Jesús y el Espíritu, de James D. G. Dunn
Presentación y prólogo del libro "Jesús y el Espíritu", de James D. G. Dunn (Clie, 2014).
11 DE DICIEMBRE DE 2014 · 22:50

Un fragmento del libro "Jesús y el Espíritu", de James D. G. Dunn (Clie, 2014). Puede leer más sobre el libro aquí.
PRESENTACIÓN
El autor del libro Jesús y el Espíritu, Dr. James D. G. Dunn, profesor de Nuevo Testamento en la Universidad de Nottingham (Inglaterra), pasó la mayor parte de sus primeros treinta años en Escocia, donde se graduó en Económicas y Estadística, y en Teología en la Universidad de Glasgow. Más tarde, pasó tres años de investigación bajo la dirección del profesor C. F. D. Moule, obteniendo el Doctorado en Filosofía en la Universidad de Cambridge con la tesis publicada en 1970, en forma revisada, con el título El Bautismo del Espíritu Santo (Buenos Aires. La Aurora, 1977).
Preparado para el ministerio en la Iglesia de Escocia, pasó un año como ayudante del pastor en una iglesia de Glasgow y dos años como capellán de Estudiantes de Ultramar en Edinburgo; situación en la que se encontraba cuando fue asignado al Departamento de Teología de la Universidad de Nottingham, donde actualmente es profesor de Estudios del Nuevo Testamento. En Nottingham, el autor y su familia pertenecen a la Iglesia Metodista (Iglesia en Inglaterra más en relación con la Iglesia de Escocia). Con todo, en ocasiones, el profesor Dunn se presenta a sí mismo como metodista-presbiteriano con tendencias bautistas e intereses pentecostales, aunque algunos concluyen de sus escritos que se trata más bien de un anglicano. El autor está casado y tiene tres hijos.
La Universidad de Cambridge, en 1976, le galardonó con el título de Licenciado, Honoris Causa, en Teología, por su libro, ahora traducido al español, Jesús y el Espíritu. El profesor Dunn ha escrito, además de un número considerable de artículos, otros dos libros, cuyos títulos son: Unity and Diversity in the New Testament. An Inquiry into the Character of Erliest Christianity. SCM Press, Londres 1977 (2.ª reimpresión en 1981). (El capítulo IX de este libro se titula el Espíritu y la Experiencia, pp. 174-202). Y Christology in the Making. An Inquiry into the Origins of the Doctrine of the Incarnation. SCM Press, Londres 1980. (El capítulo V se titula ¿Espíritu o ángel?, pp. 129-162).
EL LIBRO "JESÚS Y EL ESPÍRITU"
No obstante, teniendo en cuenta la perspectiva del lector católico, entiendo necesario aportar algunas líneas de interpretación. Aunque se trata de «Un estudio de la experiencia religiosa y carismática de Jesús y de los primeros cristianos (los primeros treinta años) tal como se refleja en el Nuevo Testamento», no me voy a fijar en la dimensión directamente exegética, en la que el profesor Dunn es un adelantado. Pero, con frecuencia, cuando me encuentro con estudios bíblicos, recuerdo aquellas lúcidas palabras del padre Y. M. Congar: «El único poder de comprensión y de fidelidad adecuado al don de Dios es no el talento de los exegetas, sino el sentir de la Iglesia fomentado en ella por el Espíritu Santo… Respeto siempre e interrogo continuamente la ciencia de los exegetas, pero recuso su magisterio» (Falsas y Verdaderas Reformas de la Iglesia, Madrid 1953, p. 366). Una exégesis profunda, viva y actualizada, necesita tener en cuenta los lugares teológicos. En concreto, no sería correcto proponer materialmente la visión carismática de las Iglesias paulinas como respuesta adecuada y creativa a la situación actual del cristianismo.
Quiero fijarme particularmente en la visión carismática de la experiencia de la gracia (cap. VIII) y en la visión carismática de la comunidad (cap. IX), tal como se encuentran en este libro de Dunn. En el subtítulo de la obra, la palabra «carismática» aparece como lo específico de la palabra «religiosa». Sin embargo, el autor ha evolucionado últimamente hacia una visión más eclesial y sacramental, de modo que actualmente el profesor Dunn concede más importancia al adjetivo «religioso» que al adjetivo «carismático» de su libro Jesús y el Espíritu. Pero el lector católico, consciente de que el genio del catolicismo es la visión de la totalidad, se pregunta a veces si el autor Dunn, en contadas ocasiones, no se habrá dejado llevar al redactar estas páginas por una teología parcialmente confesional. En concreto, la Iglesia se manifiesta y actúa como una realidad simultáneamente carismática e institucional, de manera que cuando se desequilibra esta doble dimensión se pierde la perspectiva correcta del misterio eclesial. (Puede consultarse la obra de Y. M. Congar, Je crois en l’Esprit Saint, Du Cerf, París 1980-1981. Especialmente los volúmenes segundo y tercero).
Efectivamente, el profesor Dunn hace referencia a la teoría del Frühcatholizismus, que según él aparece ya en la segunda y tercera generaciones cristianas, tal como se manifiesta en las Cartas Pastorales (§§ 57, 3 y 59, 3). Y califica este catolicismo como autoritario (§ 59, 4) y centralista, cuya organización asfixia el carisma (§ 45, 2). Y en referencia a la experiencia de la gracia, afirma el autor Dunn que no es algo especialmente relacionado con los sacramentos o con los ministerios (§ 56, 2). Y escribe también: el enlace entre Jesús y sus discípulos se realiza en el Espíritu y no mediante los sacramentos o ministerios (§ 58, 1). Más en concreto, dice que la tradición se puede convertir en un control del carisma que sacrificaría el presente en aras del pasado (§ 58, 2), o en una camisa de fuerza, mediante la que el Espíritu quedaría secuestrado por la institución (§ 59, 3). Igualmente, leemos en este libro lo siguiente: describir los sacramentos en Pablo como los canales principales o únicos de la gracia sería totalmente erróneo (§ 43, 8), pues la experiencia de la gracia no puede limitarse o encauzarse a través de un sistema sacramental o de alguna jerarquía sacerdotal (§ 43, 8).
Con claridad meridiana, el profesor Dunn afirma que el carisma es más fundamental a la comunidad y a la unidad que el ministerio o el sacramento (§ 50, 1), pues la comunidad depende solo e inmediatamente del Señor y de su Espíritu (§ 50, 1). La Cena y el Bautismo manifiestan la comunidad, pero ni la crean, ni la fundamentan (§ 50, 1).
Pedro Fernández, O. P. Lincoln, marzo 1981. Salamanca, julio 1981
PRÓLOGO
Las expresiones y las exigencias de la experiencia religiosa pueden ser estudiadas desde muchos puntos de vista, y numerosas investigaciones de este tipo han sido realizadas en el pasado. Pero aumenta el conocimiento; se desarrollan nuevos métodos de investigación; y las nuevas generaciones dan testimonio de su propia y única experiencia de la realidad, dando origen a nuevas cuestiones. Como teólogo y especialista en el Nuevo Testamento, únicamente puedo añadirme al número, siempre en aumento, de investigadores en el tema donde yo más puedo contribuir, aunque no sea mucho. Hay suficientes fundamentos para esperar que el campo de los orígenes cristianos producirá bastantes pistas sobre el misterio de la experiencia religiosa del hombre.
Aun dentro de este objetivo limitado, la literatura es enorme. Sin embargo, he tratado de leer o al menos referirme a los trabajos del siglo xx que más relevancia tienen en esta materia. Que no haya conseguido un éxito completo en este objetivo no es, en manera alguna, un fallo del excelente servicio de la «Inter-Library Loans», la cual me ha sido muy útil aquí en Nottingham.
Un estudio como este se relaciona con muchas otras áreas que preocupan al especialista, y yo soy bastante consciente de mis limitaciones en muchas de ellas; y también con respecto a los artículos y monografías que he omitido. Se me permitirá excusarme, sencillamente, diciendo que en un proyecto como este, en un aspecto o en otro, uno tiene que omitir las nuevas orientaciones que continuamente se descubren; no puede hacer caso de las nuevas cuestiones que surgen ininterrumpidamente; de otro modo nada se podría escribir. Confío únicamente en que el tema escogido para nuestro estudio está suficientemente delimitado para justificar al menos el esfuerzo de responder a algunas de las cuestiones, y espero que no haya dejado pendientes muchos cabos sueltos.
Con el fin de hacer accesible el libro al mayor número posible de lectores he traducido los términos griegos, en la medida en que creí necesario usarlos. Buscando el bien de un número de lectores más amplio me acostumbré también a referirme a las traducciones de la literatura alemana y francesa cuando fue posible.
Finalmente, tengo el gusto de agradecer a todos aquellos que han opinado sobre los diversos borradores del material; particularmente a mis colegas aquí en Nottingham, Dr. D. R. Catchpode de Lancaster, Dr. G. N. Stanton de King’s College, Londres, y el profesor C. F. D. Moule de Cambridge. La hospitalidad de John y Margaret Bowker hicieron muy agradable mi investigación en Cambridge. Principalmente la paciencia y consideración de mi esposa, durante todo el período de gestación y publicación, está más allá de toda alabanza.
Universidad de Nottingham, James D. G. Dunn. Marzo 1975
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