Debate en torno a la prostitución: nada nuevo bajo el sol

También nosotros, como cristianos, no podemos dar la espalda a movimientos feministas como el abolicionista.

30 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 16:20

El cuadro 'La Esclava' de Gonzalo Bilbao (*),La Esclava, Gonzalo Bilbao
El cuadro 'La Esclava' de Gonzalo Bilbao (*)

España es actualmente el primer país de la UE en consumo de prostitución y el tercero en el ranking mundial, solo superado por Brasil y Tailandia. Pese a esta dura realidad, seguimos hoy en día sin abordar de forma contundente el problema de la prostitución, manteniendo este sistema en un estado de alegalidad que solo hace que dañar a las víctimas y beneficiar a los perpetuadores.

La razón de este “bloqueo” y la consiguiente falta de avance es, en parte, debido al fuerte debate que se da en el seno del feminismo entre el regulacionismo y los partidarios del abolicionismo. En ambos lados del debate se aboga por la defensa y la búsqueda del bienestar de las mujeres víctimas del sistema. Mientras el lado regulacionista aboga por la legalización de la prostitución y acusa de retrógrados y paternalistas a los defensores del abolicionismo, el frente abolicionista busca la protección de estas mujeres aboliendo este sistema de consumo de los cuerpos. ¿Pero es cierto que el abolicionismo es retrógrado y el regulacionismo es un sistema progresista y moderno?

La prostitución desde el siglo XIII en España ha pasado por varias fases, siendo las medidas regulacionistas las más populares, pues sólo en dos momentos de la historia medieval y moderna española se han llevado a cabo otro tipo de medidas. La primera fue bajo el reinado de Felipe IV en el siglo XVIII, periodo en el que entraron en vigor una serie de medidas prohibicionistas y duramente represivas que no dieron los resultados esperados, y la segunda fue a través de las leyes abolicionistas llevadas a cabo en la 2ª Republica Española, que fueron abortadas por la Guerra Civil Española.

Las medidas regulacionistas siempre tuvieron buena cabida en una España católica que según la escolástica de Santo Tomás y la interpretación de san Agustín, veían en la prostitución un mal necesario para mantener el orden social, que podía verse alterado si los hombres no podían satisfacer sus “necesidades” sexuales.

Posteriormente dichas medidas regulacionistas se acogieron también a ciertas medidas higienistas, que mantenían a las mujeres sometidas a fuertes controles médicos con tal de que no se propagaran enfermedades de transmisión sexual. La siguiente frase se recoge de un tratado de un médico higienista del siglo XIX e ilustra de forma clara dicha mentalidad “Ya que la prostitución es a la sociedad como las alcantarillas y letrinas de una gran ciudad, esforcémonos en evitar en lo posible la infección moral y física con una buena reglamentación, de igual modo que procuramos resguardar nuestros organismos de los gases mefíticos construyendo buenos sistemas de alcantarillado” (Citado en Guereña, 2003:24).

En todos estos siglos de regulacionismo nunca hubo un interés genuino por la situación de las mujeres, y los hombres fueron excluidos del debate, eximidos siempre de toda responsabilidad.

No fue hasta el nacimiento del movimiento abolicionista, en el siglo XIX, cuando se empezó a denunciar la doble moral y el sexismo que existía en los sistemas regulacionistas perpetuados por los distintos gobiernos.

Las abolicionistas empezaron a apuntar hacia un cambio de valores en la relación entre los sexos como clave para resolver el problema de la prostitución. Vieron a las mujeres prostituidas como las víctimas de un sistema machista y perverso y empezaron a poner a los hombres, por cuanto eran los consumidores, dentro del debate y parte del problema.

La portavoz de este movimiento fue una mujer protestante llamada Josephine Butler (1828 – 1906). Esta mujer evangélica encontró en el movimiento feminista y la lucha abolicionista su llamado de parte de Dios. De hecho, sus claras convicciones cristianas la mantuvieron relegada al olvido en los movimientos feministas posteriores, pero gracias a Dios Josephine Butler ha sido nuevamente revalorizada gracias a la labor de diversas historiadoras feministas. A su vez, cabe recordar que no fueron otros que misioneros suizos e ingleses los primeros en introducir en España y en los círculos republicanos los ideales abolicionistas, aunque hoy en día poca memoria hagamos, tanto en el movimiento feminista abolicionista como en nuestras comunidades cristianas, de todo ello.

En conclusión, haciendo un análisis de la historia, podemos hacer nuestras las palabras del escritor de Eclesiastés “Nada nuevo hay bajo el sol…”. Ciertamente el debate en torno a la prostitución no es un debate nuevo, y no, el regulacionismo no es una nueva y moderna “solución”. Hace ya siglos que se han aplicado medidas regulacionistas en nuestro país que han resultado insuficientes para solventar la situación real de las mujeres prostituidas.

Por mucho que el enfoque actual tenga más en cuenta a las mujeres, es inútil solucionar la violencia que se ejerce en la prostitución legalizando un sistema que se basa, precisamente, en perpetuar dicha relación de poder y de desigualdad. Así como el regulacionismo ha ido variando a lo largo del tiempo y en base a las distintas corrientes culturales, el abolicionismo ha seguido siempre fiel a sus principios de igualdad, denunciando activamente la base de este sistema desigual.

A su vez también nosotros, como cristianos, no podemos dar la espalda a movimientos feministas como el abolicionista. Debemos poder seguir la estela de mujeres y hombres cuyo amor por Dios y por el prójimo los movió a luchar en contra de la desigualdad que el sistema prostitucional perpetúa. Y mi deseo a la luz de la historia, es que los seguidores de Jesús podamos – como ya hicimos anteriormente – volver a ser relevantes en la lucha por la igualdad y el fin de la violencia de género y sexual.

 

Nota de la autora

(*) El cuadro "La Esclava" de Gonzalo Bilbao fue pintado en 1904. Se encuentra actualmente en una exposición tan maravillosa como cruda en el Museo del Prado. La exposición  se llama "Arte y transformación social en España (1885-1910)". Este cuadro impacta muchísimo por la expresión de los rostros. "A estas mujeres las he visto en mis salidas de calle" me dijo una trabajadora de Amar Dragoste al verlo. La figura central impacta cuando la ves en persona; y hay en todas ellas sonrisas, pero los ojos transmiten una tristeza increíble. Quizás en fotografía no se aprecia ni mucho menos como en persona... El título de la obra es más que revelador también

 

Bibliografia:

Guereña, J. L.  (2018) Detrás de la cortina, el sexo en España (1790-1950). Madrid: Ediciones Cátedra.

Guereña, J. L. (2003). La prostitución en la España contemporánea. Madrid: Marcial Pons Historia.

 

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