“No existe el ‘test perfecto’ en salud mental”

La ciencia médica es eficaz pero limitada para conocer qué ocurre en la mente de ciertas personas que desarrollan patologías delirantes.

Daniel Hofkamp

27 DE MARZO DE 2015 · 16:47

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Es difícil todavía conocer qué pudo pasar por la mente de Andreas Lubitz, el copiloto del avión de Germanwings, cuando – según la fiscalía francesa – dirigía el avión hacia la montaña sabiendo que provocaría su propia muerte y la de los demás 149 pasajeros en vuelo.

 

Pablo Martínez Vila.

 Una de las cuestiones que se intenta responder es si las revisiones a las que se someten los pilotos para comprobar si son capaces de llevar a cabo su labor es lo suficientemente exhaustiva.

Asimismo, el giro del caso – de un accidente a un homicidio voluntario – también podría tener consecuencias en la forma en la que familiares y allegados de las víctimas afrontan el duelo.

El psiquiatra evangélico Pablo Martínez Vila nos da algunas respuestas a estos interrogantes.

 

Pregunta. ¿Es posible que halla fallado el protocolo de test psicológico a los pilotos? ¿Son estas pruebas fiables?

Respuesta. Desconozco cuál es el protocolo empleado por las compañías aéreas por lo que no puedo emitir un juicio crítico más que aproximado. Supongo que las pruebas a las que se somete a un potencial piloto son exhaustivas, pero nunca son infalibles porque no existe en salud mental “el test perfecto” que ofrezca un diagnóstico de certeza absoluta. Además, el diagnóstico en psiquiatría es muy dinámico, puede cambiar en cuestión de semanas o meses y ello obliga a revisiones periódicas exhaustivas. En cuanto a los tests psicológicos - una de las probables exploraciones usadas en los pilotos- sólo nos dan una visión aproximada de la realidad, pero desde luego no definitiva. Tan importante como los tests es la conversación o historia clínica, la comunicación gestual, la entrevista con la familia, etc. Quizás todo esto no se pueda realizar en unas pruebas de selección para una profesión determinada, pero deberían extremarse los controles en las profesiones que suponen riesgo para terceras personas.

 

P. ¿Es posible para un especialista prever un comportamiento tan extremo, como el que pudo llevar al copiloto a actuar de esta forma, en una persona a tratamiento?

R. En la inmensa mayoría de casos un profesional experto conoce bien los riesgos que un paciente tiene de hacerse daño o de hacerlo a otros y actúa en consecuencia. Ahí radica la importante responsabilidad del psiquiatra y del psicólogo. Sin embargo, como decíamos antes, siempre hay un margen para lo imprevisible y también la posibilidad de ocultar deliberadamente una patología, en especial de tipo delirante. Es muy difícil esconder una depresión grave, no pasa desapercibida, pero un trastorno delirante crónico sí se puede ocultar porque afecta sólo a una parcela de la personalidad y deja el resto del funcionamiento mental intacto (es lo típico de la paranoia). Obvia decir que ello hace el diagnóstico mucho más difícil. Los enfermos paranoicos son normales a ojos de la sociedad y sólo los que están en su entorno más cercano conocen cuán alterada está su forma de pensar en un algún tema concreto (celos, manías persecutorias, etc).

 

P. ¿Es para los familiares más costosa la recuperación en el proceso de duelo al saber que ha sido provocado y no un accidente?

R. El duelo en una muerte repentina, inesperada, siempre es muy intenso y hay más posibilidades de entrar en un duelo patológico. El que la muerte sea por homicidio y no por accidente no afecta en sí mismo la naturaleza del duelo, salvo que permite encauzar la ira, el enojo -que es una de las reacciones más normales en el duelo- hacia una persona concreta. En este aspecto, facilita la expresión o catarsis de la la ira.  

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