Una mirada desde «Golden eye»

Izabella Scorupco, fue la actriz principal de la película “Golden eye”, una de las más conocidas de la saga de James Bond.

17 DE MARZO DE 2011 · 23:00

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En una entrevista publicada a raíz del estreno del film, Izabella decía “Bond no es la clase de persona que me gustaría como marido y padre de mis hijos”. “El siempre seducirá a mujeres, y hay muchos hombres así, son las mujeres las que tienen que cambiar”. Y hablando de la moda y el cine añadió: “El mundo de la moda no me interesa en absoluto. No es ético ni aceptable vivir de tu cuerpo y de las apariencias, porque la gente comienza a negar tu valor como persona” A pesar de que mucha gente está alzando su voz contra el reinado de la apariencia, muchos jóvenes y no tan jóvenes viven como si eso fuera lo único que importara en la vida. Las mismas películas de James Bond están diseñadas para defender ese estilo de vida: la seducción de lo irreal, el delirio por la aventura, la búsqueda de la realización personal haciendo lo que a uno le venga en gana. Tardamos mucho en aprender que lo importante casi siempre es lo que hay adentro. Un coche maravilloso con un motor estropeado y roto no es más que chatarra sin valor. Un electrodoméstico con las últimas novedades en un lugar en el que no es posible tener electricidad sólo es basura inservible. El mejor ordenador del mundo no sirve para nada si su disco duro está lleno de “virus”. La mejor casa que puedas encontrar enfrente a una playa durará sólo horas si está construida sobre la arena. Una persona aparentemente radiante con un corazón vacío no es más que apariencia viviente en una frustración constante. Y nunca olvides que la apariencia es una de las mejores amigas de la soledad. Es curioso, porque dejamos que otros nos digan lo que debemos comprar, lo que debemos hacer o decir, ¡incluso lo que deberíamos pensar! Todo parece obedecer a un proceso lógico... Menos para nuestro corazón, que no sabe aprender a vivir en la oscuridad de no tener una sola idea propia, de no poder dialogar consigo mismo; de vivir siempre (¡manda truco!) con emociones impuestas por los demás. Desde que somos jóvenes, esta cárcel nos oprime, porque toda la sociedad de consumo está orientada para igualar mentes y razones: lo irrazonable es la diferencia, la contestación, la emoción incontrolada y el pensamiento trabajado. Y así, la gran contradicción se apodera de todos, y mujeres y hombres en este mundo viven sin saber cuál es su papel en la sociedad, porque el reinado de la apariencia les ha quitado su valor como personas.

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