El mensaje eterno de los profetas

El hecho de que la revelación de Dios en Cristo sea superior, única y definitiva, no anula las revelaciones anteriores.

21 DE MAYO DE 2013 · 22:00

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Los profetas están de moda en nuestros tiempos. Escritores católicos y protestantes están publicando libros sobre ellos. En púlpitos de las denominaciones evangélicas se predica mucho a los profetas. Aunque no vivimos bajo la Ley del Antiguo Testamento, el mensaje de los profetas es aplicable a nuestros días. Ni Pablo ni otros apóstoles los ignoraron. 1ª CORINTIOS 10:11 En el capítulo 10 de su primera epístola a los Corintios Pablo amonesta a los miembros de aquella Iglesia, poniéndole como ejemplo la infidelidad del pueblo hebreo durante su peregrinación por el desierto. Según el apóstol: “Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros”. En el mensaje de los profetas hay amonestaciones para el pueblo de hoy. Para el pueblo ateo y para el pueblo cristiano. ROMANOS 15:4 En su epístola a la Iglesia en Roma, Pablo insiste en la validez del mensaje profético para nuestros días. Dice: “Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron”. Esto significa que podemos aprender grandes cosas de los escritos del Antiguo Testamento, especialmente de los profetas. HEBREOS 1:1-2 En el prólogo a la epístola a los Hebreos, el autor escribe: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”. Este hablar de Dios a los profetas supone la revelación propiamente dicha. Veamos dos ejemplos: “Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: ….”. (1º Samuel 9:15). Y Daniel escribe: “A mí me ha sido revelado este misterio”(Daniel 2:30). El hecho de que la revelación de Dios en Cristo sea superior, única y definitiva, no anula las revelaciones anteriores. El ser humano ha cambiado muy poco. Las grandes transformaciones que ha experimentado el mundo desde aquellos tiempos de los profetas no han afectado al corazón. En sus relaciones para con Dios, el hombre de hoy, la mujer de hoy, no se diferencian mucho de aquellas mujeres y de aquellos hombres. Un predicador del Evangelio puede aprender mucho de los profetas. El mensaje que transmitieron en su tiempo es aplicable en nuestros días. El contenido de este mensaje iré exponiéndolo a partir del próximo artículo.

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