¿Tiene la Biblia algo que decir sobre los aranceles y la guerra comercial?
Los aranceles no son nuevos y pueden producir varios efectos. Moisés Contreras explica principios cristianos para el comercio,más allá de los intereses políticos.
ESPAÑA · 09 DE ABRIL DE 2025 · 20:55

El 9 de abril entraban en vigor una medida impulsada por EEUU que provocó un shock anticipado en la economía mundial.
Los aranceles, o impuestos a productos que llegan desde el extranjero, pretenden ser una forma de proteger la producción industrial del país, y por tanto a sus trabajadores, aumentando además los ingresos del estado. Pero esta medida proteccionista, que choca con las normas no escritas del comercio mundial de las últimas décadas, puede frenar drásticamente no sólo la inversión económica (como mostró la caída de las bolsas) sino también la capacidad de consumo de las familias.
Para entender mejor los efectos de una guerra comercial global como la que se podría desencadenar y saber si la Biblia tiene algo que decir sobre ello, Evangelical Focus preguntó a Moisés Contreras, un ejecutivo con larga experiencia en comercio internacional.
Contreras es también miembro de Compass Europe y preside el grupo de trabajo sobre Discipulado Financiero de la Alianza Evangélica Española.
Pregunta. A los que no somos expertos en economía, nos cuesta medir el impacto real de una guerra comercial en la vida diaria. ¿Por qué es importante el actual debate global sobre aranceles y cómo nos afectará?
Respuesta. Desde los albores de la producción industrial, las transacciones mercantiles transfronterizas han estado acompañadas de la imposición de tarifas arancelarias, inicialmente de carácter general y posteriormente con una especificidad creciente según el origen y la aplicación de los productos.
Estos aranceles responden fundamentalmente a dos propósitos: la provisión de ingresos fiscales al Estado, compensando la menor recaudación por la posible disminución de la producción nacional, y la protección de la industria interna mediante el encarecimiento de los bienes importados.
Aunque en un primer momento las tarifas arancelarias suponen una carga económica para los consumidores de productos foráneos, a largo plazo pueden estimular la inversión local, tanto nacional como extranjera, generando una ventaja competitiva para el mercado interno.
El debate actual está en la justicia y la pertinencia de estas medidas, considerando también su utilización como instrumentos de presión en el contexto de las disputas comerciales entre naciones.
“La Biblia es clara en cuanto a la obligación de los ciudadanos de cumplir con las leyes fiscales”
P. ¿Habla la Biblia de aranceles, de impuestos y de comercio internacional? ¿Qué imagen se nos da de ellos?R. La génesis de los sistemas tributarios se remonta a tiempos ancestrales, encontrando sus primeras manifestaciones documentadas incluso en el libro de Génesis. Allí, el patriarca José implementó un sistema de recaudación del 20% sobre la producción agrícola, sentando un precedente para la función del impuesto como herramienta de financiación estatal.
Esta práctica se sofisticó con el reinado de Salomón, cuya habilidad financiera se evidenció en sus acuerdos comerciales con naciones vecinas (1 Reyes 5:1-12) y en la creación de una próspera flota mercante en el Mar Rojo (1 Reyes 10:11-12, 22).
La ubicación estratégica de Israel como centro de comercio entre continentes sugiere la existencia de una política fiscal para regular estas transacciones, aunque la considerable carga impositiva impuesta por Salomón tuvo repercusiones políticas significativas, como la pérdida del trono por parte de su hijo y la división posterior del reino.
No obstante, la enseñanza bíblica es clara en cuanto a la obligación de los ciudadanos de cumplir con las leyes fiscales, tal como lo expresó Jesús (Marcos 12:17) y lo reafirmó Pablo (Romanos 13:1-7).
Desde una perspectiva cristiana, el pago de impuestos puede interpretarse como una respuesta a la providencia divina, un reconocimiento de las bendiciones materiales recibidas.
La oración por la sabiduría y la rectitud de los gobernantes en la gestión de estos recursos es un deber fundamental para los creyentes.
P. En las últimas décadas, Europa ha desarrollado un mercado común con la UE y otras regiones que tienen proyectos similares. Facilitar las importaciones y exportaciones se ha visto como una forma de promover la paz entre países. ¿Por qué?
R. La Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) representa un modelo significativo en la búsqueda de la equidad fiscal, particularmente en lo referente al intercambio comercial entre sus estados miembros. Este marco de cooperación ha demostrado ser un instrumento eficaz para fortalecer la competitividad industrial a nivel global y para incentivar la producción interna de bienes y servicios esenciales.
Pero una cuestión fundamental que emerge en el análisis de la política comercial de la UE es la equidad en la aplicación de tarifas arancelarias a los países que comercian con el bloque, tanto en importaciones como en exportaciones.
Este equilibrio, reflejado en la balanza comercial, es un indicador crucial de la justicia y la sostenibilidad de las relaciones económicas de la Unión Europea con el resto del mundo.
“La política de la administración Trump podría interpretarse como una estrategia disruptiva, destinada a generar una alarma a nivel global”
P. La política aislacionista de Trump está causando un terremoto comercial. ¿Pero puede tener consecuencias políticas e incluso provocar nuevos conflictos armados?R. Para comprender la política comercial implementada por la administración del presidente de los Estados Unidos, es primordial analizar las motivaciones subyacentes que impulsaron dichas acciones, enmarcadas dentro de las facultades constitucionales americanas que otorgan al ejecutivo la capacidad de establecer regulaciones fiscales.
La imagen del presidente Trump presentando un gráfico de la balanza comercial entre Estados Unidos y el resto del mundo se ha convertido en un símbolo de su enfoque en esta materia. En particular, la relación comercial con la Unión Europea revela un déficit para Estados Unidos.
Datos de Eurostat para 2024 indican que, si bien Estados Unidos fue el principal destino de las exportaciones de bienes de la UE (20,6%), se posicionó como el segundo mayor proveedor de importaciones a la UE (13,7%). Este desequilibrio constituye un factor significativo en la estrategia de la administración Trump para reconfigurar los flujos comerciales.
La estrategia implementada para equilibrar esta balanza se fundamenta, en parte, en el incremento de aranceles. Es una medida proteccionista que busca favorecer el consumo de productos nacionales y, simultáneamente, incentivar a empresas extranjeras a establecer plantas de producción dentro del territorio estadounidense, generando así empleo e inversión local.
La política de la administración Trump podría interpretarse como una estrategia disruptiva, posiblemente evitada por administraciones previas, destinada a generar una alarma a nivel global. El objetivo detrás sería propiciar la negociación de acuerdos bilaterales que establezcan reglas comerciales percibidas como más equitativas para Estados Unidos en sus relaciones con otras naciones.
Las políticas arancelarias, si bien pueden generar tensiones comerciales, no necesariamente constituyen la génesis de conflictos armados. Más bien, pueden interpretarse como estímulos para que las naciones revisen y fortalezcan su competitividad comercial, disminuyendo la dependencia de productos foráneos. El caso de China ilustra esta dinámica, habiendo logrado posicionar sus productos como elementos esenciales en diversas cadenas de producción global, desde aditivos alimentarios hasta componentes electrónicos.
Ante este panorama, resulta pertinente preguntarnos qué estrategia adoptar Europa para mitigar su dependencia comercial. Se espera que los líderes de la Unión Europea reconozcan esta necesidad como un objetivo prioritario a corto plazo, implementando políticas que fomenten la autonomía y la competitividad del bloque en el escenario económico global.
P. Como cristiano, ¿qué valores aceptados por todos los países te gustaría ver en el comercio internacional? ¿Qué principios bíblicos nos ayudarían a todos?
A. Como creyentes, aspiramos a ver reflejados en el comercio internacional valores que promuevan la dignidad humana y el bienestar colectivo. Algunos de estos valores, con resonancia universal, se fundamentan en principios bíblicos esenciales:
La justicia y la equidad son pilares del mensaje bíblico (Miqueas 6:8). En el contexto del comercio internacional, esto se traduce en la necesidad de políticas fiscales que busquen un equilibrio.
Es imperativo apoyar a las naciones más vulnerables, no solo a través de la importación de sus productos, sino también mediante iniciativas que fortalezcan su competitividad industrial local. Esto refleja el principio bíblico de ayudar al prójimo y levantar al caído.
“Promover la equidad, la diligencia y la responsabilidad fiscal contribuye a la construcción de un sistema comercial más justo”
La Palabra de Dios nos exhorta a la diligencia en todas nuestras labores (Proverbios 10:4). Los cristianos en el ámbito empresarial deben ser ejemplos de profesionalidad y eficiencia, contribuyendo a la competitividad de sus empresas y, por ende, a la mejora de la balanza comercial de sus naciones. Esta diligencia es una expresión práctica de honrar el trabajo y ser buenos mayordomos de los talentos y recursos.El principio de sujeción a las autoridades, incluyendo las fiscales, está claramente establecido en Romanos 13:5-7: “Por lo cual es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por motivos de conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios, que se dedican continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que, impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.
Este mandato bíblico nos llama a la responsabilidad fiscal y al cumplimiento de las leyes tributarias, reconociendo el papel legítimo de las autoridades en la administración de la sociedad.
La fe cristiana nos impulsa a ser agentes de transformación en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el comercio internacional. Al promover valores como la equidad, la diligencia y la responsabilidad fiscal, fundamentados en principios bíblicos, podemos contribuir a la construcción de un sistema comercial más justo, próspero y que refleje el carácter de Dios.
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