Prisciliano después de Prisciliano
Heterodoxia y cristianismo en España (X)
(La Historia de la Religión en España)
Prisciliano no murió tras su asesinato a manos de la Iglesia de Roma. Sus seguidores mantuvieron vivas sus doctrinas durante mucho tiempo.
05 DE JUNIO DE 2010 · 22:00
Las luchas internas de la Iglesia en la Península fomentaron la proliferación de nuevas sectas.
Las luchas internas de la Iglesia Hispánica no cesaron tras el ajusticiamiento de Prisciliano. La deposición de Itacio, su principal enemigo, animó a los seguidores del hereje a continuar con la difusión de sus doctrinas. Los priscilianistas trajeron los restos de su maestro a Hispania, junto al resto de sus hermanos mártires y les rindieron culto.
Las reuniones secretas de los priscilianistas continuaron, sus miembros tenían prohibido hablar a otros de las prácticas religiosas en sus cenáculos. Al parecer su influencia en Galicia fue tan grande, que los miembros de la secta controlaban a toda la Iglesia de la región.
La reacción de la jerarquía fue sustituir a los obispos herejes por otros ortodoxos, lo que creó la compleja situación de que en muchas diócesis gobernaban dos obispos a la vez.
Uno de los casos más conocidos fue el del obispo de Orense, Sinfosio, que a pesar de haber firmado las actas del concilio de Zaragoza, practicaba abiertamente la herejía de Prisciliano. Dictinio, el hijo del obispo, fue uno de los apologistas más conocidos de la secta y sus escritos se extendieron por toda la Península.
Ante el nuevo auge de la secta, la Iglesia intentó el acuerdo a través de San Ambrosio, obispo de Milán.
San Ambrosio propuso que se aceptara en la comunión a los herejes y que se convocara un nuevo concilio en Toledo, pero los priscilianistas no quisieron acudir.
No sabemos porqué, pero cuatro años más tarde, hacia el año 400, un gran número de priscilianistas abjuró de sus creencias y regresó al seno de la Iglesia.
La Iglesia había superado una vez más la prueba de la división, pero no tardaría en llegar nuevos conflictos en su seno.
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