Poemas del alma

Poemas del alma, Nohemí Alonso, Publicaciones EMI. Madrid, 137 páginas.

27 DE FEBRERO DE 2010 · 23:00

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España tiene una larga tradición de mujeres poetas (¿o poetisas?). En el siglo XX destacan María Victoria Atencia, Ernestina Champourci, Carmen Conde, Clara Janés, Elena Martín, Concha Méndez y otras inteligentes cultivadoras del género que en sus versos dieron voz a las grandes convulsiones sociales. Al siglo XX pertenece, por nacimiento, Nohemí Alonso. No se ha doctorado ni licenciado en universidad de prestigio, tampoco lo hizo Miguel Hernández. No ha sido premiada en certamen alguno. No ha cultivado la amistad de poetas consagrados. Ha pasado casi anónima por la vida. Su mundo ha sido su familia, su casa y su iglesia evangélica. Nació en Sevilla, pero la familia se trasladó de la Andalucía a la Cataluña siendo ella muy niña. Creció y se educó en Tarrasa. Conozco a Nohemí desde hace más de treinta años. Siempre fue una mujer de exquisita sensibilidad, pero jamás dio muestras de poseer vena poética. Me entero que la tiene cuando un día me presenta unas cuartillas (que si años atrás habría dicho manuscritas o mecanografiadas, ¿cómo he de decir ahora, ordenarizadas? Aquél texto procesado ha sido publicado recientemente en un libro muy bien diseñado y maquetado por un hijo de la autora, Israel Martorell. Como tuve el privilegio de escribir en el prólogo, POEMAS DEL ALMA tiene cuatro divisiones. Dos, en un total de 46 composiciones, son de inspiración religiosa, con un fuerte componente de materia bíblica. A las otras dos divisiones llama la autora “poesías de inspiración” y “poesías personales”. Bien. Lo son. Pero una cosa queda clara: Con algunas excepciones, el pensamiento poético de Noemí Alonso discurre casi siempre por senderos religiosos. No podía ser de otra forma en una mujer profundamente creyente, que desde su más tierna niñez ha sido educada en las enseñanzas de la Biblia. El sentimiento espiritual se hace carne en sus versos. El alma redimida expresa una condición del mundo donde lo sobrenatural prima sobre la realidad terrena. Y aparece la Biblia. Noemí Alonso emplea versículos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y, sin citarlos, los une en una música débil y los reduce a palabras que invocan la plenitud de Dios en su corazón sediento:
El sentido de mi olfato, Está enfermo ¡Oh, Señor! ¡Cristo, lirio del valle! Ven a despertarlo, te lo ruego, Te lo imploro, por favor. Quiero que tu perfume inunde Mi existencia, Dios de amor. Ayúdame a cuidar las flores, De tus bendiciones, Señor. Haz de mi la mejor vasija, Para que esparzan su olor. Vasija de olor fragante, Jardín de puro amor. Donde sólo crezcan flores, Flores de bendición.
Con el poema “Busca las cosas del cielo”, la autora abandona el tratamiento religioso y roza el tema social en el grupo que ella llama “Poesías de inspiración”. Una ortiga humana se expande por estos versos. Sublevación ante la crítica religiosa reducida a negativismo. Rebeldía contra unos seres que, al no creer, tampoco creen en la salud mental de los que sí creen. El eterno conflicto entre la luz y las tinieblas. Al mismo Cristo lo llamaban loco. Y loco decían que estaba el apóstol San Pablo. Para Don Quijote, locura era el ideal elevado a la segunda potencia. Con todo, el creyente juzga la locura como Sartre juzgaba el infierno. “El infierno son los otros”, decía el genial pensador francés. Los locos son ellos, dice Noemí Alonso. Los que no comprenden el mensaje de la cruz, los que no entienden la entrega sin condiciones a una fe que le ha transformado la vida. Así lo grita en el poema “En un mundo de locos”:
En un mundo de locos, Estoy viviendo, Señor. Ellos creen que son los cuerdos, Y que el loco, soy yo.
POEMAS DEL ALMA es la obra de una mujer que ha leído, pero que jamás ha escrito. Se acuesta una noche con el alma en paz, sueña con libros, con poemas, con flores y con estrellas, y despierta convertida en poetisa. Lo demás llega a continuación y con poco esfuerzo. De una atmósfera cordial surge el sentimiento religioso y otras evocaciones de sus momentos humanos, poetizados como si los descompusiera en piezas. Decía Azorín que la grandeza del poeta se mide por la emoción de sus versos. Versos que reflejen su espíritu, que nos hagan sentir y amar, aunque sean imperfectos en la forma. En los poemas de Noemí Alonso hay momentos en que las palabras se callan, pero el sentimiento y la música se prolongan hasta envolvernos con su natural ternura. Demos una bienvenida cordial a estos poemas del alma.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - Poemas del alma