Y te alegrarás con todo el bien que Yahveh tu Dios te haya dado a ti y a tu casa
El gran triunfo y consuelo para los redimidos es saber que el Dios de la Ley y del Evangelio, sí conoce su palabra, y la cumple, como él ha ordenado, y la cumple en nosotros.
28 DE MAYO DE 2023 · 13:30

Seguimos con el lío de la Ley, procurando no liarnos. En el título de arriba se pone el pedazo de momento de la confesión pública del israelita, delante de su Dios, que, ya vimos, lo santifica. He traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, ha dicho antes, y luego sigue, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti. También se alegra con el huérfano y la viuda. (Por si no te acuerdas del texto, es Deuteronomio 26.)
La historia muestra bastante a las claras que, tanto lo que podemos llamar en general, evangelio o la ley, han sido instrumentos en manos del mentiroso y homicida, que tiene una Ley y un Evangelio para confundir la palabra del Verdadero. Que existe un evangelio y una ley fuera de la persona y obra del Mesías, es evidente. Y, lo mismo que habrá predicadores de lo uno, los hay de lo otro. Todos enemigos de la cruz de Cristo. Siempre tendremos una ley y un evangelio falsificados. De la una te vas al otro, y del otro a la una. Sin adecuado conocimiento de la Ley, no tienes adecuado conocimiento de la cruz (lo cual será terrible, si, encima, eres predicador); sin la verdad de la cruz no verás lo apropiado de la Ley. ¡Estamos perdidos! Queriendo no querer a Dios, y alegrándonos en la mentira del falso evangelio y de la falsa ley. Pero... ¡Dios ha sacado a su pueblo de esa esclavitud! Y en su presencia, decimos: Me has sacado de tierra esclava, y ahora tengo tu tierra abundante, y de ella traigo delante de ti las primicias de sus frutos, con mi casa, con el extranjero, con el levita, con el huérfano y la viuda, y esta es mi fiesta.
Que la Ley ha sido cambiada es evidente. Ya veremos cómo lo dicen los profetas respecto a Israel. Debemos tener sumo cuidado, pues cuando alguien te dice, por ejemplo, que camines conforme a la Ley de Dios, esto suena bonito, pero, tanto la historia de Israel, la de la iglesia que crece en el tiempo inicial, luego la llamada antigua o primitiva, luego la medieval con el papado, luego la de la Reforma (creo que momento importante, pero pronto estropeado) y sus herederas, hasta hoy, demuestra que los discursos sobre santidad y justicia suelen ser más tradiciones conforme al sentir humano, que fieles proclamaciones de la Verdad.
Conforme a la Ley de Dios y en obediencia a su palabra, los zelotes, los esenios, los fariseos, los saduceos, los escribas y los sacerdotes, cada uno a su manera, sacaron al Mesías del espacio sagrado, de la santidad, y lo pusieron en la tierra de maldición. Todo sigue igual. Si el Señor no nos hubiera dejado resto escogido, como Sodoma y Gomorra seríamos todos. (De ahí el cabreo de Pablo con los gálatas.) El pueblo que tiene la Ley (incluso, más, el Antiguo Testamento), y el pueblo que tiene el Nuevo Testamento, se unen para fabricarse una ley, un evangelio, una cruz, un medio de salvación, que expulsa al Cristo. (Esa, a mi entender, es la historia del pueblo judaico y de la cristiandad.) El gran triunfo, y consuelo, para los redimidos, que de los dos pueblos formamos uno solo, es saber que el Dios de la Ley y del Evangelio, sí conoce su palabra, y la cumple, como él ha ordenado, y la cumple en nosotros.
Un par de notas sobre lo que la propia Ley dice, o implica, sin “profundidades” raras. Que aquí somos cortitos, y no vemos más allá de lo evidente. Que si leemos que sobre el altar del incienso no se ponga incienso extraño, ni holocausto, ni libación, pues ahí nos quedamos. No explicamos nada, que seguro nos equivocamos; y luego una equivocación lleva otra, y así. Que si se dice que el aceite de la unción se haga de una manera, así lo decimos, y nos quedamos tan contentos. El Señor sabe por qué lo manda. La simple lectura es bastante complicada en muchos casos, no te compliques buscando significados raros. Que si se dice que las casas en las aldeas no amuralladas son como campo para el año del jubileo, pues así lo decimos. ¿Por qué las casas dentro de las ciudades amuralladas no funcionan igual, y se pueden rescatar el primer año, y luego ya no?, pues no preguntamos. Lo decimos así, y tan contentos. Etcétera.
Entre esas cosas evidentes, está que la Ley se le da a un pueblo que ya es pueblo de Dios, y por eso la recibe. Y todo eso contiene un previo de siglos. Tenemos circunstancias previas, extraordinarias, pero acudiendo a un punto determinado: el pacto con Abraham, es al pueblo cuyo es el padre al que, más de cuatro siglos después, se le da la Ley. Un pueblo de Dios que, se supone, tendrá justicia y santidad impartida por su Dios, pero sin la Ley escrita. Esto ya debería excluir el error de suponerle a la Ley ese carácter de medio para alcanzarlas. Con esto, el judaísmo la ha pervertido. Que lo dice el Mesías. Con la Ley de Dios que el judaísmo manejaba, Pablo, durante un tiempo, vivía, pero cuando conoció la realidad de la Ley de Dios, murió. Para vivir en Cristo.
Por lo tanto, el pueblo, constituido en nación, que va a recibir la tierra que le ha prometido su Dios, recibe también de ese Dios su Ley, con normas civiles y religiosas, y muchos rituales (que son especialmente los que aquí ahora tenemos en cuenta, pues, siendo sombra y símbolo, la realidad se cumple en la cruz), pero eso lo recibe como fruto de la misericordia de su Dios, con los cuales, los conserva como su pueblo.
Todo el ritual es con lo que Dios mismo reviste a su pueblo para verlo como su pueblo. No producen esa condición, sino que es el medio que su Dios les ha concedido para conservarla. Los rituales son para conservarte como adorador, no para producir esa condición.
Si el Cristo cumplió todos esos rituales, y llevó la verdad de los mismos, entonces la obra de la cruz es con la que Dios toma y conserva a su pueblo.
El Mesías, con su sola ofrenda, realizada una sola vez para siempre, es evidente que también cumplió no sólo los ritos de “sangre”, sino los relacionados con las cosechas, las ofrendas vegetales, la adoración comunitaria, etc. Desde la pascua, pasando por el gran día anual de expiación, tomando las primicias, las ofrendas voluntarias... Cada uno en la cruz, pero todos como un pueblo.
Otro aspecto evidente es que la Ley no es un manual de santificación, donde se empieza y se va progresando. No hay cursos o grados para ir superando algo. Es un vestido de una sola pieza. Y lo ha colocado (como sombra y rito, por supuesto) sobre su pueblo. Todo lo tienen escrito (aunque luego lo enseñen a sus hijos, y eso sí tiene crecimiento, como también es evidente). Cuando se ha usado la Ley como un medio de iniciación, crecimiento, y salto a la misma divinidad, eso es paganismo.
Otro aspecto evidente, en todos los sitios donde mires de la Ley, es la presencia en la adoración de los extranjeros. El rechazo al otro, esa idea de separación ritual, tan de la doctrina judaica, nada tiene que ver con la Ley.
Y otra cuestión evidente, con la que termino hoy, es que en todos estos rituales existe un pueblo externo, visible, y otrocuyo corazón Dios ha circuncidado. A todos los conserva como pueblo, en sentido general y visible, con sus ritos y ordenanzas, pero su cumplimiento en la cruz es sólo para los redimidos, elegidos.
La semana próxima, en medio de los enfados por estas enseñanzas, podemos tratar un poco sobre la misericordia de Dios, su paciencia, y ver algo de los oferentes. A casi nadie interesa, pero es fundamental.
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