¿Minecraft o la Biblia? Educación cristiana en la era digital

El reto es formar discípulos con una cosmovisión bíblica sólida, optimista y apasionada, que sean capaces de moverse en la época digital con soltura y precisión.

23 DE OCTUBRE DE 2024 · 10:30

Imagen de <a target="_blank" href="https://www.pexels.com/es-es/foto/monitor-de-computadora-de-pantalla-plana-3977908/">Alexander Kovalev</a> en Unsplash.,
Imagen de Alexander Kovalev en Unsplash.

¿Tus hijos pasan más tiempo explorando mundos virtuales en Minecraft que explorando las Escrituras? ¿Se gastan más tiempo con los "influencers" de TikTok que con la influencia del Espíritu Santo?

Es posible que muchos no se hayan dado cuenta y otros ya hayan capitulado silenciosamente ante lo que parece inevitable. El hecho es que la era digital ha irrumpido en nuestras vidas como un tsunami, transformando la manera en que nos comunicamos, aprendemos y nos relacionamos con Dios. Esto incluye el dormitorio de nuestros hijos. No ayuda mucho ignorar la realidad, pretendiendo que basta con que acompañen a sus padres a la iglesia y aguanten como sea las dos horas de rigor.

Este nuevo escenario que nos plantea la era digital, tan fascinante como desafiante, exige que replanteemos la educación cristiana y la preparemos para un mundo donde la Biblia compite con videojuegos, y los sermones dominicales con videos virales. Pero la educación cristiana no solamente tiene que ver con nuestros niños y adolescentes, sino con personas de cualquier edad, incluyendo a los mayores. Vivimos en una época de transformaciones sin precedentes. La información fluye a la velocidad de la luz, las redes sociales conectan a millones de personas y las nuevas tecnologías redefinen constantemente lo que es posible. Ante esta realidad, ¿cómo podemos, como iglesia, formar discípulos equipados no solo para sobrevivir a duras penas en este nuevo mundo, sino para salir adelante, firmes en su fe y capaces de discernir la verdad en medio del torrente de información que nos inunda?

 

Un nuevo escenario, un nuevo desafío

Internet y las nuevas tecnologías han democratizado el acceso al conocimiento como nunca antes. Con un solo clic, podemos acceder a bibliotecas enteras, conectar con personas al otro lado del mundo y participar en debates sobre cualquier tema imaginable. Sin embargo, esta apertura también tiene su lado oscuro. Junto con la información valiosa, nos encontramos con un mar de desinformación, ideologías contrarias a la fe y distracciones que pueden alejar a las nuevas generaciones de la verdad bíblica.

Ante este panorama, la educación cristiana no puede limitarse a la mera transmisión de información. Hartar a generaciones de niños, jóvenes y mayores con monólogos cansinos hasta que les salgan las lágrimas de aburrimiento no es una buena estrategia para mejorar la imagen de la Biblia. Necesitamos ir más allá de la memorización de versículos y doctrinas, explicando las verdades bíblicas de una manera atractiva e inspiradora. Debemos formar discípulos con una cosmovisión bíblica sólida, optimista y apasionada para que sean capaces de moverse en la época digital con soltura y precisión.

Para esto necesitan estar preparados para varias cosas. Se me ocurren cinco:

1. Arder con el fuego del Evangelio: Empezamos con lo más esencial: antes de enseñar cualquier doctrina, debemos transmitir la pasión por Cristo. Que se nos note que el Evangelio nos transforma, nos llena de gozo y nos impulsa a compartirlo con el mundo. Si no estamos entusiasmados con nuestra fe, ¿cómo podemos esperar que otros lo estén? Un corazón apasionado por Cristo es una condición fundamental para un discípulo, y aún más en la era digital.

2. Pensar críticamente: La palabra viene del griego kritikós. Este término significa "capaz de discernir". Por lo tanto, en la raíz de "críticamente" se encuentra la idea de juicio, discernimiento y análisis. Es decir: evaluar cualquier información con criterio, identificar sesgos y falacias, y distinguir la verdad del error. Para conseguir esto hace falta una sólida formación de una cosmovisión bíblica que abarca todas las áreas de la vida.

3. Discernir la verdad: Hace falta reconocer las sutiles influencias del relativismo, el secularismo y otras ideologías que se presentan como verdades absolutas. Ninguna información en los medios de comunicación o los medios sociales nos llega de forma objetiva. Necesitamos valorar la verdad y rechazar el error.

4. Aplicar los principios bíblicos: Tenemos que esforzarnos por traducir la verdad bíblica a la vida cotidiana, tomando decisiones sabias y éticas en cada área de nuestras vidas. Demasiado tiempo llevamos espiritualizando modelos seculares e ideologías humanistas para convertirlos en opciones cristianas”. Nuestra alternativa tiene que ser coherente y bíblica, no un humanismo secular bautizado.

5. Comunicar el evangelio: Una vez que hemos conseguido un fundamento estable de nuestra fe y sabemos lo que creemos y por qué lo creemos, podemos compartir nuestra fe con claridad y convicción, utilizando los medios digitales de forma efectiva y responsable. Para eso hacen falta personas con un sólido fundamento teológico que a la vez manejen la última versión de cualquier tecnología digital.

 

Herramientas digitales al servicio del Reino

Esto nos lleva al siguiente punto. La tecnología no es solo un desafío, sino también una herramienta poderosa para la educación cristiana. Plataformas en línea, aplicaciones móviles, recursos multimedia, etc. Las posibilidades y oportunidades son infinitas. Podemos aprovechar estas herramientas, por ejemplo, para:

● Ampliar el alcance de la enseñanza bíblica: Hace falta ofrecer cursos por internet de calidad, estudios bíblicos interactivos, devocionales digitales y otros recursos que permitan a las personas acceder a la enseñanza bíblica en cualquier lugar y momento. Ya existe un buen número de aplicaciones, pero hay que mejorarlas continuamente.

● Personalizar el aprendizaje: Es imprescindible adaptar el contenido y el ritmo de aprendizaje a las necesidades individuales de cada estudiante, utilizando plataformas que permitan la evaluación del progreso y la retroalimentación personalizada. Más importante que ostentar diplomas es dominar lo aprendido y usar esta base para aumentar nuestros conocimientos de forma constante.

● Fomentar la interacción y el diálogo: Nos urge crear comunidades de aprendizaje por internet donde los estudiantes puedan compartir sus dudas, reflexiones y experiencias, enriqueciéndose mutuamente. La cuestión no es buscar un denominador común de bajo nivel, sino aspirar a conseguir el nivel más alto posible.

● Desarrollar habilidades digitales: Tenemos que equipar a los estudiantes con las competencias necesarias para usar la tecnología de forma responsable y efectiva en su vida personal, profesional y ministerial. Esto incluye el uso de redes sociales, la creación de contenido digital, la gestión de la información y la seguridad online. La cuestión no es disponer de "influencers" cristianos que a la vez son analfabetos teológicos, sino influenciar desde el conocimiento y la convicción sólida.

Tenemos que dejar atrás la costumbre de leer la Biblia como quien observa un museo polvoriento. Sería mejor experimentarla como un videojuego en realidad aumentada donde somos los protagonistas. Dicho sea de paso: esto debe de ser la intención de cualquier predicación. La meta no es memorizar versículos como datos fríos, sino que en la educación cristiana nos lancemos de cabeza al mundo de la fe y descubramos el mundo bíblico con la misma pasión con la que un "gamer" explora un nuevo nivel. Hay que escuchar el rugido de los leones en la historia de Daniel, navegar con Pablo en medio de la tormenta, caminar junto a Jesús por las polvorientas calles de Galilea. ¡Queremos que la Biblia deje de ser un libro antiguo y se convierta en una aventura épica!

Para esto hace falta imaginación bíblicamente fundada y nutrida de un conocimiento exacto. Pero esto solo es el comienzo. Es lógico que una persona sola no puede aprovechar bien los recursos disponibles. Para esto hace falta más: tenemos que ir a la ofensiva en nuestra forma de pensar, reflexionando en lo revelado y glorificando a Dios con nuestra mente.

 

La necesidad de laboratorios de ideas evangélicos

En otras palabras: hace falta pensar. Para responder a los desafíos y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la era digital, necesitamos ir más allá de la simple adaptación. En mi opinión, es crucial crear laboratorios de ideas evangélicos propios de cada país y cultura, espacios de reflexión, investigación y colaboración donde teólogos, educadores, comunicadores, programadores, ingenieros, científicos y expertos en tecnología puedan pensar juntos, compartiendo conocimientos y recursos.

Los integrantes de este grupo deberían:

● Analizar el impacto de la tecnología en la cultura y la fe: Esto significa que hay que investigar cómo la tecnología está moldeando la sociedad, la cultura y la forma en que las personas se relacionan con la fe, identificando tendencias, desafíos y oportunidades.

● Analizar los tiempos que corren: Tenemos que anticiparnos a los posibles desarrollos y cambios que nos esperan de aquí a diez, veinte y cincuenta años. Reaccionar a lo que nos viene encima no es una buena estrategia. Es mejor anticiparnos a los acontecimientos.

● Desarrollar estrategias de educación cristiana innovadoras: Nos hace falta crear nuevos métodos y recursos para la formación de discípulos en el contexto digital, experimentando con nuevas tecnologías y enfoques pedagógicos.

● Promover la alfabetización digital: Es una de las metas equipar a la comunidad cristiana con las herramientas necesarias para discernir la información, usar la tecnología de forma responsable, protegerse de los peligros en internet y participar en el debate público con sabiduría y convicción.

● Generar contenido de calidad: Urge producir materiales educativos, recursos multimedia y plataformas digitales que promuevan la verdad bíblica y una cosmovisión cristiana, utilizando un lenguaje accesible y formatos atractivos para las nuevas generaciones.

 

Conclusión

La educación cristiana en la era digital requiere un enfoque estratégico e innovador. No podemos simplemente replicar los modelos tradicionales en un nuevo formato. Necesitamos ser intencionales en la formación de discípulos que puedan navegar en el mundo digital con sabiduría, discernimiento y fidelidad a la Palabra de Dios. La creación de  laboratorios de ideas Evangélico puede ser un paso crucial para equipar a la iglesia y cumplir con la Gran Comisión en este nuevo escenario.

La tarea es inmensa, pero no estamos solos. Contamos con la guía del Espíritu Santo, la sabiduría de la Palabra de Dios y la creatividad de la comunidad cristiana. Trabajemos juntos para formar una nueva generación de discípulos, equipados para ser luz en la era digital, que proclaman la verdad de Cristo y transforman el mundo para Su gloria.

El que sabe manejar un teléfono móvil también debería ser capaz de manejar su Biblia. Más aún,  debería ser capaz de usar ese teléfono móvil para profundizar en su conocimiento de la Biblia y compartir su mensaje con el mundo.

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