Pastores fieles

Con estilo pulcro, pero firme, los pastores se enfrentaron de manera obstinada a cada intento de los magistrados civiles de intervenir en los asuntos eclesiásticos. 

06 DE JULIO DE 2025 · 08:25

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@mitchellleach">Mitchell Leach</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Mitchell Leach, Unsplash CC0.

Que estos artículos sean conversaciones hace que se miren sin especiales miramientos.

Por eso puedo hoy decirles que tenía un tema sobre la servidumbre voluntaria, asunto fundamental siempre que se analiza el comportamiento humano, especialmente en la esfera política. Al final lo cambié, aunque dejé algo.

Con el título Discurso sobre la servidumbre voluntaria, un chaval (zagal, dicen en mi pueblo) puso por escrito una reflexión política que, con el paso del tiempo y el paso de manos, se convirtió en caudal de reflexión.

La calamidad de nuestro tiempo, pero también la condición fructífera del mismo, colocan estas obras políticas en la cesta obligada.

Y es obligado decir, sin decir nada de nadie en concreto, que eso de ver al cabo del tiempo que gente de tu confianza han sido sinvergonzones, es algo que ocurre. (La cara de una dirigente navarra era espejo.)

De eso está lleno el ámbito pastoral. Te das cuenta, casi siempre porque ellos mismos se descubren, que gente que considerabas pastores, con más o menos entusiasmo, se demuestran lobos de astucia limitada, pero lobos.

En el ámbito eclesial, con aquello de que los ministros de satanás se visten como ángeles de luz, la cosa es de especial dificultad. En el terreno de la política y la gestión pública podría ser algo más asequible su descubrimiento, o al menos, su limitación en obras.

Por poner un caso, si las cuentas de los ayuntamientos se auditasen por funcionarios preparados de otros ayuntamientos, de forma obligada y aleatoria, mucho se evitaría.

Tenía unos renglones sobre Étienne de la Boétie, que tal era el nombre del muchacho, tomados del libro aquí citado (Villacañas, 2025) en su amplia reflexión sobre la cuestión, dentro del terreno hugonote. Les dejo unos pocos.

“Estas ideas abandonadas y vencidas [negritas mías] a partir del aparente triunfo hugonote de Enrique IV, habían surgido en la fase álgida de la política absolutista de los Valois y comenzaron a circular hacia 1548 en un manuscrito que solo fue leído de forma discreta, hasta que fue a parar a las prensas públicas por obra de los hugonotas tras 1572 [San Bartolomé]. Su autor había sido un joven genial que estaba muerto desde 1563...

El escrito, que se editaría después de su muerte, el Discurso sobre la servidumbre voluntaria [También conocido como Contra el Uno], lo había elaborado cuando en su más temprana juventud tuvo que componer una oratio, un ejercicio escolar, en la universidad.

El ensayo, que ha sido la inspiración de anarquistas y de políticas emancipadoras radicales, dejó de ser un ejercicio escolar cuando se convirtió en un arma extraordinaria al servicio de los puntos de vista calvinistas…

[Cómo llegó a manos hugonotas] En todo caso, es seguro que la disertación salió del propio círculo de Montaigne hasta llegar a los ambientes calvinistas. Pudo hacerlo a través del propio hermano de Montaigne, Thomas Eyquem, que era claramente adepto a la Reforma.

También pudo distribuirlo el señor de Poyferré, que era secretario de Juana de Albret, y que era muy amigo de La Boétie. O incluso un converso al calvinismo como Henri de Mesmes, canciller de los reyes de Navarra…

Pensar que el texto de La Boétie fue sencillamente instrumentalizado por los calvinistas sin legitimidad alguna es desconocer el contexto de Orleans [en cuya universidad lo presentó] y la Reforma.” (pp. 544-45)

Y es que, mientras les preparaba otro café, conversando, apareció una página (del libro aquí tan citado) en la se contrastaban los pastores fieles de tantas zorras inútiles. De su significación podía sacar un artículo, pero como la significación se ve y los renglones están escritos, pues vemos los renglones.

[Sobre el dispositivo del poder pastoral calvinista] “A través de la Compañía [de Pastores] se construyó realmente la idiosincrasia de un ejercicio de la actividad pastoral que supo presentar una cultura completamente diferente del sacerdocio católico, en la que teoría y práctica se dieron la mano de forma unitaria, evitando por todos los medios la disonancia del escándalo.

Todos debían jurar las Ordenanzas eclesiásticas de 1541, que ya estudiamos, que no solo regulaban la vida de los fieles y de los pastores, sino las formas de cooperar con los magistrados civiles.

Todos asumieron el catecismo de Calvino, que hemos estudiado como guía de su pastorado. Y a pesar de no cambiar, la institucionalidad y el tipo humano que se configuró fueron suficientemente lúcidos y flexibles como para introducir cambios por medio de negociaciones y tensiones que no solo caracterizaron el tiempo de Calvino, sino las décadas que siguieron a su muerte.

La consecuencia fue la transformación de la fe y de la conducta de una manera que el ser humano no había conocido antes y posiblemente no volverá a conocer.

Y eso en un momento en que se desmontaron las celebraciones sacramentales, se aumentó la dimensión de la vida profana, se permitió el matrimonio de los pastores y se consideró su vocación como un ministerio que no podía transformar en sagradas a sus personas; en un tiempo en que se vino abajo el sistema penitencial católico, bastante estéril en su capacidad disciplinaria.

Que bajo esta intensa reducción de la ritualidad religiosa, y esta vinculación de la vida del pastor con la vida familiar y social aumentara la dimensión disciplinaria, fue obra de la ejemplaridad de la compañía de los pastores.

Nunca antes la organización eclesiástica tuvo una traducción tan fuerte en las costumbres, ni la alta teología formulada en una obra tan impresionante como la Institución logró trasladarse a la vida cotidiana. Eso es lo que permite hablar de una revolución calvinista, más que de una reforma.

Pues en Ginebra, las formas elaboradas por un intelectual de altísimo nivel encontraron la manera de hacerse populares y de ser acogidas por una libre obediencia de la ciudadanía que impidió que Ginebra conociera las perturbaciones civiles tan frecuentes en el resto de países católicos y, desde luego, que cayera en manos del emperador Carlos o del duque de Saboya.

Todo el tipo humano que estaba en formación dependía de su misión principal, que era explicar la palabra de Dios. Dado que tenía que atenerse a la Biblia, acostumbró a los predicadores a la sublimidad y la gravedad de muchos textos bíblicos…

El oficio de una iglesia calvinista se centraba en el púlpito, por lo general situado en medio de la nave… Frente a la espectacularidad visual del catolicismo, que generaba una estética alternativa a la que ya Maquiavelo consideró como la propia del poder, concernía sobre todo a su trabajo con la palabra y el oído, como predicador y maestro, pero estaba compensado por una ‘piedad pastoral’, una forma especial de atención a los casos singulares, una forma expresiva matizada por el tacto, la atención, la sobriedad y la autocontención que alcanzó en el Consistorio un claro estilo que buscaba no humillar al feligrés, al tiempo que intentaba influir en su conducta.

Con este estilo pulcro, pero firme, los pastores se enfrentaron de manera obstinada a cada intento de los magistrados civiles de intervenir en lo asuntos eclesiásticos.

A pesar de ello, y como mostrara el clásico estudio de Eugène Choisy, ‘the balance of powers’ fue inclinándose poco a poco a favor de los magistrados civiles tras la muerte de Calvino.” (pp. 423-24)

Y ya no pongo más. Que si no se pasa de largo, la significación se ve. Seguimos, d. v., con esto la semana próxima.

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