Las ratas de cloaca
La convivencia de las ratas de cloaca se hizo insoportable; las continuas pugnas por el poder las hacían correr por las tuberías, junto a las aguas sucias de los humanos, la sangre de sus víctimas camino de las depuradoras.
12 DE FEBRERO DE 2011 · 23:00

Una de las ratas más avispadas se apercibió que hacía unas semanas sólo circulaban por las cloacas aguas pluviales. Su curiosidad y atrevimiento le llevó a salir a la superficie, pero cuál fue su sorpresa al descubrir multitud de cadáveres humanos amontonados por las calles, en medio de un silencio absoluto. Era un espectáculo aterrador.
Las ratas por fin vieron la oportunidad de salir de su reclusión subterráneay no tardaron en apoderarse de todos los despojos humanos, y de poblar sus edificios, sus casas, sus palacios y sus estadios. Desocuparon por completo el subsuelo que, poco a poco, fue invadiéndose de millones de cucarachas libres ahora de la amenaza de los roedores.
El Gran Ratón enseguida creó una comisión científica para que investigase de qué modo los humanos consiguieron colocarse a la cabeza de todas las especies animales en la cadena evolutiva, con el fin de ocupar ese lugar privilegiado. Es verdad que los monos las aventajaban, pero ellas se creían más astutas.
Compareciendo ante el Gran Ratón, los estudiosos presentaron uno de los descubrimientos más antiguos. Se trataba de dos tablas de piedra con diez ordenanzas grabadas en su superficie que, al parecer, tenían una gran trascendencia porque su contenido se repetía con frecuencia en muchos libros consultados.
—Éste parece ser el secreto de la especie más evolucionada. Intentemos cumplir las ordenanzas escritas en esas tablas para ver si evolucionamos como ellos— recomendaron los sabios—, nos pondremos en el lugar más privilegiado de la naturaleza. Lo que no hemos podido averiguar es qué motivó su destrucción.
Y así lo hicieron. Todos a una obedecieron aquellos mandamientos y descubrieron que sus antiguos conflictos arrastrados por tanto tiempo acabaron por desaparecer. Desde entonces vivieron felices. Aquel estado próspero duró muchos siglos… hasta que surgió una generación que lo cuestionó todo.
—Nada de evolucionar, seguimos siendo unas ratas en contra de lo que nos prometieron nuestros antepasados. Mucha paz, mucha tranquilidad, pero el rabo que arrastramos no acaba de desaparecer—protestaban los rebeldes.
La protesta masiva les llevó a incumplir las ordenanzas de aquellas tablas, lo cual produjo un deterioro social generalizado y un enfrentamiento violento entre defensores y detractores de las ordenanzas antiguas. Semanas después, unos metros por debajo de tierra, una de las cucarachas más avispadas descendiente de las que ocuparon las cloacas abandonadas por las ratas, se apercibió que hacía semanas solo circulaban por las cloacas aguas pluviales.
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