New Adventures in Hi-Fi, obra maestra de R.E.M.

Es un disco lleno de cansancio y también de esperanza, de despedidas y de lugares alcanzables. Un podcast de Daniel Jándula con Jordi Torrents. 

08 DE SEPTIEMBRE DE 2016 · 16:30

El disco de R.E.M. analizado esta semana en el podcast de Preferiría no hacerlo. ,
El disco de R.E.M. analizado esta semana en el podcast de Preferiría no hacerlo.

Una excéntrica bienvenida a todo el mundo. Esto es Preferiría no hacerlo, versión podcast. Un capítulo lleno de aventuras en alta definición donde buscaremos también una definición avanzada de la palabra aventura. (Escuchar podcast al final del artículo)

El 9 de septiembre de 1996, tras una cargante (y por momentos irritante) gira de presentación del extraordinario “Monster”, la banda formada por Bill Berry, Peter Buck, Mike Mills and Michael Stipe sacaron al mercado New Adventures in Hi-Fi. Un título muy característico de REM (porque si por algo se les conoce es por su rechazo a la alta definición, por su búsqueda de un sonido crudo partiendo de la sofisticación), que supuso el fin de una extensa etapa como banda demasiado comercial (si hacemos caso a su opinión propia), y que si bien no llamó demasiado la atención en su época desde el punto de vista de la industria (y eso que tuvo una nominación a los Grammy del 96), con el paso de los años se ha ido convirtiendo en uno de los discos más queridos por la crítica especializada, y también en el favorito de este que os habla, Daniel Jándula, en un pack donde tendría que ir unido por contraste y al mismo tiempo como complemento a su anterior entrega, Monster. Ya sabéis el disco del gato azul en ocho bits sobre un fondo naranja chillón, pionero en ofrecer material extra a través de Internet… del Internet de 1995.

New Adventures es un disco escrito. Es un disco para escritores, lleno de referencias culturales y de alusiones a la fuerza de los pensamientos más profundos que nunca se exteriorizan sin pasar antes por un proceso creativo. Es un disco lleno de cansancio y también de esperanza, de despedidas y de lugares alcanzables. Cada canción sucede y es grabada y mezclada en un estudio diferente (algo parecido al genial último disco de Foo Fighters, sólo que sin proponérselo, o sin proponérselo demasiado); hay encuentros con músicos y profesionales diferentes para cada canción, desde Patti Smith a Scott MacCaughey, o del técnico Scott Litt en el que siempre confían, al productor John Keane, un tipo de la misma ciudad donde se fundó REM, con el que no habían trabajado hasta entonces, y que en mi memoria musical personal está presente por haber sido uno de los responsables de que yo pueda disfrutar y sufrir con la obra de Vic Chesnutt.

Cada canción es un capítulo diferente que empieza en esa nada que hay tras cada concierto, y va poco a poco encontrando el modo de que esa nada no se convierta en vacío. Cada canción, a su manera, lo logra. Es un disco de conquista a pesar de todo, y con esa idea arranca, con el tema que escuchamos, titulado Cómo el Oeste fue conquistado. Sí, se puede hablar de este disco como del verdadero último western del siglo XX.

Mezclando paisajes desérticos (y planos), blanco y negro con polaroids, carreteras secundarias con accesos a los aeropuertos (esos lugares que son siempre iguales, en todas partes del mundo), regresando al rock con el que crecieron, sirviéndose de ello para hablar de la vejez, y tomando notas apresuradas (al más puro estilo de las que Nick Cave escribió sobre las bolsas para el mareo y con las que hizo un libro), REM consiguió cuajar un trabajo que les permitió reconciliarse con el exceso de fama… y soltar de forma casi febril, muy visceral en todo caso, cualquier tipo de tensión acumulada en su ya por entonces larga carrera. Sin duda, de no haber asimilado la fama obtenida por sus hits más conocidos e incómodos para ellos, no hubieran podido hacer el que es su disco más largo (65 minutos de electrificada introspección emocional e incluso espiritual), el más económico en producción, el más personal en sus letras, y lo que podemos catalogar ya como su particular longseller. Llegaron al disco de platino en Estados Unidos diez años después de su publicación, un dato que contrasta con las monstruosas ventas de discos anteriores como Out of Time y sobre todo Automatic for the People. En ningún modo podemos decir que este disco es un fracaso; sencillamente ha ido creciendo a un ritmo propio en el que nadie, ni REM ni la crítica, ni los fans, ha influido tan directamente como en otros casos. De hecho, muchas canciones de este disco son conocidas, pero pocos son quienes las localizan como parte del álbum.

Para hablar sobre este clásico, y hacerlo además con algo de propiedad (aunque tanto él como yo somos dados a las imprecisiones como forma de creación), nos trajimos un día a nuestro estudio al aire libre a Jordi Torrents. Pasamos una mañana entera analizando el disco, durante un día de verano con unas cuantas nubes de baja definición y una grabadora algo primitiva, dando saltos de una pista a otra, yendo entre debates apasionados al silencio imperfecto del sonido ambiente, con niño jugando incluido…

No hubo guión, ni tampoco únicamente estuvimos haciendo eso que nos proponemos en esta sección de Protestante Digital: hablar ni más ni menos que de aquello que nos agita el alma. Con nuestros artículos, y con estas conversaciones grabadas, que no quieren llegar a ningún sitio pero siempre encuentran algo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - New Adventures in Hi-Fi, obra maestra de R.E.M.