Desalojos

Cuantas veces habrás oído decir que debes dejar a un lado los pesares del ayer. Que Dios, nuestro gran Dios forja todas las cosas de nuevo. Cuantas veces habrás sentido la apremiante necesidad de dar carpetazo a pasados asuntos que lo único que hacen es importunar. Pero estás ahí, con el alma prendida cual cometa en pos de recios vientos, con el corazón maltrecho y expuesto a los sutiles dardos del enemigo. Tienes que aprender que el pasado no ha de ser tu refugio, que el futuro está vedado. Es el presente el lugar donde vives, es la morada que tienes que cuidar. Desaloja de ti aquello que te daña. Los asuntos añejos que vienen una y otra vez a ensombrecer tu horizonte, entremetiéndose en el presente con las austeras formas de un maleducado usurpador. Es tiempo de restaurar. Atavíate de Nehemías, abandona la comodidad y lucha por reconstruir lo que tras la tormenta ha quedado yermo. Es tiempo de arremangarse y hacer limpieza. Tirar las herramientas que han quedado obsoletas, artilugios que ya no sirven y que ocupan un inadecuado lugar. Desaloja de ti aquello que sin merecerlo se asienta en tu vida y míseramente roba un precioso espacio. Tras el desalojo de todo lo discordante, hallarás huecos vacíos que ansían ser llenados, hermosos rincones que se irán colmando de cosas realmente importantes.