Sensibles a lo irreal
Hace poco leía una entrevista con la actriz Scarlett Johanson, a propósito de una de sus más famosas películas, “La joven de la perla” una historia que transcurre en el siglo XVII. En la revista “Imágenes” Scarlett decía: “Creo que en esa época había cierta conciencia de que cada persona tenía que contribuir a la sociedad, mientras que hoy nos dedicamos a cambiar de emisora de radio mientras esperamos el “happy meal” del McDonalds”
25 DE OCTUBRE DE 2007 · 22:00

Escuchamos música mientras gente se muere de hambre. Vemos una película mientras cientos de miles de niños no tienen para comer, o mueren víctima de enfermedades incurables. Es un poco nuestra propia anestesia, nos anestesiamos a nosotros mismos para no ver la realidad, o para que la realidad no pese en nuestra conciencia...
Después de muchos años trabajando en la televisión de Galicia y dirigiendo el programa “Nacer de novo” me impresiona ver que casi nadie llora cuando ve las noticias, y sin embargo si lloran en el cine, cuando alguien mata a otro, o hiere a alguien a quién hemos cogido cariño, aunque sea un personaje de ficción.
Nos hemos vuelto insensibles a la realidad que hay que cambiar, y nos hemos hecho sensibles a la irrealidad que no sirve para nada en nuestra vida y en la de los demás. En algún lugar del camino perdimos nuestra mente y nuestro corazón, y ya no hemos vuelto a recuperarlo.
¿Sabes? A veces cuando nos hacemos más mayores nos volvemos insensibles, y algunas cosas ya no nos afectan tanto. Y lo triste del asunto es que creemos que los demás también son así... Y lo más peligroso es que trasladamos nuestra manera de pensar a Dios mismo, y creemos que El es indiferente e impasible, y que nada de lo que ocurre en esta tierra le debe preocupar mucho. Un grave error, y una de las imágenes más absurdas de Dios, porque El no es así. El no es como nosotros somos a veces.
La Historia nos enseña que cuando el Señor Jesús recorría las ciudades y aldeas del pueblo de Israel, frecuentemente las observaba y lloraba sobre ellas, por la soledad e incomprensión que tenían sus habitantes.
La Biblia nos dice que "Tenía compasión de ellos", literalmente "se le conmovían las entrañas". Así es nuestro Dios, un Dios que se preocupa por los que sufren, que llora con los que lloran y viene al mundo a libertar a los pobres y oprimidos. Nadie conoce mejor el dolor de cada persona que Dios mismo. Nadie vive tan pendiente de nosotros y nuestras circunstancias como el Señor Jesús... El nos conoce y nos ama. El tiene compasión de nosotros. A Dios se le conmueven las entrañas cuando observa la maldad y el sufrimiento en el mundo.
Y hace todo lo que puede, que es mucho más de lo que pensamos, aunque El mismo decide no controlar todo por amor a nuestra libertad. Nos ama tanto que ha puesto en el primer lugar de su lista el hecho de no controlarnos. Como sólo pueden hacer aquellos que aman hasta el máximo.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Sensibles a lo irreal
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