Quiero escuchar tu voz
Él habla de forma clara a través de su palabra, santo canal mediante el cual Él nos otorga las instrucciones precisas para dirigir nuestras vidas.
20 DE MARZO DE 2015 · 14:25

Mi pequeña Valeria, con su voz trabada tararea una canción de Jesús Adrián Romero que dice en su estribillo: “Jesús, mi complemento”.
Un atisbo de mar asoma a mis ojos, emocionada pienso en la manera tan maravillosa en la que Dios atavía sus enseñanzas y como a través de canales sencillos, utilizando herramientas rudimentarias nos enseñar valores que poner en práctica.
Me paro a meditar en esos canales, precisos conductos que van dirigidos al corazón y que provenientes de Dios se visten de muy diversas formas para conseguir el propósito deseado. Lo importante, lo esencial es saber redirigir la mirada hacia la indicación correcta. Saber apreciar los matices en ese lienzo que se elabora ante nosotros y que por falta de destreza muy a menudo dejamos de atender y con ello nos perdemos la bendición.
Nuestros sentidos han de estar prestos a la voz de Dios, esa brújula que nos dirige sabiamente.
Conocer el propósito que Dios tiene para con nuestras vidas nos hace atender a su llamado. Conocer que quiere Él de cada vida nos alerta ante aquello que nos tiene que revelar.
Él habla de forma clara a través de su palabra, santo canal mediante el cual Él nos otorga las instrucciones precisas para dirigir nuestras vidas.
Él habla a través de niñas de seis años, de padres, madres, amigos, hermanos, habla a través de poemas, de canciones, de un sol espléndido, a través de la lluvia, utiliza panes y peces, utiliza granos de mostaza, lo realmente importante es estar dispuesto a oír lo que tiene que decirnos.
Me regocija saber que Dios conoce mis limitaciones, esas cosas que se me atragantan y que muy a menudo son costosas de digerir, entonces… se allega a mí con ese consabido cariño, con la ternura del padre que conoce sobradamente a su hija y sabe cómo llegar a su corazón.
Extiende sus mensajes y yo los recibo con sorpresa. Nunca deja de asombrarme la forma en la que me enseña.
Me considero mujer afortunada, bienaventurada, el rey de gloria tiende su mano y me regala el abrazo necesaria para despertar mi desmemoria.
Hace que una sierva poco instruida como lo soy yo sea receptora de sus palabras, sus mensajes escritos con la caligrafía divina y puestos ante mis ojos para que pueda descifrarlos con suma facilidad.
Ver lo que otros no ven, escuchar lo que muchos no oyen, sentir cómo me ama de una forma especial siendo vil mujer que cada día tiene que recordar el hueco que quedó en la cantera de donde fue liberada.
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