El cuento del posadero malo

El nacimiento de Jesús suele presentarse plagado de adornos. Pero, en realidad, es la historia de un nacimiento normal en un entorno humilde.

22 DE MAYO DE 2024 · 13:17

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Imagen de Tim Mossholder en Unsplash.

En el corazón de Judea, una joven pareja se embarcaba en un viaje que cambiaría el curso de la historia. José, un hombre humilde y honrado, debía llevar a su prometida, María, a Belén, la ciudad de sus ancestros. El viaje fue largo y arduo, cruzando Israel durante tres o cuatro días. María, en avanzado estado de embarazo, enfrentaba las incomodidades del camino con quietud y resignación.

A medida que se acercaban a Belén, la esperanza del nacimiento inminente se contraponía a la incertidumbre del lugar donde alojarse. Al llegar a la ciudad, José buscó refugio en los mesones, pero en cada puerta se encontraba con el rechazo de un mesonero antipático. La desolación se extendía con cada negativa, hasta que, finalmente, un posadero les ofreció un lugar inesperado como solución in extremis: un establo.

Hasta aquí la historia que todos creemos conocer.

Pero ¿realmente tenía que sufrir Jesús y sus padres el rechazo de posaderos malhumorados y sin piedad? De verdad, ¿no había espacio para ellos en Belén?

Hay dos problemas con la interpretación tradicional de la historia del nacimiento de Jesús. El primero es la frase “no había sitio en el mesón”. El segundo es la pregunta: ¿por qué a José y María les costó encontrar un lugar donde alojarse?

La idea de que José —descendiente del famoso rey David— tenía dificultades para encontrar un sitio adecuado en su lugar de origen, es difícil de entender. Incluso con el censo en marcha, cuesta imaginarse que llegara a Belén para ser rechazado por sus propios familiares. Además, María también tenía parientes cerca. Lucas 1:39-40 menciona que ella se quedó con Zacarías y Elisabet, que vivían en la región montañosa de Judea. La hospitalidad era muy importante en aquella cultura. Habría sido impensable que una mujer judía embarazada llegara a una ciudad y la gente miraba para otro lado. Muchos versículos del Antiguo Testamento hablan de la importancia de la hospitalidad. Si alguien llamaba a la puerta de una casa para recibir una rotunda negativa de su dueño, el inhospitalario sería rechazado por su propia comunidad. Así de en serio se tomaba entonces la hospitalidad.

Al leer bien el texto, además nos damos cuenta de que no había urgencia al acercarse o entrar en Belén, en cuanto al parto inminente. Lucas 2:6 dice: “Y … estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.” Lucas no dice que el momento de dar a luz llegara mientras se acercaban a Belén. Ninguna palabra en el texto bíblico sugiere urgencia.

Pero si llegaron a Belén y María estaba bien, ¿por qué José no pudo encontrar un alojamiento adecuado? ¿Por qué puso a su esposa embarazada en un establo lleno de animales?

La RVR 1960 dice: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7).

La expresión pesebre automáticamente nos sugiere la imagen de un establo. Pero la palabra establo no aparece en el texto. Por eso, hay algunas cosas por aclarar. Comenzamos con la ubicación del pesebre. Había varias posibilidades: por ejemplo, un pesebre podía estar fuera de una casa, en un establo. Esta es la interpretación tradicional.

Pero hay dos posibilidades más. Si uno entiende cómo se construían las casas en aquel entonces, comprendemos mejor lo que realmente pasó. Una casa del primer siglo en Israel tendría una habitación grande donde la familia comía, cocinaba, dormía y hacía vida general. Al final de la habitación había unos escalones para bajar a un nivel aproximadamente un metro más bajo. Ese nivel inferior sería la habitación de los animales de la casa. No había ninguna pared que separara las habitaciones. Esa parte de los animales se solía construir de forma ligeramente inclinada hacia el exterior para facilitar la limpieza. En la superficie elevada de la sala familiar habría un pesebre para los animales más grandes en el suelo. Esos animales, como una vaca o un burro, podían acercarse al pesebre para comer. Los animales más pequeños, como las ovejas, tendrían un pesebre más pequeño que estaría tallado en el suelo de la parte de los animales. Algunas familias tenían un pesebre de madera que se podría llevar al interior.

Lucas no da ninguna descripción explícita de la escena, pero las pruebas arqueológicas y el texto bíblico sugieren que se trataba de este tipo de casas, donde nació nuestro Señor.

El diseño de las casas de una sola habitación puede verse en versículos como Mateo 5:15, donde Jesús menciona una luz sobre un candelabro que alumbra a todos los que están en la casa. Si hubiera varios pisos, varias habitaciones, pasillos y baños, eso sería imposible. Pero cuando la casa tiene una gran habitación con una sección un poco más baja para la entrada y los animales, se hace evidente cómo una luz en un candelabro daría luz a toda la casa.

El pesebre más grande, por lo tanto, estaba en la sala familiar, y el más pequeño en la sala de los animales. Estas son las otras dos opciones para su ubicación. La ubicación más probable del pesebre de Jesús es la de la habitación familiar.

Y eso nos lleva a la siguiente cuestión: ¿no nos habían enseñado que José y María fueron rechazados en todos los mesones y acabarían finalmente en un establo?

En primer lugar, la palabra mesón sale en singular. Belén era un pueblo y seguramente no tenía más que uno. En segundo lugar, la expresión nos trae a la mente la idea de un albergue. Ese tipo de albergues existían, como nos enseña la parábola del buen samaritano en Lucas 10:34. El versículo siguiente incluso hace referencia a un posadero. Pero es improbable que esto haya sido el caso en nuestra historia. Porque al examinar el texto, nos damos cuenta de algo interesante: la palabra griega utilizada en Lucas 2:7 (kataluma) es diferente de la palabra en Lucas 10:34 (pandocheion). Pandocheion únicamente aparece aquí en el Nuevo Testamento. La palabra kataluma aparece otras dos veces: En Lucas 22:11 y su versículo paralelo en el evangelio de Marcos. La palabra griega kataluma se traduce en Marcos 14:14 y Lucas 22:11 como “aposento” que era una habitación de huéspedes. Sin embargo, la mayoría de las versiones bíblicas traducen la misma expresión como “mesón” en Lucas 2:7.

“Habitación de huéspedes” sería probablemente la traducción más exacta también en Lucas 2:7. Podemos suponer que la habitación de invitados a la que Lucas se refiriere es una habitación añadida a una casa de una sola planta. La habitación de invitados (kataluma) tendría su propia entrada exterior.

Por lo tanto, José y María habían conseguido un alojamiento adecuado cuando llegaron a Belén y no estaban en un establo. Cuando los pastores lo vieron, Lucas dice: “Los pastores volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como se les había dicho” (Lucas 2:20).

En una cultura que valora tanto la hospitalidad, habría sido inimaginable que los pastores se marcharan y dejaran a la familia con un recién nacido en un establo. Cuanto más se entiende la hospitalidad en Oriente Medio, más fuerza adquiere este versículo.

Aclarado todo lo anterior, llegamos a la siguiente conclusión: José llevó a María a Belén para el censo ordenado por César Augusto. No tuvo prisa por encontrar un lugar. Cuando llegó, la habitación de invitados ya estaba llena, así que él y María tuvieron que quedarse en la habitación familiar con todos los demás, probablemente sus familiares. Cuando llegó el momento de dar a luz, María lo hizo en la sala de estar. Colocaron al niño Jesús en el pesebre para animales situado en el suelo de la sala familiar. No había cueva, ni establo, ni probablemente pesebre de madera.

Una vez más nos damos cuenta de que tenemos que ser precisos y exactos sobre la forma en que retratamos el nacimiento del Salvador. La historia del nacimiento de Jesús no es la historia de un rechazo, de un posadero severo o de un marido incompetente. Es la historia de un nacimiento normal en un entorno humilde. No había palacio, ni trono. Llama la atención la absoluta “normalidad” del nacimiento. Este Rey, Dios encarnado, tuvo un nacimiento normal para las circunstancias de la época. La encarnación es la historia de Dios Hijo que deja el cielo y viene a la tierra, demostrando Su amor por la humanidad. Este es el comienzo de la historia de cómo Dios salva a aquellos que ponen su confianza en Él.

Creo que es hora de devolverle su honor a los posaderos de la zona.

 

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