Pablo Martínez: ‘Esta sociedad está rebajando de forma deliberada la dignidad del ser humano’

Un análisis a la España actual en una entrevista con motivo del las IV Jornadas Nacionales de Bioética.

03 DE OCTUBRE DE 2022 · 19:57

Pablo Martínez Vila,Pablo Martínez Vila
Pablo Martínez Vila

Estamos con Pablo Martinez Vila, psiquiatra, escritor y conferenciante internacional. Vamos a tratar con él acerca de las IV Jornadas Nacionales de Bioética que se celebrarán del 2 al 5 de diciembre de 2022 en Alpedrete (Madrid).

 

Pregunta.- ¿Qué significado y trascendencia tienen estas Jornadas?

Respuesta.- Como cristianos estamos llamados a ver el mundo y vivir en el mundo con la mente de Cristo, lo que llamamos una cosmovisión cristiana. Tener la mente de Cristo significa discernir el espíritu de la época, lo que el apóstol Pablo llama la forma de ser de este siglo. Esto es importante para los creyentes porque mientras el Espíritu Santo obra dentro de nosotros, el espíritu de la época, el espíritu secular, actúa desde fuera sobre nosotros; es  un combate, y por ello discernir el espíritu de la época no es un lujo reservado para algunos “cristianos pensantes” o intelectuales, sino que es un ejercicio necesario para todo creyente; es condición indispensable para desarrollar la mente de Cristo, es decir para tener una cosmovisión cristiana.

En otras palabras, la bioética no es un asunto de aula universitaria, sino de la vida diaria, está en la calle, en muchas decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida. No es un debate sólo de ideas, sino que -nunca mejor dicho-es un asunto de vida y muerte. Éste es precisamente el título de un libro del conferenciante de las Jornadas, John Wyatt.  Una obra excelente y que recomiendo.   

 

P.- Este año el lema es "Por la vida y el cuidado de la creación", lo que implica una mirada más amplia de nuestro mundo como cristianos incluyendo el cuidado de la creación ¿Cómo valoras este aspecto de las Jornadas? 

R.- Un gran acierto de los organizadores porque la Tierra, la creación de Dios, está cada vez más enferma. Podríamos decir que los gemidos de la creación son cada vez más audibles (Romanos 8). Dios le dio al ser humano la responsabilidad de administrar la tierra el mandato cultural de Génesis 1:28). En otras palabras, somos mayordomos de una casa que no es nuestra, pero que se nos dio en usufructo.

El cuidado de la creación es parte inseparable de nuestra mayordomía como cristianos. Pero aquí necesitamos una palabra de precaución. Cuidado con un extremo que estamos viendo hoy: el culto a la naturaleza, el ecologismo como religión.  Los cristianos disfrutamos de la naturaleza, cuidamos la naturaleza, pero no adoramos la naturaleza.

El ecologismo no puede convertirse en un ídolo. La ecología no puede ser una nueva forma de religión.

Ser un ferviente defensor del ecologismo es admirable, es necesario, pero sin perder de vista el orden de valores: la Creación no está por delante del Creador.  No podemos caer en el pecado del que advierte el apóstol Pablo “dando culto a lo creado, a la criatura, antes que al Creador”. Por tanto, mayordomos de la Creación, sí, al cien por cien; pero adoradores y tener el ecologismo como una religión de ninguna manera, cuidado con ello.

 

P.- ¿En qué otras cuestiones ha cambiado o se ha introducido nuevos temas o debates desde la perspectiva ética cristiana en estos últimos años?

R.- No han cambiado los problemas esenciales de la bioética que siempre giran alrededor de lo mismo, la vida y la muerte, ya sea de las personas o de la Creación, de la Tierra que habitamos. Esto no ha cambiado ni cambiará porque bioética significa justamente esto: la ética de la vida.

Lo que sí ha cambiado es el entorno, el ambiente ideológico en el que vivimos estos problemas. Comparando con las I Jornadas en 1988 no han cambiado los problemas de fondo, pero sí la manera de vivirlos; diríamos que no ha cambiado “la piscina”, pero sí “el agua de la piscina”.

¿En qué sentido? Occidente va camino del totalitarismo ideológico, una auténtica dictadura de las ideas sujeta a una religión irónicamente llamada “progresismo”. Esta religión global no es más que neo-materialismo, una variante del materialismo científico de los dos últimos siglos. El punto clave para nosotros (en bioética) es el concepto que esta religión tiene del Hombre: su antropología se basa en un individualismo radical y un hedonismo narcotizante.

Narcotiza a muchos ofreciendo un paraíso de autonomía, autorrealización y autosuficiencia. No olvidemos que el padre del materialismo científico -H. Spencer- ordenó poner en su lápida una sola palabra: Infelicisimus, profundamente infeliz. El materialismo científico al final solo lleva a la infelicidad más profunda.

Un ejemplo significativo de esta antropología profundamente egoísta lo vemos en la forma actual de legislar: se defiende a ultranza el derecho a morir - ley del suicidio asistido, ley de la eutanasia, etc.; y por otro lado se elimina el derecho a vivir de la persona en formación, se acaba con el derecho a nacer. Y esta perversión de valores se hace suprimiendo  derechos tan elementales como el derecho a la información, a la reflexión y a la libertad de expresión (aspectos muy cuestionados y criticables de la nueva ley del aborto).  Este entorno opresivo, que restringe libertades básicas, es lo que ha cambiado y que como creyentes debe preocuparnos por dónde nos puede llevar y a dónde puede llegar.

 

P.- El invitado principal es John Wyatt ¿qué crees que aportará en el debate de la eutanasia y otros temas éticos?

R.- John Wyatt  es una persona humilde y al mismo tiempo un gran pensador. Nos conocimos hace 40 años por medio de John Stott. Desde entonces hemos disfrutado de una buena amistad.

Es una persona muy cualificada con unas credenciales académicas sobresalientes. Combina de forma magistral la reflexión profunda con la aplicación práctica. Es un pensador con los pies en el suelo. Esto le convierte en una voz muy respetada no sólo en círculos cristianos sino también seculares. Su contribución a lo largo de los años hasta la fecha ha proporcionado una cosmovisión cristiana de la bioética formidable, imprescindible para pensar y vivir rectamente, de forma santa, en estos asuntos y en este mundo. Seguro que va a ser muy enriquecedor escucharle.

 

P.- Tú participas con varias reflexiones bíblicas sobre la dignidad humana. No queremos hacer spoiler, pero ¿hasta qué punto esta cuestión está en entredicho en nuestra sociedad?

R.- Nuestra sociedad está rebajando de forma sutil pero deliberada la dignidad del ser humano. Algo funciona muy mal en un mundo que se preocupa en extremo por el bienestar de los animales, los protege con leyes y los eleva casi a la categoría de personas, pero al mismo tiempo permite y promueve que se pueda matar a vidas humanas en formación (el aborto). Tratar a los animales como personas y a las personas como animales es una de las perversiones más malignas de nuestro tiempo. 

¿Por qué me expreso en estos términos de gravedad? La dignidad humana viene dada por la imagen de Dios en el ser humano. Lo que nos diferencia de los animales es que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Los animales son creación de Dios pero no llevan la imagen de Dios. De este sello divino único proviene la dignidad y la santidad de la vida humana -su carácter sagrado-que nos impide matar a otra persona.

En la medida en que nuestra sociedad se aleja de Dios, borra este sello divino y equipara al hombre con el animal. Es un proceso lógico porque, como hemos visto,  el ateísmo tiene un concepto materialista del ser humano, no somos más que un mono desnudo (Desmond Morris).

Esta tendencia viene acentuada hoy por las religiones orientales, en particular el budismo que da carácter sagrado a ciertos animales. Esta creciente influencia del orientalismo es sutil, pero muy potente. Su consecuencia final es el culto a los animales; el animalismo lleva camino de convertirse en una nueva religión. Y hemos de alzar la voz como creyentes porque esto es también un asunto de bioética. Cuidamos los animales y nos preocupamos por tratarlos adecuadamente (así nos enseña a hacerlo la Palabra de Dios), pero no podemos equipararlos: el ser humano es sagrado porque lleva la imagen de Dios, los animales no.

 

P.- Algo más que nos quieras decir, animar a asistir a estas Jornadas... 

R.- Dos palabras, “Ven y ve”, como le dijo Felipe a  Natanael. Creo que es importante asistir a estas Jornadas para aprender, comprometerse y actuar. Nuestro mundo sangrante necesita la cosmovisión cristiana de la bioética  porque es generadora de vida y de calidad de vida.  Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y vida  en abundancia (Jn. 10:10). De ahí emana toda la bioética.    

 

Puede ver aquí la entrevista en video:

Toda la información e inscripciones en www.jornadasbioetica.es

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