Elisabeth Elliot, pasión y pureza
“Ningún sacrificio que hagamos por Dios, es más grande que el sacrificio que Él hizo por nosotros”. Jim Elliot
20 DE JUNIO DE 2015 · 16:22
En el año 1956 yo todavía estaba “En los cuernos de la luna”, es decir….. Ni había sido concebida. En ese mítico año fue cuando Jim Elliot y sus cuatro compañeros, preciosos misioneros de Estados Unidos que junto a sus familias se trasladaron a vivir a la selva amazónica del Ecuador intentando vivir para alcanzar a aquellos preciosos indígenas, dejaron sus jóvenes vidas sobre el gran río, aquellos mismos Aucas a los que tanto amaban les quitaron la vida una trágica mañana.
Aquellos dos inolvidables libros que recogían esa impresionante historia: “Con alas de águila” y “Portales de esplendor”, llegaron a mis manitas de niña bastantes años después. Casi no sabía leer, pero miraba una y otra vez aquellas preciosas a la vez que sobrecogedoras fotografías. Mis ojos de niña las miraban vez tras vez mientras mi poco saber en el arte de la lectura en aquellos años, se bebía palabra tras palabra de aquellos dos libros que recogían la misma historia vista por dos personas diferentes y desde distintos ángulos.
Siempre me impresionó aquella bendita historia real, siempre me persiguió, me bendijo, me emocionó, hasta que esta misma mañana me enteré de la muerte de Elisabeth Elliot cuando contaba 88 años de edad.
Esta bellísima mujer, pareciera tener una pasión inolvidable por el el amor de su primer esposo y era tan grande que ni los muchos años ni dos matrimonios posteriores, lograron extinguirlo.
Poseía una belleza que traspasara todo lo humano, el secreto??.... Alguien la definió como la belleza de lo imposible.
Elisabeth y Jim se casaron muy jóvenes en la ciudad de Quito, poco antes de internarse en la selva para poder alcanzar a lo Aucas. Ella era hija de misioneros belgas, país en donde nació. Pero ni las diferencias culturales, ni la prematura muerte de Jim, pudieron apagar ese amor que presumo que Elísabeth guardaba en lo más profundo de su corazón hasta el día de su muerte.
Se casó dos veces más, la primera vez con Addison Leith y cuanto este falleció se casó de nuevo con Lors Cren. A pesar de sus dos matrimonios posteriores, jamás tuvo otro apellido mas que el de Jim, Elisabeth Elliot!! Supongo que… “En un rincón del alma” guardaba los secretos y recuerdos de un amor tan profundo, que nada en el mundo logro arrancar de su corazón.
Podría guardar muchísimo resentimiento hacía los asesinos que le arrebataron el amor de su Jim, pero vivió y enseñó a vivir a sus hijos el perdón y el amor hacía los enemigos, de tal modo, que volvió a la selva con sus pequeños, vivió allí por años y su hija Valerie, quedó en aquel lugar por mucho tiempo. El asesino de su esposo llego a conocer al Señor por el que Jim había perdido la vida y aquella semilla plantada con sangre sobre las aguas del río, germinó en Salvación, Vida Eterna, perdón, reconciliación…. Esos son los más maravillosos milagros del cielo.
Elisabeth Elliot vivió una vida plena, llena, dilatada y maravillosa para su Señor, hizo multitud de programas radiales, viajó por todo el mundo dando conferencias y escribió varios libros, los más destacados: “Pasión y pureza, aprendiendo a traer la vida amorosa a los pies de Cristo” y “Dejadme ser mujer, la madurez inicia con la disposición de darse a uno mismo”.
Si cuando era muy chiquita me fascinaba hasta el apasionamiento la historia de las vidas de Jim y Elisabeth Elliot, hoy, en la madurez de mi vida y tras la muerte de Elisabeth, siguen tocando fuertemente mi corazón sus vidas y ejemplo y se hacen una preciosa realidad las tan conocidas palabras de Jim:
“No es un necio aquel que da lo que no puede guardar, para obtener lo que nunca podrá perder”.
Hoy termino esta semblanza y me retiro con una sensación de profundo agradecimiento a mi Dios por personas como Elisabeth Elliot, quien fue una inspiración absoluta para mi vida desde el precioso día en el que me prendió la historia de su vida, hasta el día de hoy en el que pasó, por fin!! A la Presencia del Señor al que sirvió fielmente durante 88 años, casi un siglo de una vida entregada al servicio del Maestro.
Pido a Mi Señor poder seguir esas huellas y esas pisadas.
Sus obras, con ellos siguen.
16 de Junio de 2015.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - Elisabeth Elliot, pasión y pureza