fervor religioso y patriótico, manipularon a la población para defender sus intereses económicos. Es un ejemplo clásico de cómo personas con influencia pública pueden distorsionar la verdad y usar una población manipulada para sus fines.
Las tácticas de manipulación al descubierto
Demetrio y los plateros desplegaron un arsenal de estrategias para encender a la multitud. Voy a desglosar sus tácticas a continuación:
● Emociones al rojo vivo: En Hechos 19:25-27, Demetrio evita la lógica y apela al miedo y al orgullo de la población. Advierte a sus compañeros:
“Este Pablo ha persuadido a mucha gente, diciendo que los dioses hechos por manos no son dioses. Y no solo hay peligro de que este oficio nuestro caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea menospreciado.”
Con una retórica de película, Demetrio combina una amenaza económica directa (pérdida de ingresos) con un golpe emocional (la humillación de la diosa del pueblo y su identidad local). Su discurso, meticulosamente orquestado, no busca razonar, sino inflamar, y prende rápido en los corazones desprevenidos.
● Un enemigo para unirlos: Pablo, un forastero predicando un mensaje nuevo, se convierte en el chivo expiatorio perfecto. Al culparlo, Demetrio desvía la atención de su codicia y transforma un conflicto personal en una batalla de “nosotros contra él”. Esta táctica de propaganda es infalible: un enemigo común simplifica todo y galvaniza a las masas.
● Confusión como aliada: una vez encendida la chispa, el caos toma el mando. En Hechos 19:29 vemos cómo la ciudad se llena de confusión, y la gente corrió al teatro, arrastrando a Gayo y Aristarco, compañeros de Pablo. Tres versículos más adelante se nos revela que algunos gritaban una cosa y otros otra, evidenciando la confusión que reinaba en la asamblea y el desconcierto generalizado que se apoderó de los reunidos. Es precisamente en este punto donde radica el poder diabólico de la manipulación: no es necesario decir la verdad, basta con generar agitación emocional para que la multitud actúe sin pensar.
● Consignas que hipnotizan: por dos horas, el grito ensordecedor de “¡Grande es Artemisa de los Efesios!” (Hechos 19:34) resonó en el teatro. Este cántico tribal no era un argumento, sino un himno que ahogaba la razón y unía a la gente en una furia ciega, reforzando su identidad colectiva con un símbolo venerado.
● Nobleza fingida: la nobleza de Demetrio era una fachada, pues su verdadero objetivo era proteger su negocio, pero lo disfrazó como una cruzada por la fe y la tradición. Esta estrategia de enmascarar agendas egoístas con ideales elevados es un pilar fundamental de la manipulación que engaña a muchos para que se sumen a la causa.
Hemos observado tan solo algunos ejemplos de la manipulación estatal que encontramos en la Biblia. Lo que hemos visto debería abrirnos los ojos para una verdad que nos cuesta asimilar: cualquier coincidencia con situaciones actuales es más que fortuita. No por vivir en el siglo XXI bajo sistemas democráticos, nos libraremos automáticamente de la manipulación estatal. Ocurre justo lo contrario, porque manipular a una población en su conjunto es muy fácil.
Mucho me temo que es solo cuestión de tiempo cuando las futuras generaciones descubran hasta qué punto nos hemos dejado utilizar por sistemas manipuladores que siempre intentan moldearnos a su imagen y semejanza.
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