Susana García Flórez"/>

Sobre Edward Hopper y sus cuadros

Susana García Flórez

28 DE AGOSTO DE 2012 · 22:00

,
¿Por qué un artista como Hopper consigue conectar hoy en día con el público? ¿Cuál era su intención al pintar? ¿Qué nos aporta como creyentes? Nacido en el seno de una familia bautista norteamericana, no es muy difícil adivinar que con el ingreso en la juventud, Edward Hopper comience a ser crítico con todo aquello que ha sido característico de su infancia. Rechaza el formulismo y el puritanismo, aunque su alejamiento de la iglesia no es síntoma, sin embargo, de un enfriamiento espiritual, sino que como muchos artistas del siglo XX, nos presenta una obra que habla del ser humano que rechaza a Dios pero que lo anhela. ¿Qué vamos a encontrar en la exposición? Sentimientos universales y comunes a todos nosotros: soledad, personajes icónicos, arquetipos freudianos y jungianos, reconstrucción de espacios imaginarios, realidad asimilada y procesada, el interior de la mente del artista, el reflejo de nuestras propias angustias e inseguridades, el ser humano actuando en escenarios de la norteamérica de los años posteriores a la gran crisis y la paulatina recuperación económica sumada al desencanto de sus compatriotas. Los cuadros de Hopper[i] son historias incompletas que necesitan un espectador que las lea y dote de significado en función de su experiencia vital. Los rostros de los protagonistas anónimos, tratados de forma descuidada, como máscaras que esconden todo un mundo, son en realidad arquetipos que todos podemos llenar de significado a través de lo más privado de nuestro subconsciente.
Existen muchas formas de lectura, pero me gustaría proponer una en la cual el espectador se enfrente a la obra con la menor información posible.Sugiero que analice el contexto, como si se tratase de una obra de teatro (expresión artística a la que tanto Hopper como su mujer eran muy aficionados) o un fotograma. Todos los elementos, la luz y el encuadre, pueden ser claves interpretativas para que la historia fluya, partiendo de la base de que el proceso en el que se sumergía el artista no era tan fácil como sentarse y pintar lo que veía. Vemos cuadros que en realidad son recreaciones de escenas varias, cotidianas, que en la mente de Hopper adquieren una esencia diferente y se convierten en un vehículo de iconos, de objetos que sustituyen al propio modelo del que parte para representar una idea o significado. El silencio. La pureza de lo que nos hace humanos, nuestros miedos, nuestros logros, nuestra sociedad, nuestras relaciones, aquello que nos define como humanos. La memoria y la imaginación como armas para enfrentar una realidad.
¿Qué es lo que nos define?
Atrapados en sus lienzos, absortos en esa atmósfera opresiva en la que algo acaba de ocurrir o está a punto de ocurrir, como creyentes tenemos un punto de fuga, una nueva perspectiva que nos puede llevar a entender a Hopper desde el punto de vista de un espectador de la vida que no entiende cuál es su rol y qué debe hacer en el mundo que le rodea. Sus calles vacías pueden transitarse con nuestra conciencia del ser, con nuestra esencia primigenia Hopper es un profeta solitario que no predica a Dios, sino que busca en el hombre la causa y la solución. Pero nosotros tenemos la responsabilidad de compartir aquello que nos da rumbo, aquello que los profetas antiguos anunciaron como la Salvación. Otra sugerencia: lleva a un acompañante no creyente y háblale de cómo Cristo cambió tu vida. Susana García Flórez – Lda. Historia del Arte - Madrid (España)


[i] Del 12 de Junio al 16 de Sep 2012 - Museo Thyssen-Bornemisza, Palacio de Villa, Paseo del Prado 8, Madrid.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - sin definir - Sobre Edward Hopper y sus cuadros