¿Qué hace el diablo?

A los creyentes nos conviene saber con quién nos enfrentamos y qué es lo que hace.

22 DE JULIO DE 2020 · 11:12

Fulton Street en el metro de Nueva York./ <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@martinadams?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Martin Adams</a>, Unsplash,
Fulton Street en el metro de Nueva York./ Martin Adams, Unsplash

“Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo”, dice el refrán. Solemos comentar así situaciones donde se malgastan esfuerzos sin sentido. Pero está claro que la afirmación no tiene nada que ver con el diablo de la Biblia. Suele dedicarse a cosas de mayor envergadura - aunque no deja de ser una ironía que sus esfuerzos al fin y al cabo carecen de sentido.

En el mundo militar es decisivo disponer de información certera sobre el enemigo. De eso depende todo. Y por eso las potencias militares se gastan un pastón en sus servicios de “inteligencia”.

A los creyentes también nos conviene saber con quién nos enfrentamos y qué es lo que hace. De eso va el tema de hoy. Ya hemos descartado lo de las moscas.

Empezamos con lo más fundamental: Satanás es una persona. La Biblia no deja lugar a dudas: tiene todas las características de una persona: voluntad, capacitad intelectual y emociones. Engaña, se comunica, tiene planes y se enfada. En el contexto de la Biblia siempre se le trata como una persona moralmente responsable de sus actos.

Y hablamos un poco de su naturaleza. Satanás es un espíritu, un ángel creado por Dios originalmente. Sin embargo, luego se desvió de su camino. Es homicida1, mentiroso2, peca desde el principio3 y es acusador de los creyentes4. En total: es nuestro adversario.5

Con esto ya sabemos bastante sobre sus características personales. Ahora es muy importante que sepamos también en qué áreas suele actuar juntamente con sus demonios y de qué manera. Como veremos, la lista es larga:

Intenta imitar la Palabra de Dios6. De la misma manera que el Espíritu Santo conoce las profundidades de Dios, así Satanás tiene sus verdades “profundas”7. Se puede escribir libros de filosofía y teologías sistemáticas con pensamientos impresionantes, pero muy equivocados.

Intenta imitar las obras de Dios. Apocalipsis 2:9 y 2 Corintios 11:13 nos demuestran que Satanás tiene sus ministros, sus apóstoles falsos, sus obreros fraudulentos y sus ministerios. Por cierto: no estamos hablando de grupos satánicos, sino de “iglesias” donde no se predica a Cristo y el evangelio no se proclama.

Satanás ciega el entendimiento. En 2 Corintios 4:4 se le llama “dios de este siglo”. Tiene aún todavía bastante influencia y poder en este mundo. Una de sus maneras preferidas de cegar el entendimiento es con el afán por dinero, poder y sexo. Suele usarlas con bastante éxito en el mundo, pero también entre los creyentes.

Satanás puede tentar. La historia por antonomasia la encontramos en Mateo 4 y 17 donde intentaba en ambas ocasiones desviar a Jesucristo del camino de la Cruz.

Hace milagros como nos dice 2 Tesalonicenses 2:9. Me parece particularmente importante este tema. Dios hace milagros, pero no todos los milagros vienen de Dios. Uno tiene la sensación de que también en esta área recoge resultados magníficos para sus planes.

Pero no se ceba únicamente con la Iglesia. También se ocupa de los que son del “mundo”. Apocalipsis 12:9 y 20:3 nos enseñan que Satanás engaña a las naciones. Su empeño es hacer todo lo posible para mantener las naciones en la ignorancia de la verdad de Dios. Por lo tanto cualquier intento de proclamar el evangelio es un ataque frontal en contra de los intereses de Satanás.

Nuestro tiempo con sus mentiras, manipulaciones y engaños es un reflejo del hecho de que la gran mayoría de la gente vive bajo el dominio de Satanás - sin darse cuenta de ello. En el drama “Fausto” de Goethe, el poeta pone las siguientes palabras en boca del diablo:

La gente no siente la presencia del diablo aunque les esté cogiendo por la solapa.8

El “dios de este siglo” ha cegado las mentes de los que no creen. Satanás engaña a tanto a personas individuales como a naciones enteras.9

Y como nos enseña la parábola del sembrador, una de sus especialidades es arrebatar la Palabra de Dios de los. Hace todo lo posible para impedir y entorpecer la obra de Dios. La mejor forma es que no se escuche la Palabra divina.

Pero el blanco por excelencia son los creyentes mismos. No es para asustarse, porque realmente el Señor nos ha dotado con una protección adecuada y más que suficiente. El caso es usarla. De esto quiero escribir la semana que viene.

Vamos a ver brevemente en qué áreas Satanás nos quiere hacer daño.

En primer lugar acusa a los creyentes. Es como un fiscal del Estado, pero de tamaño XXL. Y no le es complicado encontrar en cada uno de nosotros razones suficientes para sus acusaciones. El texto de Apocalipsis 12:10 nos indica que ya no puede llevar a cabo esta tarea delante de Dios por la obra redentora de Jesucristo. Menos mal que nuestro abogado siempre nos defiende de forma completamente eficaz.

Aunque esta puerta se le ha cerrado, nada le impide de momento llevar sus acusaciones directamente a los creyentes. ¿Quién no se ha asustado en más de una ocasión ante pensamientos que se centran en querer convencernos de que nosotros no tenemos arreglo y que Dios ya no está interesado en nosotros? ¿Quién no ha tenido que enfrentarse en ocasiones a periodos con pensamientos tétricos, dudando a veces de los mismos fundamentos de su propia salvación?

Contra las acusaciones del diablo no ayuda otra cosa que reconocer lo evidente: sí, somos pecadores que no tenemos excusa. Pero que a la vez el amor de Dios se ha manifestado en nuestras vidas y la sangre vertida de Cristo es prueba suficiente de ello.

Además, el maligno y sus huestes harán todo lo posible para empujarnos hacia el mal. De esa manera Pedro se convirtió en herramienta involuntaria del diablo10. Ananías y Safira incluso pagaron con sus vidas por esta razón11.

Sí, es posible que un creyente llegue a estar bajo la influencia de Satanás diciendo y haciendo cosas que hacen daño al Reino de Dios y que ayudan a cumplir la estrategia de Satanás. Satanás intenta llevar a creyentes a pecar. Pero queda también la gran verdad: no puede arrebatarnos de las manos de nuestros Señor.

Y como último, hacemos bien en no bajar la guardia. Estamos en guerra, porque Satanás nos ha declarado la guerra a los creyentes.

El apóstol Pablo lo afirma con toda claridad en la parte doctrinal de su epístola a los efesios (6:12):

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”

No soy partidario de la teología novelesca al estilo de Frank Perreti. Pero una cosa está clara: el creyente que cierra sus ojos ante esta realidad, tiene buenas expectativas de sufrir “las asechanzas del diablo” de las cuales advierte el versículo anterior. Nuestro enemigo siempre intenta estorbar.12

Parece que para algunos creyentes no es fácil darse cuenta que su lucha no es contra los demás hermanos, sino contra las fuerzas de la oscuridad. Bajo el manto de nuestras cruzadas personales contra los demás - sin misericordia, ni empatía - muchas veces se esconde simplemente una actitud amargada dirigida por un carácter envenenado por parte del enemigo. Es cierto: el diablo siembra la cizaña como nos explica Jesucristo en Mateo 13:39. Pero aquel que anda de arrancacizañas profesional, se expone al peligro de hacer más mal que bien.13

Con todo este cuadro, queda claro que al diablo según el testimonio bíblico no le hace falta matar moscas con el rabo. A ese arte se dedica más de un creyente.

 

Notas

1 Juan 8:44

2 ídem

3 1 Juan 3:8

4 Apocalipsis 12:10

5 1 Pedro 5:8

6 2 Corintios 11:13-15

7 Apocalipsis 2:24

8 Johann Wolfgang von Goethe: Fausto I, I, Taberna de Auerbach

9 2 Corintios 4:3-4

10 Mateo 16: 21-23

11 Hechos 5:1ss.

12 1 Tesalonicenses 2:18

13 Mateo 13:29

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