Del sincericidio a la `ahinsa´

Cuántos de nosotros vivimos pensando que tenemos la obligación, nos pregunten o no, de decir siempre la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. Si no lo hacemos, nos sentimos culpables ¡Qué escrupulosa acostumbra ser nuestra conciencia!

06 DE MAYO DE 2006 · 22:00

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Evitar esa culpabilidad nos lleva, a veces, a enrarecer la convivencia. Caemos, sin darnos cuenta, en el error de creer que entendemos de cualquier asunto, por lo tanto, damos nuestra opinión rotunda y sobre todo nuestros buenos consejos. En ocasiones pasa que incluso utilizamos versículos para apoyarnos. Cada vez que abrimos la boca sube el pan, la carne y el pescado. Esta actitud suele abrir heridas ya que hacemos críticas destructivas que no aportan salidas beneficiosas para el asunto en cuestión. En el libro titulado “Corazones Inteligentes” escrito por Pablo Fernández Berrocal y Natalia Ramos Días, dos profesores especialistas de la universidad de Málaga, leí que esa actitud tiene un nombre: “Sincericidio”, muy acertado por cierto y me encanta. Me gustaría aportar otra palabra: “Ahinsa”, término utilizado por Gandhi. Significa “Negarse a causar daño a los demás”. Los cristianos estamos en contra de la mentira. Podemos decir la verdad con tacto, sin ofender a nadie, transmitiendo al otro nuestras palabras con el amor del Señor. Y más, si no deseamos quedarnos solos en este mundo, sin perrito siquiera que nos ladre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Del sincericidio a la `ahinsa´