Los ángeles y la Gran Comisión

La Biblia apoya claramente la idea de que la existencia e interacción de los ángeles con nuestras vidas y ministerios es una realidad.

24 DE JUNIO DE 2020 · 11:34

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Imagen de Alexandre Debiève en Unsplash.

Proclamar el evangelio es una tarea que Dios ha dado a su Iglesia. Pero no ha dejado su pueblo solo ante esta tarea. Aparte del ministerio del Espíritu Santo es evidente que los ángeles desde el inicio han participado activamente en la Gran Comisión, llevando a cabo tareas de apoyo. Uno no puede leer el Nuevo Testamento sin llegar a esta conclusión.

Voy a citar de nuevo al teólogo John Owen que escribió: “Dios usa ángeles… por el bien de aquellos que son herederos de la salvación, para revelarles la grandeza y la gloria de la tarea de reunir, preservar y redimir su iglesia”.1

Si definimos el evangelismo como “proclamación de las buenas nuevas”, entonces los ángeles hicieron la primera declaración de la historia que habla del nacimiento del Salvador. Lo mismo ocurrió después de su resurrección: las palabras “no está aquí, pues ha resucitado”2, salen de la boca de uno de los mensajeros celestiales.

En 42 ocasiones los evangelios mencionan a los ángeles y a sus actividades. 21 veces aparecen en el libro de los Hechos. Su papel de apoyo en la fase inicial del evangelismo llama la atención, pero raras veces se habla de ello. Quiero mencionar solo unos pocos ejemplos:

Los apóstoles querían proclamar la resurrección de Jesucristo. Pero las autoridades tenían algo en contra. Encarcelaron a algunos de los apóstoles. Pero en varias ocasiones un ángel los sacó de la cárcel3.

Fue un ángel quien habló a Felipe y le dio instrucciones para encontrarse con un ministro de la reina de Etiopía4. Un ángel preparó la primera proclamación del evangelio en la casa de un pagano: la del centurión romano Cornelio.5 La lista de eventos es larga.

Curiosamente, los creyentes somos muy dados a reconocer la oposición de Satanás a la obra misionera. Pero raras veces se menciona que la historia tiene también otra cara: la participación de los ángeles en esta tarea. ¿A qué se debe este silencio? ¿Por qué no los tenemos más en cuenta? Nuestro Dios no ha cambiado. Él sigue enviando a sus ángeles para trabajar en favor de aquellos que proclaman el evangelio. Esta verdad tiene una base teológica sólida.

Por eso, no me extraña que la historia del evangelismo y de las misiones mundiales está llena de testimonios muy creíbles del apoyo angélico en momentos muy críticos.

Desde que empecé a escribir esta serie de artículos no han parado de llegarme testimonios de hermanos -y por cierto: de diferentes denominaciones y teologías- que me han contado sus experiencias en este sentido. Y son experiencias perfectamente avaladas por la Escritura. Algunos me han confesado que nunca se atrevieron antes a contarlo por miedo a ser tachados de místicos, ilusos y poco serios.

¿No es precisamente la falta de tomar en serio el ministerio de los ángeles -tan frecuentemente mencionado y descrito en las páginas de la Biblia- una razón que nos resta valor y decisión a la hora de proclamar las verdades divinas? El ejército de Dios es una realidad. Satanás y sus huestes lo saben. Pero muchos cristianos simplemente lo ignoran.

Es verdad: las iglesias de la Reforma se pronunciaron con cierto cuidado a la hora de hablar del tema. Pero se pronunciaron. Que lo hicieron con cuidado era una reacción entendible ante los excesos de adoración y veneración de los ángeles en la Iglesia Romana.

Como ya mencioné en un artículo anterior, Juan Calvino desarrolló una angelología muy detallada y bien elaborada en su obra magna, la Institución de la Religión Cristiana. Recomiendo la lectura de esta parte a todo el mundo, también a aquellos que no suelen comulgar mucho con Calvino porque lo que extrae de la Escritura es inapelable y raras veces fue escrito de forma tan concentrada y a la vez entendible.

Nos hace mucha falta la profunda dependencia de la Escritura en este tema que sufre por un lado de un sensacionalismo desmesurado y por otro lado de un mutis absoluto en el mundo evangélico. La Biblia apoya claramente la idea de que la existencia e interacción de los ángeles con nuestras vidas y ministerios es una realidad. Dios abre las ventanas del cielo para interferir en los asuntos de esta tierra. Y, como hemos visto, manda sus ángeles para servir a su Iglesia. Su presencia nos es aliento, pero también aviso.

Al mismo tiempo vemos que los mensajeros celestiales tajantemente rechazan cualquier forma de veneración o incluso adoración.6

Normalmente, su actuación es discreta e invisible para nuestros ojos. El autor de Hebreos incluso escribe que algunos creyentes han acogido forasteros en sus casas que eran ángeles7. Abraham era el primero. Pero seguramente no el último.

Quiero ser muy claro: la obra de Jesucristo en nuestra salvación es fundamental y única. Él es nuestro único y suficiente Mediador. Solo en Él hay salvación. Pero esta verdad no nos debería llevar a la conclusión de que Dios ya no se sirve del ministerio sobrenatural de los mensajeros celestiales para llevar a cabo su voluntad. No deberíamos ceder el espacio de este tema a los discípulos del esoterismo y la Nueva Era que usan conceptos paganos para promover su idea de los ángeles, ajenas a la Biblia.

El ministerio incesante de los ángeles debería ser de ánimo para una Iglesia misionera, pero a la vez perseguida y bajo asedio - más que nunca antes en su historia. Misión y persecución van mano en mano. Si la Biblia algo nos enseña sobre el tema es la simple verdad: Dios no deja desamparada a su Iglesia perseguida.

El judío Michael Horowitz escribió en la introducción del libro de Paul Marshall con el título “Their blood cries out” (su sangre clama):

La persecución creciente de cristianos se parece de una forma preocupante a la persecución de los judíos (…) durante una buena parte de la historia de Europa”.8

Los cristianos, el grupo más perseguido del mundo, son cabezas de turco en los regímenes islámicos y comunistas de este mundo y en una manera creciente también en las democracias occidentales con su secularismo radical y militante.

Y en este contexto nos viene bien esta verdad: no estamos solos en esta batalla espiritual. A veces Dios demuestra su cuidado interviniendo en favor de sus hijos que sufren. Y muchas veces el mundo también se beneficia de paso9.

Dios conoce nuestras flaquezas, los peligros a los cuales nos vemos expuestos y las constantes amenazas a nuestras vidas, a veces incluso desconocidas para nosotros. Sin su intervención constante en forma de innumerables guardianes, la historia sería bien distinta. Dios se sirve de sus ángeles para consolarnos en nuestras debilidades. Si a Jesucristo le hizo falta en su batalla decisiva en Getsemaní, cuanto más a nosotros.

Vivimos en un tiempo donde los poderes malignos parecen ocupar cada vez más terreno. Pero nunca deberíamos olvidar que no estamos solos. Y además estamos en el lado del vencedor. En el cumplimiento del propósito divino los ángeles están acampando alrededor del pueblo de Dios. Estoy convencido de que la falta de reconocimiento del ministerio de los ángeles en nuestras vidas tendrá una consecuencia importante: debilitarnos espiritualmente. Sigue válida la palabra de Eliseo a su siervo atemorizado: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.”10

Cuando la Iglesia se reune solemnemente para rendirle culto a su Dios y Salvador, los ángeles están presentes. Y cuando los cristianos claman en su desesperación “líbranos del mal”, los recursos del Señor no flaquean. Con derecho nosotros no extendemos el Reino de Dios con la ayuda de la espada. Sería un método tan ineficaz como mundano. Pero la Iglesia triunfante y victoriosa cuenta con la ayuda de las huestes celestiales ordenadas para servir al pueblo de Dios. Y donde los ángeles actúan los imperios tiemblan y caen. Lo notarán también en su momento los imperios de nuestros días. Ellos caerán, pero la Iglesia y su evangelio sigue triunfando.

 

Notas

1 The Works of John Owen, Edinburgh (1854), vol. XIX, p. 246 (trad. del autor)

2 Mateo 28:6

3 Hechos 5:19; 12:19

4 Hechos 8:26

5 Hechos 10:30-32

6 Apocalipsis 22:8.9

7 Hebreos 13:2

8 Michael Horowitz en Paul Marshall: Their blood cries out, Dallas (1997), p.16 (trad. del autor)

9 Hechos 27:24

10 2 Reyes 6:16

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