Ese hombre es como un árbol
plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!


Salmo 1:3


Hay que estar muy ciegos para no entender que hombres y mujeres, a veces, desde orillas diferentes, nos sumergimos en el Río de la Vida que nos contempla, y aunque a algunos les pese, nos moja por igual, y nos une en sus aguas sin perder n"/>

Bienaventurado el varón



Ese hombre es como un árbol
plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!


Salmo 1:3



Hay que estar muy ciegos para no entender que hombres y mujeres, a veces, desde orillas diferentes, nos sumergimos en el Río de la Vida que nos contempla, y aunque a algunos les pese, nos moja por igual, y nos une en sus aguas sin perder n

01 DE FEBRERO DE 2007 · 23:00

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Río de la Vida donde, día a día, algún necio solitario se niega a naufragar por miedo a llegar limpio a la orilla, desnudo, recién lavado el espíritu, rescatado con toda seguridad, por los brazos de una mujer.
  • Bienaventurado el varón que no oculta su emoción ni la disfraza.
  • Bienaventurado el varón que aconseja a una mujer de igual a igual con palabra buena, sin orearlo luego al sol que más calienta.
  • Bienaventurado el varón que se despoja de la educación tradicional y permite que sus ojos desborden lluvia cuando estalla la tormenta interior.
  • Bienaventurado el varón que admite su angustia y sus fantasmas, y comparte su debilidad con una mujer amiga.
  • Bienaventurado el varón que, gozoso, mantiene con frescura la tierna costumbre de besar al amigo cuando le encuentra.
  • Bienaventurado el varón que comparte las diferentes tareas u obligaciones familiares, basado en un plano de igualdad, sin sentirse violentado, sin esperar las gracias.
  • Bienaventurado el varón que se permite conmoverse, en compañía de otro varón, ante los muertos de un reportaje de guerra.
  • Bienaventurado el varón que, humilde, sabio y bello, no esconde su inocencia ante una mujer.
  • Bienaventurado el varón que muestra en su frente estigmas de nuevos renaceres.
  • Bienaventurado el varón recto y prudente que, deseando el bien ajeno, no echa por tierra los logros conseguidos por una mujer, ni destruye sus sueños.
  • Bienaventurado el varón que esclarece sus ojos con la verdadera Luz sin importarle nada ni nadie.
  • Bienaventurado el varón que aguarda feliz el momento de terminar el diálogo que, con ella, había dejado a medias.
  • Bienaventurado el varón que, temeroso del Señor, no alimenta sus entrañas con maldades.
  • Bienaventurado el varón que repudia todo acto o amenaza de violencia que tenga como consecuencia perjuicio o sufrimiento físico, sexual o psicológico contra su esposa o contra otra mujer.
  • Bienaventurado el varón convencido de que si en el mundo solamente hubiese varones, sería una desgracia.
  • Bienaventurado el varón que, al desvelarse a los cincuenta, no se vuelve trashumante en el amor y cambia porque sí de compañera.
  • Bienaventurado el varón que resuelve sus dudas dispuesto a aprender de ellas.
  • Bienaventurado el varón que conserva la excelsa costumbre de escribir, no emails, sino cartas de amor de puño y letra.
  • Bienaventurado el varón consciente de que ninguna mujer es posesión suya.
  • Bienaventurado el varón de cuya boca manan bendiciones, verdades y consideraciones.
  • Bienaventurado el varón que, poniendo la mano en su pecho no olvida quien lo amamantó.
  • Bienaventurado el varón que ya habita en este lado del país de las igualdades, amando, llenando soledades.
  • Bienaventurado el varón que, no habiendo tenido esa experiencia, se atreve a lanzarse al Río de la Vida, aun a riesgo de naufragar. Y si naufraga y es felizmente acogido en la orilla por los brazos de una mujer, descubrirá la hermosura del encuentro y la nueva vida que se abre ante él.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Bienaventurado el varón