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Matos Paoli: obra y evangelio

La poesía de Matos Paoli mana del Evangelio y deja huella de esa Huella.

04 DE MAYO DE 2012 · 22:00

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PARA CONOCER A UN PUERTORIQUEÑO Francisco Matos Paoli (Lares, 1915-Río Piedras, 2000) escribió muchos libros de poesía, de los cuales publicó cerca de setenta, si las cuentas no me fallan. Pero bastaría su imborrable Canto de la Locura (1962) para situarlo en lo más alto de lírica de habla castellana de todos los tiempos. ¡Cincuenta años se cumplen del nacimiento de tan memorable creación poética, extraño fruto místico brotado en el caribe hispano! Lo escribió un poeta que sufrió prisión y tortura por manifestarse contra el colonialismo norteamericano; un poeta que padeció locura y manicomio tras su paso por la cárcel y el posterior indulto; un poeta que tras su pronunciamiento nacionalista encontró la redención en el Cristo que es el único conocedor del Enigma. …Por la vena de Jesús palpita el cielo de los mártires en vuelo. Sangre en ascuas. Sangre buena, tan alta que se encadena a la paz. Sangre proscrita que en la cárcel precipita pupilas de roja flor. Sangre curvada en dolor hasta ser sangre infinita. Pero atendamos a lo que le dice el notable Jorge Guillén, en carta fechada el 26 de febrero de 1964: “Mi querido amigo, mi admirado poeta: Su canto de la locura es, en definitiva, el canto de la suprema cordura. Y a la luz del espíritu –consciente, sereno– se suceden esas palabras sin césar poéticas, una a una portadoras de su mensaje poético. Mensaje que fortalece, consuela, ilumina, siempre armónico, siempre elevado, y las varias situaciones contingentes quedan, merced a ese temple, a ese acento, dominadas y convertidas en la base de la suprema cordura final. ¡Cuántos aciertos, cuántos pasajes felicísimos habría que citar para decirle cuánto me ha conmovido este poema! Le veré pronto. Un abrazo de su viejo amigo, desde aquellos días lejanos de París”. Claro, el español y el puertorriqueño se habían conocido en París hacia finales de los años cuarenta, cuando Matos fue a la capital francesa para realizar el doctorado en Letras por la Universidad de la Sorbona. A principios de los cincuenta, siendo ya secretario general del Partido Nacionalista fue hecho preso y condenado a veinte años de prisión… Oigamos su clamor, pero también el cántico de perdón a sus represores: Yo he vivido en mi isla, Señor, rodeado de peces furibundos, con el llamado del coral en la oreja ya tieso de mirar el mirar sin poder hallar su última mirada. (…) Ya estoyreconciliado con el polvo, con la saliva fría de aquel loco que obedecía a Cristo en el empuje cruel de la distancia. Tenemos que pasar por la burla, por el goteante, efímero secreto de los que se alimentan de la tierra. Antes y después estuvo con la Poesía. Aquí destaco sólo algunos de sus libros publicados: Signario de lágrimas (1931), Cardo labriego y otros poemas (1937), Teoría del olvido (1944), Habitante del eco (1944), Canto a Puerto Rico (1952), Luz de los héroes (1954), Criatura del rocío (1958), Canto de la locura (1962), El viento y la paloma (1969), La marea sube (1971), La semilla encendida (1971), Rostro en la estela (1973), Variaciones del mar (1973), El engaño de los ojos (1974), La orilla sitiada (1974), Testigo de la esperanza (1974), Unción de la tierra (1975), Rielo del instante (1975), Dación y milagro (1976), Ya se oye el cénit (1977), Loor del espacio (1977), Rapto en el tiempo (1978), La caída del clavel (1979), Jardín vedado (1980), Los crueles espejos (1980), Sombra verdadera (1980), Hacia el hondo vuelo (1983), Vestido para la desnudez (1984), Los senderos ocultos (1985), Tradición del silencio (1985), Las pausas blancas (1986), La frontera y el mar (1987), El acorde (1988), Contra la interpretación (1989) o Las pequeñas muertes (1989). Nadie se engañe: lo mucho no engulle o enturbia la calidad poética. Matos Paoli sabe de lo necesario de su canto, de la voz urgente que debe poner al servicio de los demás, como por mandato de Dios: Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta, estar abierto en el agua como la flor de loto, perder la huella de la noche, no sostener más la perla del abismo huir hacia el cafeto florecido que en simplicidad alaba. Pero es imposible, Dios mío. Buena parte de lo ofrecido por Matos Paoli supera de lejos a la obra de otros autores aupados a sitiales y reconocimientos mayores. En él, cantidad y calidad van de la mano. Y también el pensamiento poético y su religación cristiana: “…El poeta depende de Dios para crear. De ahí que sea un hombre religioso con todos los atributos de su poder eterno. La majestad es la humanidad. Y la Divina Providencia es la huella en el tiempo de toda la euritmia del universo de Dios. La Divina Providencia actúa en la realidad física, se desplaza en la circunstancia social. Dios está delante del hombre. Y esta misericordia o piedad de Dios se prueba a través del hecho consolador de la poesía que nos sirve de sendero, de catarsis. El proceso poético es uno de purificación”. POR CRISTO HACIA LA MÍSTICA En 1991 tuve ocasión de conocer y acompañar a Matos Paoli, tanto en Madrid como en Salamanca. Don Paco vino con su esposa, Isabelita Freire. En Salamanca estuvieron una semana, lo que duró el Encuentro de Poetas Iberoamericanos que coordiné para la Universidad de Salamanca. Otros invitados: Emilio Adolfo Westphalen, Gonzalo Rojas, Olga Orozco, Álvaro Mutis, Eugenio Montejo, Pedro Shimose… Camino a Alba de Tormes, un mediodía tórrido de julio, Matos Paoli no cesó de hablar, embriagado por visitar uno de los lugares preferidos de Teresa de Jesús; feliz por su filiación cristiana. Y repetía unos versos que no he olvidado: Doy la medida de Cristo: sueño, con el ofrecimiento en la ceniza, despertar los silencios, uno a uno. Al retorno, agradecido, me donó un volumen encuadernado que recopila textos sobre su obra, cartas a él enviadas por escritores reconocidos y, algo de valor según mi entender, una extensa entrevista inédita. De tal reportaje, firmado por su esposa, extraigo ahora algunas opiniones del poeta de Lares. Ésta, por ejemplo: “Como poeta místico, religioso, me he amparado siempre, a lo largo de toda mi obra poética, en lo que creo es mi deber fundamental: la realización del derecho a la vida después de la muerte. Y como poeta reaccioné contra el materialismo histórico, falsamente dialéctico, y me impuse la obligación estético-moral de poner mi obra al servicio del Evangelio del Cristo que interpretó la historia del hombre como una dialéctica dual en que toda poesía tiene que asegurarse de un doble proceso: la divinización de lo humano y la humanización de lo divino… De ahí que toda mi obra está determinada por la filosofía y, en menor parte, por la teología de tipo cristiano, a la cual me he adherido siempre para salvarme como poeta original”. Y más sobre la mística y sobre Cristo: “La poesía mística que me ha servido de denominación común en mi mejor discurso poético tiene absoluta fe, una fe racional en que la resurrección del Cristo es un hecho de carácter indudable. Porque Jesús es un Cuerpo, un Cuerpo real, no una imagen espuria que vaga o divaga en la noche oscura de nuestra inteligencia. Nuestro Señor es un símbolo carnal, un Cuerpo. Él es la personalización de un cuerpo que puede reflejarse en la naturaleza como una naturaleza sometida a una revisión esplendente. Y esta naturaleza del Cristo, Dios y Hombre, jamás niega lo que llamamos, científicamente hablando, la naturaleza de índole mecanicista”. Ahora también en verso: “(Cristo viene y me trae el rosal)…// (Cristo mata la muerte), Dios mío, qué verdor…// (Cristo mata la muerte), Dios mío, qué pasión…// ‘Cristo vive en mí’/ como el pétalo de sol/ que sirve de plétora/ en esta noche de final blancura”. FRAGMENTOS ANTOLÓGICOS Ya señalamos la dimensión destacable del magno poema-libro titulado El Canto de la locura. Dejemos que sea Matos Paoli quien añada las características principales de su poesía: “... a medida que mi verbo poético se fue ampliando a lo largo de una corriente infinita de expresión y comunicación humana con el pueblo cristiano, logré el propósito de la unificación entre la metafísica y la realidad histórica en la que estoy situado. Esta simbiosis de raíz y ala se demuestra ya palpablemente en mi mejor obra, Canto de la Locura (...) en que la inmanencia se vuelve trascendencia y viceversa, la trascendencia se transfigura en inmanencia”. Aquí unos fragmentos del mismo: PORQUE SOY EL POETA… Porque soy el poeta, befa mayor de la palabra, debo tener el cielo dispuesto al mundo vano. Y cuando chocan los seres, qué impasible evasión, qué pábilo de lumbre enterrada, qué decisión baldía hacer que todo poema se levante del ruido y pueda representar la idea, el fantasma infinito de los vuelos, la eucaristía que se reconoce en el modo de partir el pan. Sé que el vecino hace un esfuerzo grande por ser hombre, sé que debo hablar con armonía, apaciguar el león que se come el crepúsculo. De momento me enternezco, me suelto en la corriente noble, apabullo los astros con la mano y digo: es mejor el silencio cuando se está tan muerto y no podemos mejorar el día común prendido a nuestra lágrima. Pero tengo que luchar y luchar. Luzbel es la incomunicación, el fácil deletreo que idiotiza, el sedicente que por abundancia de atmósfera echa a perder el llanto, ese tatuaje del olvido que aún queda al encarnado. Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta, estar abierto en el agua como la flor de loto, perder la huella de la noche, no sostener más la perla del abismo, huir hacia el cafeto florecido que en simplicidad alaba. Pero es imposible, Dios mío. Si no enloquezco ahora, ¿qué será del semen de la imagen? ¿Para qué deseo el tieso símbolo de los grandes congelados de la historia? ¿Para qué soy el patán que se desvive en la memoria inasible, todo rodeado de orillas, todo poblado de insustancia, todo clamante en el desierto? HE MENCIONADO... He mencionado la ilusión. Y todo es como un pasmo primerizo de párpados cerrados. Una penumbra sin ojos es lo único que florece ya. (Estoy ciego, Dios mío, como Saulo: el caballo que come la yerba sería la amapola, el niño que jugó por la colina sería el aire mismo curvado de aureolas). RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL CRISTIANO Conviene adentrarnos en su ideario de cristiano preocupado por los más necesitados, por los subyugados: “Los cristianos somos militantes. No rehuimos la responsabilidad social. Queremos unir el cielo con la tierra en una sola dimensión cósmica. Además, no creemos que el realismo, tal y como se practica en las sociedades materialistas, sea la única realidad. El realismo limita la persona humana porque prescinde de la esencia. Y para poder evolucionar en el centro de la ciudad necesitamos tener el respaldo de la Divinidad. La falsa disyunción entre el mundo y el trasmundo ha suscitado peleas inconcebibles de incomprensión entre Dios y los hombres. Nosotros, los cristianos, abogamos por la fusión de la esencia y la existencia. Creemos en la resurrección de la carne. La poesía es raíz y vuelo a la vez. Yo cultivo, por lo tanto, una poesía total en donde la imaginación se concatena con el hecho real para transfigurarlo ávidamente”. Matos Paoli se sabe un intermediario privilegiado, aunque a veces puede estar tentado de caer en el simple preciosismo del verso sin contenido profundo para las gentes que sufren o necesitan. Por ello hace un pedido a Dios: DAME CORAZÓN A veces me avergüenzo de jugar con las palabras. Hay tanta lustrosa cadena soliviantando el pan de los pobres amigos. A veces me avergüenzo de escudarme en los símbolos vacíos de la hiel y del tedio. Y más vale el sudor cuando canta. A veces me avergüenzo de los miedos desnudos, de la más fina soledad en que pretendo sustituir la fiebre que ataca a los esclavos. Dios, dame corazón para elevarme en la tierra. Pero, cuidado, Matos Paoli no es un poeta al que pueda tildarse como comunista o, en su defecto, próximo a la teología de la liberación. Más bien todo lo contrario, ideológicamente hablando: “Ahora, en los jóvenes, existe una reacción contra lo religioso. El marxismo se ha apoderado de ellos. Tal vez retornen a la antigua encerrona costumbrista. No sé, pero sería un error, una trivialización de la poesía, un retornar a un realismo cansón de tipo político que se agota en sí mismo y que repudia la finalidad intrínseca de todo arte verdadero”. Antes que cualquier ideología, el poeta de Lares se siente cristiano y procede como tal: Porque estoy vencido por el otro que sufre por el clamor de una muchedumbre hambrienta. Entonces, como el Cristo, cojo el pan, cojo el pez, los multiplico. Y así traigo al mundo el silencio fiel de Dios, la gracia del camino de Damasco que pone un nombre nuevo a Saulo: el forjador incorregible de la locura de la cruz…”. Y sobre ello insiste, vinculando su escritura poética a las enseñanzas del Señor: “Mi poesía deriva de una esencia espiritual que me concreta, se cuaja en una ley de amor tal y como nos la enseñó nuestro Señor Jesucristo. O sea, la ley de la fraternidad humana. Aunque yo soy un poeta lírico tengo que reconocer, de acuerdo con el mandato de Jesús, la realidad del otro. Por lo tanto ese lirismo puede interpretarse como un anhelo de llevar mi realidad íntima a la presencia de mi hermano y darle un contenido eminentemente social, político, patriótico, y un misticismo que recoja la raíz esencial de la patria puertorriqueña”. En esta opinión encontramos su anclaje con los postulados que aprendió de Jesús, del que también bebió el llamado ‘apóstol’ del movimiento independentista puertorriqueño, Pedro Albizu Campos: “La defensa lírica y semiépica que lleva a cabo el poeta en defensa del paria colonizado, del obrero explotado y de todos los pobres y condenados de la tierra. Esta reivindicación de los pobres la recibo de nuestro Señor Jesucristo”. Y más: “Yo creo fundamentalmente que la función de la poesía debe ser removida al dominio de la perfecta justicia entre los seres humanos. Yo creo en una ética estética. No soy un purista. No me puedo traicionar a mí mismo en un vacío estético sin ser enlazado a la realidad de mi pueblo”. PASAJES BÍBLICOS DE REFERENCIA Copiemos otros dos fragmento de Canto de la Locura, para así poder ejemplificar unas referencias que cualquier buen lector de la Biblia se percata de inmediato: Yo sé que de la saliva de aquel loco brotó el ramo rojo de rosas, brotaron las constelaciones, el aéreo andar que redime la planta encanecida. ¿Por qué la cruz se parece a una estrella? ¿Por qué el polvo me invita en medio de la noche esplendorosa y cuando nos parecemos al Oculto, los coquíes, en su pulso virtual del acto, apagan todo mar enamorado? Hay algo en el mundo que no cesa. Tal vez el diapasón en desvarío, la rosa que es eterna en el instante, el peregrino que cesa por amor hacia el otro que sube en su fatal domingo de inocencia. (…) ¿A que nos recuerda el episodio de David soltando saliva por la boca, aparentando locura ante Aquis, el rey de Gat, escapando de la persecución de Saúl? Y luego la Cruz como redención, el desvarío aparente trazando la victoria final de lo eterno. Y luego, ya más evidente, la presencia de Pablo y la exaltación mística de la Gracias divina, como sucede en el siguiente fragmento: Una canción remota que por primera vez es mía. Algo que se adelanta como un ara en el desierto. Casi sigiloso, empiezo a cantar como los locos ebrios que entran en una nueva zona de tersura. (San Pablo, tú hablaste de la locura de la Cruz) ¿Qué ha pasado? Dios y sólo Dios, sin que el alma aparezca arrebujada y de rodillas, enhiesto estoy en el rocío, casi perlado del misterio, con un vino en los labios para el huésped que arriba en medio de la noche temblorosa. POESÍA Y EVANGELIO Concluyendo, la poesía de Matos Paoli mana del Evangelio y deja huella de esa Huella. Él lo reconoce: “Tengo un secreto vivo de ternura,/un pan sagrado y lento/ que no es para la boca.../Una canción remota/que por primera vez es mía”. Y también explica los referentes de otro libro suyo, como muchos de ellos, de marcada inspiración cristiana:El viento y la paloma significa en mi obra un remanso de consuelo cristiano. Ya lo dice el propio título: la paloma es el ave sagrada que se presentó durante el bautismo del Cristo. El viento hace referencia a la fundación de la iglesia cristiana, lo cual lo hemos aprendido del libro Hechos de los Apóstoles, o sea, viento de Pentecostés”. Sorprende el amplio conocimiento bíblico del poeta nacido en Lares. Y más sorprende la apelación constante que hizo de la Palabra de Cristo. “…El Cristo jamás separó el sujeto del objeto en sus dos acepciones cardinales, primordiales: Ama a tu prójimo como a ti mismo y a Dios sobre todas las cosas. En ese sentido cordial de la pasión del Cristo se funda toda mi filosofía existencial cristiana”. Y así, ya sufriendo presidio, entre barrotes, como Pablo, fue pergeñando su despedida desde temprano, sabiendo del camino a seguir en otros tiempos y esferas: Tengo un fluido impostergable que ignora los barrotes tan armados, hermano al fin de estrella veloz. Y sobre todo tengo una doble cruz de fuego blanquecino. Una cruz llovida en el espacio: un pasmo, un ser, una gladiola, algo que me desprende del suelo. Terminamos este breve recorrido por la vertiente cristiana de su poesía, anotando una verdadera declaración de Fe poética y divina: “Yo escribo porque quiero ser libre, porque la inmensa satisfacción de lo creado me hace exclamar: verdaderamente soy hijo de Dios. Aunque mi voz se pierda en un desierto inhóspito, me queda la plenitud de la palabra en silencio”. A mi me queda un poema manuscrito que don Paco quiso dedicarme. Se titula “Salamanca” y lo recogió el crítico norteamericano Louis Bourne, en la antología Poesía esencial de Francisco Matos Paoli (Verbum, Madrid, 1994. Y también me queda el recuerdo de una voz cuyo cristianismo no amaina: Una suave cruz se despierta en los dedos y no somos en la cima jadeante porque más grande es el cielo cuando Dios ejercita sus prisiones delante de la luz enternecida.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - POR EL ÚLTIMO ADÁN - Matos Paoli: obra y evangelio