Alex Sampedro: Pasión por la palabra

Terminamos nuestra serie de entrevistas a predicadores jóvenes españoles con Alex Sampedro.

28 DE MARZO DE 2015 · 21:20

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¡Hola a todos!

Después de diez entrevistas con algunos de los predicadores jóvenes más destacados en la nación de España, ha llegado la hora de cerrar la serie. Esta semana estamos con un hermano de la ciudad de Valencia, a saber, Alex Sampedro (30).

El hermano Sampedro forma parte del consejo pastoral en su iglesia local desde hace siete años y desarrolla su ministerio musical y de predicación por España y América principalmente. También impulsa el ministerio Especialidades juveniles en Europa para la formación del liderazgo juvenil en el área pastoral.

¿Y en su tiempo libre? “Soy un friki de la películas de aventuras, fantasía, ciencia ficción –comenta Sampedro- me encanta correr para desconectar y conectar. El buen cine y leer son mis pasatiempos favoritos. El mejor momento del día es la hora del café. Me encanta estar con mi mujer y mis amigos”.

En los últimos dos años he coincido con el hermano Sampedro en Beach 2013 y Beach 2014 (Galicia) además de Creo en Ti 2015 (Barcelona) donde hemos podido ministrar juntos la Palabra de Dios.

Nombre: Alex Sampedro.

Fecha de nacimiento: 3 de setiembre 1984.

Lugar de nacimiento: Valencia.

Estado civil: Casado desde hace tres años.

Pasemos, pues, a la entrevista.

Will Graham (WG): ¿Cuántos años llevas predicando?

Alex Sampedro (AS): A los 17 prediqué por primera vez… ¡basado en Miqueas! Era un inconsciente.

WG: (Risas) ¿Cómo sabías que Dios te estaba llamando a predicar?

AS: Siempre pensé que era algo que formaba parte de mí. No sé si estaba seguro de que Dios me llamase de manera específica para eso. Me parecía natural la idea de trasmitir lo que aprendía, “recibisteis de gracia…”, fuese mucho o poco. En un sentido todos estamos llamados a predicar. Si te refieres al púlpito y al micrófono, que son inventos posteriores, si hay que usarlos, se usa. Me gusta más la palabra “compartir”, me suena más comunitario.

Para servir a más gente a la vez, tenemos herramientas para aprender a hablar en público (a un grupo grande), y quizá no todo el mundo esté llamado a eso, depende de muchos factores, pero la predicación también es de uno a uno o alrededor de unas cervezas en un bar como Martín Lutero o de un café, como me gusta a mí. ¿A ti como te gusta más?

WG: Depende del contexto. Me gusta teologizar tomando un cafelito con amigos entre semana. Claro que sí. Pero creo en la centralidad del púlpito en la adoración pública de la Iglesia. La historia eclesial nos ha enseñado la misma lección una y otra vez: una Iglesia sin púlpito pronto se desvía. ¿Por qué te gusta más la palabra “compartir”?

AS: En el proceso de ese “compartir” te vas dando cuenta del fruto en otros de lo que haces. Tu comunidad más cercana reconoce en ti los dones, sean de predicación o de hospitalidad, y también las faltas, sean orgullo o envidia, para ir afinando cada vez más tu llamado y carácter. Por otro lado es cierto que “la necesidad es la mejor universidad”.

Intento no desperdiciar oportunidades de servicio, son un momento importantísimo para descubrir qué puedo hacer de manera más continuada para Dios. En mi iglesia local había una necesidad de pastoral juvenil. La asumí a pesar de ser demasiado joven e inexperto, pero en el proceso descubrí que predicar era algo que me encantaba.  Así que sigo haciéndolo, aunque sigo siendo joven, un poco menos, e inexperto, no sé bien si más o menos.

WG: ¿Cómo pueden los jóvenes saber si Dios les está llamando a ser predicadores?

AS: Pues no sabría darte una respuesta inteligente. Creo que cada persona es un universo, y cada uno tiene una historia particular en su relación con Dios y su llamado. Prefiero contestarte la pregunta al revés, ¿Puedo?

WG: Por supuesto.

AS: Si no te interesa la Biblia, no creo que en ese momento estés llamado a ser predicador; si no quieres estudiarla en profundidad, tampoco; si no te importan las personas, menos. Lo demás puede ser negociable, pero si no tienes pasión por Su Palabra y Su misión, es imposible que seas llamado a ser un predicador de su Palabra ¿no?

WG: En efecto, totalmente de acuerdo. Como regla general, Alex, ¿cómo preparas un sermón?

AS: No soy sistemático en muchos aspectos de mi vida. De hecho, huyo de la sistematización. Los tres puntos con tres sub-puntos como norma me resulta muy cansino.

En primer lugar vivo, experimento, me ocurren cosas, exploro su palabra y ella me afecta. Algunas historias de la Biblia me sorprenden, algún aspecto del pensamiento de Pablo se convierte en aplicable en mi día a día o la necesidad de un prójimo me empuja a consolarle.

 

Alex Sampedro: Pasión por la palabra

  Mi pecado y tentaciones me recuerdan mi necesidad de Él y me preocupo en cómo puedo hacer viva su voz en mí. Quedo con mis amigos y abro la Biblia, y el comentario de alguno de ellos me inspira o abre una línea en mi mente que jamás había recorrido. Escucho una canción de Gungor o Pablo Alborán y capto un concepto atractivo o veo una película que de repente me evoca un texto bíblico. Y ya voy pensando cómo podría usarlo en la trasmisión del evangelio o en una predicación.

 

Escribo ideas y reflexiones acerca de los textos. Leo mucho, mi mujer dice que demasiado, comentarios bíblicos, sobre temas que me interesan o creo que debo ampliar, ensayos de filosofía, prédicas en Youtube, revistas, periódicos, debates en video acerca de la fe.

Todo eso forma en mí un bagaje que luego comparto de muchas maneras. En mi iglesia local solemos funcionar por series, el tema es propuesto y nosotros lo desarrollamos.

Para preparar directamente el sermón busco un momento tranquilo y tengo un tiempo de meditación, con una libreta, en eso soy muy clásico, no me encuentro con el i-Pad, y veo apuntes anteriores. Me dedico a apuntar versículos, palabras clave y frases que sé que quiero decir. Investigo la intención del autor y busco ejemplos para hacerlo comprensible, teniendo en mente el auditorio al que voy a dirigirme, no es lo mismo predicar a jóvenes de la cultura pop actual que a una iglesia donde hay familias, niños, ancianos, o gente de otros países.

Después intento poner todo en orden en el papel y en mi cabeza, y lo memorizo. Suelo llevar una hoja con los versículos apuntados y poco más e intento ser lo más natural posible, me parece fundamental no solamente la conexión con Dios, sino también con el oyente.

También oro.

WG: Qué interesante. ¿Y quiénes son algunos de tus héroes teológicos/ héroes en la fe? ¿Por qué?

AS: Mis padres han sido siempre un gran ejemplo “teológico” y casi todo lo que soy se lo debo a su enseñanza, perseverancia y dedicación.

C. S. Lewis es mi autor favorito, Mero cristianismo es para mí un libro obligado que releo una y otra vez. Toda su obra es fascinante y su fino sentido del humor y su lógica son una fuente cristalina. Su vida me inspira mucho.

Hay otros autores que son fundamentales en estos tiempos sin los cuales no sería lo que soy: Tim Keller y su equilibrio y enfoque actual; San Agustín y su transparente autoexamen; Rob Bell…

WG: ¿Por qué Rob Bell?

AS: Por su forma de desestabilizar la ecuación con sus respuestas ambiguas pero que ha conseguido poner de moda de nuevo la reflexión teológica, siendo, desde mi punto de vista, el mejor comunicador que ahora mismo tenemos; Henri Nouwen y su espiritualidad fresca, auténtica, sincera y desgarradora que siempre es un vaso de agua de realidad que desempalaga; David Burt, el mejor exégeta vivo que conozco, y además tengo el privilegio de llamarlo amigo, sus predicaciones en audio me han acompañado cientos de horas cuando salgo solo a correr por Valencia; Phillip Yancey me abrió la mente en muchos aspectos, buena gente.

William Lane Craig y su defensa de la fe en contextos difíciles fue la razón de que ahora estudio filosofía en la facultad. De mayor quiero ser como él.

Podría seguir con más autores y gente con la que trabajo de manera continua. Son muchos.

Si te refieres a personajes bíblicos, Jesús como hombre, e Hijo del hombre y como Dios e Hijo de Dios, sigue pareciéndome enigmático. Sigo descubriéndolo.

WG: ¿En qué consiste, para ti, un buen predicador? ¿Qué cualidades necesita en el púlpito y fuera de él?

AS: El predicador ideal es Jesús. Conocía el tema, y la Persona de la que habla el tema, el Padre.

Un buen predicador conoce la escritura y conoce a Dios. Se siente amado y aceptado por Dios de una manera profunda y su intelectualidad no está reñida con la pasión y la emoción que Dios y sus obras producen en Él, vive al máximo su relación con Dios en todas sus áreas como ser humano y reconoce la necesidad de gracia constante. Además, el predicador ideal sabe adaptar su mensaje a la audiencia, sabe encarnar el verbo, hacerlo comprensible y relevante para su contexto. A nivel técnico ha estudiado la Biblia, con todas las herramientas hermenéuticas de las que disponemos, pero también conoce y reflexiona sobre la cultura. No es un pensador escondido en una torre, forma parte de una cultura que ama y que aspira a reconciliar con Dios. Por eso su mente también se nutre de lo que ocurre, conoce el lenguaje y los valores que  mueven la sociedad, no está desconectado de las noticias o del sentido del humor que en ese momento comprenden las personas. Vive los problemas reales de los demás y entiende que lo que predica es en primer lugar para él mismo.

También es un experto en comunicación. El predicador ideal no sólo sabe, sino que sabe enseñar, comunicar y trasmitir el mensaje. Para ello ha estudiado las distintas formas de dar un sermón o un discurso, conoce el uso del timing, las herramientas homiléticas, ha estudiado a otros predicadores, los distintos estilos de enseñanza y los recursos de los que disponemos a parte de la oratoria, el uso de lo visual, la interacción con los oyentes, la gesticulación, volumen de voz, dicción, y además lo gestiona de manera sabia para servir a la persona que escucha. Al final solo es un don, y por lo tanto no te pertenece, está en función de cómo sirves a los demás con él, y debemos ser excelentes por amor al prójimo.

Es una persona normal, no un superalguien, y conoce sus limitaciones, algo que también comparte y que ayuda a glorificar más al Dios que le ha llamado: “Venid y ved a un hombre que me ha dicho todo lo que soy” fue lo que dijo la mujer samaritana, quizá el primer predicador evangelista de la historia.

Para mí, uno de los aspectos más importantes es la autenticidad. Ser uno mismo como predicador es fundamental para ser creíble. De eso se trata, ¿No?

Y por último creo que debe recordar que la predicación no la hacemos para Dios, (aunque en última instancia todo lo hacemos para Dios, hasta comer) sino para servir a las personas, y eso debe modular nuestra predicación. Si no, podemos encontrarnos predicando y que sólo nos escuche la Biblia gigante que tenemos abierta en todas las “iglesias” por el salmo 91 y que nadie lee y terminar convirtiéndonos en una de ellas, llena de verdad, pero que solo sirve para decorar.

WG: ¿Cuáles son algunos de los peligros que un predicador tiene que enfrentar?

AS: Faltas graves: No ser fiel a la palabra de Dios, ser irrelevante, ser perezoso en la preparación, conformarse con lo que ya sabes, creerte la última coca-cola del desierto, no ser sincero, no compartir de tus pecados y tentaciones, y no predicar nunca de los peligros que tienes que enfrentar como predicador.

Además, como cualquier hijo de Dios, aislarte de tu comunidad, aunque formes parte de ella, y le “prediques”, es un atajo para tu fracaso.

WG: En tu opinión, ¿cuáles son los grandes desafíos y las grandes necesidades del cristianismo contemporáneo?

AS: Creo que el mayor desafío que tenemos en nuestro contexto es hacernos comprensibles, seguimos predicando en latín, y no me refiero solo a la proclamación. Esta sociedad está sobresaturada de mensajes, sermones, información que viene de muchas partes, las iglesias locales debemos esforzarnos en comunicar el evangelio de formas que el mundo comprenda, encarnando la verdad de manera práctica. Los predicadores también deberían ser movilizadores no solamente grandes teóricos.

Si no, el evangelio sólo se convierte en un producto de consumo que vende espiritualidad y que sólo sirve para gratificar las orejas del oyente. Pero no lo convierte en creyente.

Debemos entender que la Iglesia, en el ejercicio del amor de los unos por los otros está llamada a mirar hacia fuera, para que tenga sentido su existencia mientras esperamos que Jesús vuelva.

Las necesidades son muchas y variadas, mi preocupación o mi carga personal es ver gente que tenga clara su vida como misión, y que nuevas comunidades de fe con otros formatos que aún no hemos visto, comuniquen la Palabra de Dios en este tiempo. Para eso es necesario que gente, gente determinada, imagino gente joven y no tanto, tome la iniciativa e inspirados por Dios, funden esas comunidades.

WG: Y finalmente, Alex, sabiendo que P+D está llegando a millones de lectores jóvenes cada mes, ¿qué consejo le darías a un creyente joven en nuestros días?

AS: Que se lo piense bien.

Seguir a Jesús es lo mejor que le ha pasado a este mundo y lo mejor que puedes hacer con tu vida. Pero implica todo. Piénsalo bien, y si estás dispuesto a pagar el precio que eso puede suponer. El precio de la gracia, de confiar, pase lo que pase, pases por lo que pases, sabiendo que Dios te ama, en cualquier caso, y nosotros solo respondemos a su amor consecuentemente.

WG: Genial. Mil gracias dedicarnos algo de tu tiempo libre y por formar parte de esta serie. Adelante en todo, hermano.

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