Manual de discipulado, de Gregory J. Ogden

¿Qué le ocurriría a la Iglesia de Cristo si una mayoría de los que dicen seguirle recibieran el alimento necesario para avanzar hacia la madurez a través de unas relaciones honestas y centradas en la Palabra de Dios? Un fragmento de "Manual de discipulado", de Gregory J. Ogden (Clie, 2006)

19 DE FEBRERO DE 2016 · 06:25

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Detalle de la portada del libro.

Este es un fragmento de "Manual de discipulado", de Gregory J. Ogden (Clie, 2006). Puede saber más sobre el libro aquí

¿Qué le ocurriría a la Iglesia de Cristo si una mayoría de los que dicen seguirle recibieran el alimento necesario para avanzar hacia la madurez a través de unas relaciones honestas y centradas en la Palabra de Dios? El resultado sería un enorme ejército de discípulos que imitan a su Maestro, que tienen clara cuál es su misión y que, por ello, tienen la iniciativa de ir y hacer discípulos.

El Manual del discipulado pretende ayudar a la creación de pequeños grupos de discipulado con la misión de multiplicarse. La visión que hay detrás de esta herramienta es lograr una red de discípulos que se extienda de generación en generación. Para ello, se han tenido en cuenta tres elementos que permiten que el Espíritu Santo pueda actuar de forma acelerada en el crecimiento de los creyentes que forman parte del grupo de discipulado. El primer elemento es la verdad inmutable de la Palabra de Dios.

El mundo occidental está inmerso en la era postcristiana. Antes, cuando lo normal era la cosmovisión cristiana, se daba por sentado que existía algún tipo de verdad “revelada” o, al menos, una verdad científica y objetiva que era cierta para todos. Pero en esta era postcristiana lo que predomina es el relativismo, especialmente en el campo de la moral y del estilo de vida. “Vive y deja vivir” es el lema que refleja cuál es el principio más valorado en la actualidad: la tolerancia. La gente cree que todas las convicciones morales y todos los estilos de vida tienen el mismo valor, porque la verdad es algo personal. En medio de este fuerte relativismo, iniciaremos estos veinticuatro capítulos con una verdad válida para todos, porque su fuerte es un Dios que es el mismo para todos.

 

Portada del libro.

Para muchos, la vida cristiana es una mezcla de ideas inconexas. Después de aprender enseñanzas en las predicaciones, en el estudio personal, en las conversaciones con otros creyentes, o leyendo buenos libros, es difícil discernir la relación que hay entre esas partes inconexas. Una persona que formaba parte de un grupo de discipulado, que usó este material, dijo que su proceso de aprendizaje había sido como ver la elaboración de un mosaico. Las lecciones siguientes han sido ordenadas de una forma secuencial para que al final se pueda tener una comprensión total de lo que es la vida cristiana.

Sin embargo, para que la verdad de la Palabra de Dios pueda ejercer su poder transformador, tiene que haber en el grupo un ambiente de confianza, y se debe trabajar para construir relaciones estrechas y duraderas. El segundo elemento para que el Espíritu Santo pueda moverse con libertad son las relaciones transparentes.

La unidad básica de la sociedad ya no es la familia o la comunidad. Nuestra era está marcada por las relaciones rotas. La filosofía predominante es la realización personal basada en lo que “me hace sentir bien ahora”. Muchos nunca han vivido ni han visto una relación basada en el amor y el compromiso de por vida, ni tampoco la salud que se desprende de una relación así. Todo ser humano tiene la necesidad profunda de tener relaciones significativas porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Un grupo pequeño de discipulado es un lugar adecuado donde aprender a tener relaciones significativas. Dios nos creó para que nos relacionásemos, en primer lugar con Él y, como consecuencia, con los demás. Lo único que nos quedará en los momentos difíciles es la gente que amamos.

 

Gregory J. Ogden

La transformación tiene lugar cuando nos acercamos a la verdad de la Palabra de Dios en el contexto de las relaciones transparentes. La Biblia enseña que el Espíritu Santo podrá actuar en nosotros en la medida en que nos abramos a los demás. Ser honestos con Dios no es suficiente. Cuando nos abrimos y confesamos nuestros pecados a los demás, le estamos dando permiso a Dios para que nos moldee. No podemos crecer de forma aislada. Dios nos ha creado para vivir en comunidad.

Hay un tercer elemento que es necesario para que se dé la transformación: la supervisión mutua. Eso significa que damos a los demás componentes del grupo de discipulado la autoridad para llamarnos la atención si no estamos cumpliendo los compromisos que hemos adquirido. Antes de empezar el discipulado estableceréis un pacto o convendréis los compromisos que vais a adquirir. En otras palabras: un pacto es un acuerdo común en el cual expresáis de forma clara las expectativas que tenéis los unos de los otros. Al hacerlo, os estáis dando permiso para recordaros los unos a los otros los compromisos que habéis adquirido.

Resumiendo, cuando la verdad de la Palabra de Dios es el centro de una relación sincera, y los componentes de esa relación están dispuestos a rendirse cuentas, ya tenemos los ingredientes necesarios para la transformación del Espíritu Santo. Este libro nos ofrece una estructura para que estos tres elementos se unan. Y si a este curso de discipulado le añades la visión de preparar a los discípulos de Jesús para que transmitan la fe de generación en generación, ya tienes los componentes para renovar un ministerio de pies a cabeza.

 

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