Sigue la magia de la Semana Santa, hasta que se avergüencen
Existen ídolos fabricados con la mano mental y fantasía discursiva del corazón, los ídolos teológicos. De esos también hay “cofradías” todo el año, y en todos los grupos de la cristiandad.
20 DE ABRIL DE 2025 · 10:05

Que la semana santa es magia, nadie lo duda. Pura imaginación salvífica y de protección. Lo que en la Reforma se anunciaba como el gran mal de la sociedad: la fantasía del corazón y la mente.
Y todo con el apoyo del Estado, en sus múltiples facetas. Así seguimos, hasta que sigamos de otra manera. (Esta conversación la tengo el sábado que inicia el ciclo.)
Mira que se dieron errores y fracasos y desastres con la dichosa fecha de la semana santa. Incluso con la fecha. Ahí está la historia de esos frutos en la iglesia antigua.
Al final tienes un estudio de esos de videntes y echasuertes pero con la gloria barroca de la calle y el aplauso de todo tipo de gente. Es lo mismo.
Los santos del estudio ahora están en la calle con otros adornos. Y con toda la estructura del Estado detrás (nunca mejor dicho, detrás de los pasos).
Los que salen son los mismos que en redes salen alarmados por las masas reunidas aquí de musulmanes. Pues que digan y hablen de fantasías. Las hay de todo tipo.
Cuando se ha señalado el gran bien y salvación de Dios, del Dios en quien no tiene que creer nadie para creer y seguir las cofradías, pues es otra cosa (así te lo dicen y es la única verdad del discurso), nuestro profeta enseña sobre la fantasía y magia de la idolatría. Estamos en Isaías 44.
“No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.
Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.
… He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.
… El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.
… Fabrica un ídolo y se arrodilla delante de él.
…. Parte del leño quema en el fuego… prepara un asado… Y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.
… No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.
… De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?”
Por supuesto, existen ídolos fabricados con la mano mental y fantasía discursiva del corazón, los ídolos teológicos, las doctrinas de demonios. Son lo mismo, pero no parecen lo mismo. De esos también hay “cofradías” todo el año, y en todos los grupos de la cristiandad.
Nuestro Dios nos recuerda que “deshace las señales de los adivinos, y enloquece a los agoreros; que hace volver atrás a los sabios y desvanece su sabiduría”.
Aquí en Sevilla tenemos de todo. Y lo último fue la actuación miserable en el castillo de San Jorge, el castillo “de la Inquisición”.
Allí se había recordado, y en un sentido honrado la memoria de los nuestros y nuestras, que sufrieron de la Inquisición lo que la imaginería ahora presume en las procesiones de penitentes.
La incuria de los alcaldes, y la indiferencia de los evangélicos, se llevó por delante lo que en otras ocasiones se llevaba la crecida del río. Ya no están los nuestros en ese recorrido.
Me dijeron (no es broma) que “de ninguna manera saldrían de allí”, aunque se iba a poner lo de la dichosa exposición de arte sacro de la semana santa.
Lo cumplieron, no han salido, los han metido en una habitación oscura. Miserablones. Ya no están visibles en el recorrido del antiguo espacio. Ahora lo que se ve es lo relacionado con la semana santa. El arte sacro. Lo que ya nuestro profeta dice que es lo que es.
Pues, incluso como actuación social, pensarán en sus fantasías que han ganado, borrando lo que es, por aquí, la causa de la semana santa, el auto de fe. Les ha quedado un churro grande. Quizás algún día se avergüencen de las obras de sus manos.
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