Eco de la unidad de España

La idea de una España unida, imperial y gloriosa es, para algunos, tema religioso.

03 DE FEBRERO DE 2024 · 18:00

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Imagen de Johnny Gios en Unsplash.

Ya dejamos la lectura del libro sobre Lutero, no mencioné nada de las presentaciones al respecto de reformadores radicales y anabaptistas, que es muy útil tenerlas en cuenta, pues, al final, esos grupos reclaman la plenitud que rechazan en Roma.

Hoy les propongo algo que es parecido a lo que ocurre con el corazón natural en el plano de la salvación: de ese corazón sale la imaginación sobre sí y el mundo, se lanza contra la letra de la Biblia, como una pared, y regresa como un eco al corazón de donde salió, pero ahora como si fuere la propia enseñanza de la Biblia. Ese es el cristianismo de la esclavitud, la peor de todas, la que se encadena con sus propias cadenas. Algo semejante ocurre con la idea de una España unida, imperial y gloriosa. Para algunos, tema religioso.

No se puede prestar atención a tantas obras que, por fin, “desmontan” la leyenda negra contra España, causa de su flaqueza, proporcionada por la propaganda de sus enemigos envidiosos, que ya saben que si no es así, no pueden con ella. Son demasiadas. Otra cosa es que alguien avise a algún inspector de trabajo para ver si la obra se ha culminado. Durante el franquismo ya se editó sobradamente la obra que la desmontaba. Luego han seguido mil variadas, unas con más leyenda que otras, pero todas “acabando” con la dichosa leyenda. O eso se recompone por algún poder hispanófobo cada noche, lo que demostraría que leyenda, leyenda, no será, o alguien está presumiendo de derribar un tremendo edificio donde solo existe un erial. Y son un montón.

No he leído nada del autor, pero me llegó un enlace de El Adelantado, de Segovia, (28 de enero) cuyo título apunta al punto tan publicitado en estos tiempos: “El separatismo español bebe de las fuentes de la leyenda negra”. Era una entrevista a Alberto J. Gil Ibáñez en relación con la aparición de su libro Sacro Imperio Romano Hispánico. La tesis, y no es broma, que estas cosas pueden ser fruto de la fantasía de un corazón (sentimientos siempre respetables), pero nunca son broma, es que “el verdadero sucesor del Imperio romano fue el Hispánico y no tanto el Germánico”…

“El Germánico presume de lo que no fue. No fue realmente un Imperio, el Emperador no tenía gran poder, con algunas excepciones como Carlos V, sino que mandaban los príncipes y regentes de casi cien unidades soberanas”.

Miedo da de lo que se quiere argumentar. En principio, que manden los príncipes y regentes de casi cien unidades soberanas, no parece nada malo. Y todas en armonía dentro de una estructura mayor. ¿Qué idea de imperio se tiene para luego ponérsela a España? Miedo da pensarlo. El autor afirma que “siempre le ha apasionado la Historia, pues si uno no sabe de dónde viene difícilmente puede saber donde va”. Eso es así. El problema es cuando se sabe de dónde se viene, y no queremos ir a lo mismo.

“No fue Sacro [sigue diciendo] pues eran mayoritariamente protestantes y combatientes de la Iglesia”. ¡España,despierta! Que esta gente existe, y producen modelos que guían los sentimientos políticos. ¡Si es protestante no puede ser sacro!

“No era Romano pues no hablaban latín. Y era escasamente germánico pues, por de pronto, lo funda un franco: Carlomagno, había distintas lenguas germánicas, pero Alemania no existía y Prusia no formó parte del Imperio. Más que heredar lo romano, lo que representaba es a los bárbaros que acabaron con él”. Por si le faltaban males a ese pobre imperio, ¡ahora le salen dentro varias lenguas! Habrá que hacer algo con ellas para que España sea uno decentito.

“El Hispánico oculta lo que en realidad fue”. Supongo que en algún sitio se dirá quién ocultó esa condición natural. Si fue voluntario, no es lo mismo que se alguien o algo lo impuso, que de ser así, sería más poderoso que el poderoso imperio hispánico. ¡Mira que si fue la leyenda negra! De todos modos, el autor sabrá de lo que escribe.

“Se le suele denominar Monarquía Hispana o Católica, pero esa denominación se confunde con Francia y no representa todo su significado histórico: fue un imperio de carácter hispánico con aspiraciones globales (el lema de Felipe II era “non suffit orbis”) y cambió el mundo y que defendió a la Iglesia de Roma a menudo por encima de su propios intereses. Y difundió lo latino y el latín, en su versión moderna del español, más que ningún otro imperio”. Yo siempre asumí mi condición de idiota en latines, ahora resulta que mi español es su versión moderna. En España no sabemos lo que tenemos.

Los endeblitos, nada de esos “nuevos héroes y heroínas que [en economía] den un paso al frente y no teman emular a los pioneros de antes”, los “hispanobobos”, [así nos califica el autor] solo servimos para airear leyendas de sujeción al papado corrupto, y otras calumnias contra el dorado imperio sacro. Pues les queda rato.

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