Esperanza para los cristianos discapacitados de Asia Central

El amor, la misericordia y la compasión que Jesús trajo a las personas discapacitadas de su era, sigue siendo una realidad en las vidas de los cristianos perseguidos y discriminados de Asia Central.

09 DE OCTUBRE DE 2021 · 21:00

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“Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”.

Así explica el salmista en Salmos 139:16, que cada persona concebida en el mundo es creación única y especial de Dios. A pesar de la multitud de clasificaciones, divisiones y diferencias que la sociedad se encarga de forzar sobre nosotros la realidad última es esta: Todos somos criaturas del altísimo. Dios es nuestro Señor, pero también lo es del rico, del pobre, del extranjero o del discapacitado.

En países como Kazajistán o Uzbekistán, situados en la zona de Asia Central, y regidas por gobiernos islámicos, esto no es una realidad. Ya no en base al principio religioso “todos somos criaturas de Dios y por tanto iguales”, sino una mínima igualdad social que proteja los derechos humanos de todos los ciudadanos por igual.

Como por ejemplo las personas con discapacidad, que en esta zona del mundo son vistos como “los últimos de la fila”. Este sector de la población es considerado, ya no solo un grupo de personas sin valor, sino además un perjuicio a la sociedad sin capacidad de aporte ninguno. Otro sector maltratado son los cristianos por otro lado se enfrentan a estos gobiernos regidos por las leyes islámicas, lo que dificulta vivir su fe de una manera abierta ya que a menudo son discriminados y rechazados por sus propias familias.

Para aquellos que son cristianos y tiene una discapacidad la vida puede convertirse en un auténtico infierno en la tierra. Abusados, humillados y discriminados, los cristianos discapacitados de Asia Central necesitan más que nunca esa esperanza que Jesús trajo en su tiempo.

En la época de Jesús las personas con discapacidad, y los enfermos en general, eran vistos como pecadores. Tal y como explica el Presbítero Silvio Marinelli en su reflexión “El encuentro de Jesús con las personas con capacidades diferentes”:  Las personas discapacitadas eran personas que se habían apartado de Dios y, por ende, habían sido castigados en el cuerpo o la mente. Esto los situaba al margen de la sociedad”.

Tal y como profetizó Isaías, Jesús vino a “sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;” (Lucas 4:18), una misión en la que, tal y como podemos ver en los Evangelios, las personas discapacitadas con las que se cruzó tuvieron gran protagonismo.

Jesús no solo eligió mostrar el poder de Dios sanando de forma milagrosa a diversas personas con enfermedades que acudieron a Él durante su ministerio, sino que sobre todo dejó de manifiesto el infinito amor de nuestro Señor al acercarse a un sector de la población que estaba totalmente discriminado.

Ahí estaba Jesús: En medio de lo pecaminoso, de los que no eran considerados válidos, de los que habían sido olvidados, ofreciendo su atención, su amor, su compasión y sobre todo una nueva esperanza a sus vidas.

¿Cómo podemos traer de nueva esa esperanza a las vidas de los cristianos discapacitados de Asia Central? ¿Cómo podemos ser Jesús en su situación?

Esperanza para los cristianos discapacitados de Asia Central

Para Puertas Abiertas la realidad de los cristianos con discapacidad de países de Asia Central ha sido una oportunidad más de ser Jesús en estos contextos.

Debido a su discriminación estos cristianos han unido uniéndose los unos a los otros, formando iglesias donde la mayoría de sus miembros eran personas con discapacidad. Esto ayudaba a fortalecer los lazos entre unos y otros, además de eliminar parte de ese sentimiento de soledad provocado al ser apartados de la sociedad, pero los coloca en lugar visible ante la persecución además de la necesidad de material y formación adecuada sus necesidades específicas.

Puertas Abiertas ha invertido sus esfuerzos en la zona para fortalecer las iglesias de cristianos discapacitados proporcionando, no solo ayuda de urgencia a sus miembros de forma individual, sino material literario y audiovisual de formación adaptado a sus necesidades.

Como en la época de Jesús a veces lo más maravilloso no es la ayuda material que puedan recibir, sino simplemente el hecho de estar presentes allí y preocuparse por su situación. Esto les ayuda a saber que no están solos, que son amados, y a devolver la esperanza sus vidas.

Al igual que Jesús fue encomendado por el Padre para traer esa esperanza al mundo, nosotros hemos sido encomendados por Jesús para llevarla hasta el último rincón de la tierra. Así que es nuestro deber apoyar mediante la oración y nuestros recursos a nuestra familia que sufre, ya no solo a causa de su fe, sino también por su condición física.

Pero me gustaría más allá y “retarnos” a extender también esa esperanza en nuestro entorno, enfocándonos en las personas con discapacidad, que si bien no sufren el nivel de desigualdad que pueden sufrir en Asia Central, a menudo les damos la espalda u olvidamos que también están ahí.

La única diferenciación entre personas que hizo Jesús durante su ministerio fue su predilección por aquellos que tenían mayor necesidad.

Aprendamos del maestro, identifiquemos la necesidad a nuestro alrededor y estemos listos y dispuestos a amar al prójimo independientemente su sexo, religión, raza o condición física.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - #Perseguidos - Esperanza para los cristianos discapacitados de Asia Central