Babel: una torre para gobernarlos a todos [1]

¿Me creerías si te digo que quizás entendimos la historia de Babel exactamente al revés durante un montón de tiempo?

15 DE OCTUBRE DE 2022 · 23:00

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La historia de la Torre de Babel es mucho más interesante de lo que yo pensaba. ¿Me creerías si te digo que quizás la entendimos exactamente al revés durante un montón de tiempo? Lo que te voy a contar no es simplemente una anécdota; es una forma de entender la obra de Dios y la vida con otras personas con implicaciones tremendas.

La historia que todos conocemos

El relato de la Torre de Babel está en Génesis 11:1-9. Es súper conocido, pero vamos a repasarlo por las dudas:

Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y usaban las mismas palabras. Al emigrar hacia el oriente, encontraron una llanura en la tierra de Babilonia y se establecieron allí. Comenzaron a decirse unos a otros: “Vamos a hacer ladrillos y endurecerlos con fuego”. Construyamos una gran ciudad para nosotros con una torre que llegue hasta el cielo. Eso nos hará famosos y evitará que nos dispersemos por todo el mundo”. Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo, y dijo: “¡Miren! La gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer les será imposible! Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse unos a otros”. De esa manera, el Señor los dispersó por todo el mundo, y ellos dejaron de construir la ciudad. Por eso la ciudad se llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió a la gente con distintos idiomas. Así los dispersó por todo el mundo.

La historia que todos conocemos es básicamente la siguiente: en esta época, la humanidad hablaba el mismo idioma y habían inventado algo revolucionario: el ladrillo. Así que empezaron a construir una torre y querían llegar hasta el cielo. Pero a Dios no le gusta nada la idea, así que baja y confunde las lenguas. Como la gente ya no se puede entender, deja de construir la ciudad y se dispersa por todo el mundo.

La moraleja tradicional de esta historia parece enseñarnos que no debemos ser arrogantes; o sea: no podemos llegar al cielo, y cuando lo intentamos, sufrimos terribles consecuencias. Pero hay algo más. Esta interpretación también sugiere que lo mejor es tener una sola lengua. En otras palabras: hablar de una misma forma es una bendición, mientras que la multiplicidad de lenguas es un castigo. Desde esta perspectiva, la pérdida de la lengua única es otra mancha en el camino de la humanidad. Después de perder la inocencia del Huerto del Edén, pierden ahora la posibilidad de comunicarse.

Según la interpretación tradicional de la historia de Babel, la diversidad lingüística es una maldición causada por la desobediencia. ¿Pero qué pasaría si te digo que la multiplicación de las lenguas, más que un castigo, fue una bendición de Dios? 

Un poco de contexto histórico

Hay bastante consenso entre los biblistas de que el relato de la Torre de Babel fue escrito en el siglo VI a. C., cuando el rey Nabucodonosor había llevado cautivo al pueblo judío a Babilonia. Y seguro alguien me va a decir: ¿Cómo se va a escribir en tiempos del exilio babilónico en el siglo VI si lo escribió Moisés, que vivió como mil años antes? Efectivamente, según una tradición rabínica muy antigua, Moisés fue el escritor de los primeros cinco libros de la Biblia. 

Pero acá hay que decir dos cosas; primero, que la Biblia no afirma en ningún momento que Moisés haya escrito el Pentateuco tal como lo tenemos hoy; y segundo, que desde hace tiempo hay biblistas que se cuestionan la veracidad histórica de esta tradición rabínica. Aunque no hay un consenso sobre este tema, tanto los que afirman que fue Moisés como los que no, creen que la forma definitiva de estos libros se terminó de fijar recién al volver del exilio de Babilonia. Y probablemente, una figura clave en esta compilación final de los escritos fue el sacerdote Esdras.

Quiero que te imagines por un segundo la situación de este pueblo exiliado; habían perdido todas las cosas que les daban identidad: el templo, su tierra, el rey. Todo había desaparecido. Estaban cautivos en una tierra extraña; en ese contexto, surge la historia de Babel. 

Cuando ponemos al texto en su contexto, la cosa se pone interesante. Porque más allá de un dato anecdótico sobre por qué existen tantas lenguas en el mundo, empezamos a descubrir la ironía de este texto, su profunda verdad espiritual. La historia de la torre de Babel nos está diciendo algo sobre la historia del pueblo de Dios.

Babel es Babilonia

El término hebreo “Babel” es un juego de palabras. En primer lugar, en hebreo suena como “bla-bla-bla”. En segundo lugar, juega con la palabra hebrea “balal”, que significa “confundir”, y de ahí viene el tema de la confusión de lenguas. En tercer lugar, juega con el nombre babilónico “Bab El”, que significa “puerta de Dios”; y el nombre original de Babilonia en idioma sumerio también era “puerta de los dioses”. O sea, el nombre “Babel” no solo es un juego de palabras sobre la confusión, sino que significa lo mismo que Babilonia.

Pero eso no es todo. Imagínate ser uno de estos judíos prisioneros en el Imperio más grande del mundo, conocido por sus ejércitos, sus jardines colgantes y sus grandes construcciones. En ese contexto, surge una historia de una civilización que se establece en la llanura de Babilonia, que se llama igual que Babilonia y que construye una ciudad con una torre gigantesca.

Pero eso no es todo. Un emperador babilónico llamado Nabopolasar se hizo famoso por construir una torre de muchos pisos: el “zigurat de Marduk”. Como no pudo acabarla, el que la terminó fue su hijo, Nabucodonosor, el mismo que llevó a los judíos al exilio. La gente le puso un nombre a ese edificio; le decían “Etemenanki”, que significa “la mansión de lo alto entre el cielo y la tierra”. Tenía siete pisos y al último piso lo pintaron de azul, para que, al mirarlo desde el suelo, pareciera que la torre llegaba hasta el cielo.

Pero eso no es todo. En Babilonia había un mito muy conocido, llamado Enmerkar y el señor de Aratta. Las similitudes con la historia de Babel son increíbles. Enmerkar y el señor de Aratta cuenta la historia de un rey que construye un gran edificio y le pide a la gente que le pague impuestos, pero como la gente no le paga, el rey los maldice confundiendo sus lenguas.

Todo esto no es coincidencia. Decir Babel es otra forma de decir Babilonia. Esta historia de la Biblia está escrita maravillosamente. Primero, hace un juego de palabras entre Babilonia y confusión. Segundo, hace una referencia irónica a una torre famosa que había en Babilonia. Y tercero, reescribe un famoso mito babilónico, pero en un tono satírico. Todo eso en 9 versículos.

Los lectores originales de esta historia se daban cuenta inmediatamente de que Babel es Babilonia. Y acá alguien podría decir: “Ahh, qué interesante este dato, pero la verdad, no me hace ninguna diferencia”.

De eso voy a hablar la próxima semana…

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